La amenaza de las multinacionales

Por lo tanto, la prioridad debería ser encontrar, dentro de los hospitales, personas concretas que liderasen un posible proceso de privatización, bajo fórmulas de Sociedad Anónima Laboral, o bien incluso cooperativas, que den protagonismo a un equipo de profesionales que asumiesen la responsabilidad y el riesgo de gestionar estos centros. Y todos los actores en cuestión (desde los deudores hasta la Administración, pasando por los sindicatos) deberían prestar su disponibilidad a que ello fructificase. Claro, muchos me dirán, que esto no es precisamente un camino de rosas, y que existe riesgo de fracaso, que requiere que el político en cuestión vaya a buscar estas personas, busque consensos, sume voluntades, negocie con unos y con otros, invierta horas y horas… antes de hacer decretos que acaban movilizando a los de siempre. Sí claro, como todo lo que es bonito en la vida, desde pintar un buen cuadro hasta educar a un hijo, lleva un sacrificio implícito. Para un médico o una enfermera que trabaja por vocación, en un hospital, ¿no es más bonito pensar en la posibilidad de ser protagonista en la gestión de su hospital?, o ¿la posibilidad de concebir formas más humanas y más adecuadas para tratar al enfermo o al personal laboral?
Es necesario favorecer el florecimiento y crecimiento de este tipo de protagonismo profesional que sin duda generará una gestión más razonable de lo público, ahora confiado a un autoritarismo que choca con el populismo de los sindicatos. Sólo saldremos de esta crisis, de una forma no traumática, dando espacio a que florezcan este tipo de iniciativas privadas. ¿Y las multinacionales de Sanidad? Pues si no hay más remedio, también.