La buena vida
A diferencia de las películas citadas, en ésta se percibe un pesimismo antropológico que denuncia el tipo de vida individualista y narcisista de nuestra sociedad occidental. En este sentido es especialmente impactante la trama de la adolescente embarazada que desea tener su hijo pero que es obligada por sus padres separados a abortar.
La película está rodada con fuerza y poder visual, apoyada por una fotografía algo tenebrista de Miguel Littin y una acertada dirección de actores. En algunos momentos la película se muestra cruda y directa, lo que la convierte en un film claramente para adultos. La denuncia del film se agradece por su incisividad, pero se echa de menos la propuesta de alguna vía de salida. Obtuvo el Goya a la mejor película hispanoamericana y el Colón de Oro en el Festival de Huelva.