Entrevista a Julián Carrón

´La belleza del cristianismo no necesita de otra arma para comunicarse´

Mundo · Silvina Premat
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16 septiembre 2016
Publicamos por su interés la entrevista a Julián Carrón, presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación, en el diario argentino La Nación durante su visita a Buenos Aires, donde ha presentado su último libro, ´La belleza desarmada´.

«Así como la belleza de las montañas no necesita de otra cosa que la belleza misma para comunicarse, la belleza del cristianismo no necesita otra arma para comunicarse más que ella misma». Así explica Julián Carrón, sacerdote español sucesor de Luigi Giussani en la conducción del movimiento eclesial Comunión y Liberación, el título de su libro La belleza desarmada (Encuentro), que se presentó el jueves 15 de septiembre en Buenos Aires.

De 66 años, Carrón era profesor de Sagradas Escrituras en la Facultad de Teología de Madrid hasta que monseñor Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación, lo llamó a vivir en Milán para asistirlo en la conducción de ese movimiento con presencia en casi un centenar de países. Desde 2005, luego del fallecimiento de Giussani, fue elegido como responsable internacional. En diálogo con La Nación se refirió a su libro que días pasados presentó en San Pablo (Brasil) y Lima (Perú) y en los últimos meses en varias ciudades de Italia.

¿A qué ´belleza´ se refiere en el título del libro?

Aquí se habla de la belleza de la fe cristiana, de su atractivo y potencia. Cuando Dios se encarna se despoja de todo poder para mostrar su verdad y entra en la historia con la pobreza de su propia humanidad. Así ha empezado el cristianismo, la mayor revolución en la historia. Cristo es el ejemplo de un modo de comunicarse la verdad que no ha necesitado otra cosa que la belleza de la verdad misma. En el libro se habla fundamentalmente de esta belleza y no solo de una belleza estética o sentimental.

¿Por qué ´desarmada´? ¿Cuáles son las armas que esa belleza debería usar?

Como cualquier belleza, la belleza del cristianismo no necesita ninguna otra arma para comunicarse más que ella misma. La belleza de las montañas no necesita otra cosa que la belleza misma para poder comunicarse. Es una forma de decir lo que dijo el Concilio (Vaticano II), que la verdad se comunica por la fuerza de la verdad misma, sin otro tipo de ayuda. Por ejemplo, en una situación como la de hoy en la que ISIS usa la violencia para imponer su verdad o en otros momentos la ideología ha impuesto su verdad a través de la fuerza o el mismo cristianismo en algunos momentos. La belleza, que es el resplandor de la verdad, dice Santo Tomás, no necesita ninguna otra fuerza o poder externo a la belleza misma para comunicarse.

¿Cuál es la relación de la belleza estética que expresa el arte y esta belleza de la que usted habla?

Pues que esta belleza es capaz de mover el corazón, por el atractivo que ejerce sobre el hombre. Desde el principio el cristianismo se ha comunicado en la historia a través de instrumentos absolutamente frágiles. San Pablo dice que llevamos un tesoro en vasijas de barro para que se vea que una potencia tan grande no es nuestra sino de Dios. No es solo la capacidad sentimental que provoca sino la capacidad de cambio que suscita en aquel que la encuentra. Como el que suscitó en los primeros que encontraron a Jesús, que nunca habían visto algo igual y se hicieron discípulos suyos hasta cambiar la vida justamente por esto.

¿Hay casos en los que coinciden estos dos ´tipos´ de belleza?

Sí, en cierto modo coinciden porque la belleza no puede no suscitar un sentimiento por el atractivo que provoca, no puede no tener esta estética capaz de fascinar la vida. Acabamos de ver la canonización de Madre Teresa (de Calcuta) ¿Cuál es la belleza de Madre Teresa que ha atraído a tantas personas de tantas culturas, religiones o posiciones ideológicas, más que esta belleza que ella ha seguido?

En su libro afirma que la realidad es positiva, siempre. ¿Cómo se explica esto frente a las expresiones de violencia en todo el mundo y frente a tragedias naturales como los terremotos, las inundaciones?

La realidad es positiva porque dentro de ella existe tal positividad, tal misterio, que aun en medio de las circunstancias negativas uno puede reconocer que hay algo dentro de ellas que testimonia que existe el Ser y no solo la nada. Aun en medio de situaciones dolorosas como las que vivía Madre Teresa pudo reconocer la verdad y la belleza de personas enfermas y sin ningún signo de lo que podríamos llamar belleza estética ¿Qué veía Madre Teresa? ¿Era una visionaria, una sentimental? ¿No nos gustaría a todos ser tratados como trataba ella a los enfermos? Solo alguien como Madre Teresa puede reconocer la positividad del valor de la persona en medio de toda la pobreza en la que puede estar envuelta.

¿Esto es autoayuda?

Esto es ayuda porque todos somos necesitados. ¿Es autoayuda enamorarse? ¿Es autoayuda tener amigos que nos hacen vivir más plenamente? ¿Es autoayuda la solidaridad? Esto no es autoayuda porque tenemos a Cristo; la vida se cumple en una plenitud que recibimos de Otro. El hombre necesita de otra cosa para llegar a la plenitud; no se la puede dar a sí mismo de modo autosuficiente.

¿Para quién y por qué escribió este libro?

El libro está dirigido a todos porque nace delante de una situación cultural, social, religiosa de crisis. Tantas cosas que en el pasado no muy lejano eran evidentes ya no lo son; valores que todos reconocíamos parecen haberse oscurecido. Un desinterés por las cosas, el miedo y escepticismo del vivir, un decaer de la persona delante de las grandes cuestiones de la vida. Lo vemos en las relaciones humanas, en la familia, en los enfermos, en los trabajadores, en la educación… Este libro es un intento de poner delante la crisis que tenemos porque, como dice Hannah Arendt, la crisis es una ocasión para afrontar estas cuestiones. Por ejemplo, vemos las reacciones que se están produciendo en el mundo a propósito de los inmigrantes, el cierre de las fronteras y el intento de construir muros. Recientemente el sociólogo polaco Zygmunt Bauman dijo que podemos construir todos los muros que queramos, pero cuando los hayamos construido nos daremos cuenta de que no responden a la inseguridad y al miedo que tenemos porque esta inseguridad y este miedo tienen raíces mucho más profundas. Estamos delante de situaciones que nos afectan a todos –como el problema de las migraciones, el terrorismo, las amenazas– y por tanto este libro es un intento de entablar un diálogo a todo campo. En esta situación el cristianismo puede ofrecer una contribución.

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