Julie y Julia
Las interpretaciones de ambas actrices resultan muy positivas, aunque Meryl Streep se come a cualquier actor que se le acerque. Su actuación puede parecer histriónica, pero el papel lo requiere, dadas las peculiaridades de la personalidad de la auténtica Julia Child, una mujer de un metro noventa y que, entre otras cosas, tenía la voz aguda, lo que provocó que fuese imitada en numerosos espectáculos televisivos norteamericanos.
Cuenta una doble historia, basada en hechos reales, en la que dos personas de diferentes épocas luchan por convertirse en unas excelentes cocineras. Julia Child se prepara para ser una importante chef de la cuisine française, mientras que Julie Powell trata de cocinar todas las recetas de la recopilación realizada por Julia Child en un tiempo récord para reflejarlo en un libro, pues piensa convertirse en escritora. Por cierto, las reflexiones de Julie Powell son realmente curiosas.
Entre los valores que encontramos destaca la relación de pareja de ambas mujeres con sus respectivos maridos. Nos parece digno de ser analizado el papel tan importante que juegan los hombres, respaldando las iniciativas tomadas por Julie y Julia. Aparecen como héroes a la sombra de sus lanzadas mujeres. Por otra parte, la química interpretativa de las parejas funciona a la perfección en la pantalla.
También, la cinta deja meridianamente claro el tema del esfuerzo para conseguir lo que uno se proponga en la vida. Esta reflexión se podría trasladar al ámbito educativo porque los países que invierten en este valor consiguen que sus alumnos obtengan mejores resultados académicos que los estados que, como el nuestro, renuncian a ello.
Además, dicho largometraje supone un empujoncito a las personas que cocinamos, puesto que nos anima a que conquistemos corazones preparando una ristra interminable de recetas. Por último, habría que decir que la cineasta pretende y consigue despertar los estómagos más insensibles con presentaciones sencillas de exquisitos platos. Por tanto, aplaudimos el homenaje que Nora Ephron hace a la cultura gastronómica, de la que tanto puede opinar España.
En contraposición con lo positivo, la cineasta Nora Ephron, autora de un clásico moderno como Algo para recordar (1993) y Tienes un e-m@il (1998), ofrece un convencional relato que no pasará a la historia como una obra maestra; sin embargo, entretiene y sus pequeñas dosis de humor blanco sirven para desengrasar las escenas de mayor peso dramático. La producción de la realizadora estadounidense está llena de altibajos y el ritmo nos parece irregular. Por momentos da la impresión de estar viendo dos mediometrajes, troceados por un montador poco habilidoso.