Joe Cocker, el espasmódico soulman que se reinventó como superventas de bandas sonoras
Con la muerte el pasado 22 de diciembre de Joe Cocker a los 70 años por un cáncer de pulmón, desaparecía el excesivo soulman blanco de los 60 que, tras sobrevivir al alcohol y las drogas en los 70, se reinventó en los 80 como superventas intérprete de bandas sonoras.
Su nombre quedará vinculado para siempre a su voz de negro en un cuerpo de blanco y a sus espasmos ante el micrófono. Y también a un puñado de grandes canciones, comenzando por el With a little help from my friends de los Beatles, que convirtió en un violento himno soul en Woodstock 69, y por dos de los más celebrados temas de películas de las últimas décadas: Up where I belong, su dueto con Jennifer Warnes en Oficial y caballero, que le valió un Grammy y un Oscar en 1983, y You can leave your hat on, que puso ritmo al mítico striptease de Kim Bassinger ante Mickey Rourke en Nueve semanas y media.
John Robert Cocker, nacido el 20 de mayo de 1944 en un suburbio de Sheffield, vivía desde hacía años en Estados Unidos, en un rancho de Colorado, junto a su segunda esposa. Allí fue donde murió. A diferencia de muchas estrellas británicas de los 60, era de origen obrero y fue fontanero antes que cantante. Empezó trabajando de día de instalador de gas y actuando de noche en los garitos de su ciudad, con grupos como The Avengers, con el que llegó a telonar a los Rolling Stones en Sheffield en 1963.
Los que tengan menos de 40 años lo conocerán solo como el intérprete superventas de algunas de las baladas más celebradas del cine de las últimas décadas. Pero ese Joe Cocker no apareció hasta los años 80. Antes, desde finales de los 60, cuando se estrenó como solista, fue representante de un soul fiero e imbatible, que encajaba a la perfección en el agitado mundo del rock de la época. Ese éxtasis era el que reclamaba la generación contracultural de los 60 antes de estallar en mil pedazos.
Cocker tenía una voz que ardía, la voz de un negro en un cuerpo de blanco, y era todo un espectáculo sobre el escenario. Sus espasmos ante el micrófono lo hacían único. Esos movimientos, esos aleteos de manos y brazos, esos giros de la parte superior del cuerpo, mientras de sus labios salía el humo con el que convertía una canción en himno.
Woodstock y With a little help from my friends
Como los grandes maestros del género –Ray Charles u Otis Redding–, tenía su propia fórmula para hacer de canciones de otros sus propias armas emocionales, bañadas de un poderoso dramatismo. Sus versiones de los Beatles son memorables, en especial la de With a little help from my friends, el tema del Sgt. Pepper`s Lonely Hearts Club Band que Lennon y McCartney compusieron para que lo cantara Ringo.
La versión de Cocker, que encabezó durante una semana la lista de sencillos de Gran Bretaña en noviembre de 1968, ensombreció a la original y mereció los elogios de los propios Fab Four. El de Sheffield insufló a la inocente y bella composición de los Beatles litros de sangre y todo un universo de rabia y nueva energía. Tras conocer la noticia de la muerte del solista, McCartney dijo que le estará “para siempre agradecido” por convertir aquella canción en un “himno del soul”. La canción de Cocker supuso una reestructuración radical de la original. Posee un ritmo más lento en estilo blues rock, compás de 6/8, en un tono diferente, con diferentes acordes en el ocho del medio, y una larga introducción instrumental (con batería de B.J. Wilson, del grupo Procol Harum, y líneas de guitarra de Jimmy Page, de Led Zeppelin).
La dramática interpretación del británico en el Festival de Woodstock de 1969 –recogida en la película sobre el evento– terminó por convertir el tema en leyenda. Su actuación en directo es tan recordada como la de Jimi Hendrix y se incluyó como lo mejor del multitudinario concierto. El de Sheffield participó en la apertura de Woodstock 94 como uno de los pocos que habían tocado en el festival original de 1969, siendo muy bien recibido por el público. Unos años antes, su versión fue utilizada como tema musical de apertura para la serie de televisión estadounidense The Wonder Years (1988), titulada en España Aquellos maravillosos años.
El Oscar de Oficial y caballero y el striptease de Nueve semanas y media
Su estilo caótico y desaliñado sobre el escenario tenía su réplica en su vida personal. A principios de los años 70 tuvo graves problemas por su adicción al alcohol y las drogas, pero logró recuperarse y regresó a los escenarios en los 80 y 90 convertido en un superventas intérprete de baladas de grandes bandas sonoras del cine. La primera fue Up where I belong, en Oficial y caballero (Taylor Hackford, 1982), con letra de Will Jennings y música de Jack Nitzsche y su mujer Buffy Sainte-Marie. Interpretada a dúo con Jennifer Warnes, le valió un Grammy y un Oscar en 1983. Es un tema de amor precioso, pero sobre todo un monumento al positivismo. Viene a decir que no hay que vivir mirando hacia el pasado ni oteando el posible futuro, sino apurando el presente, intentando sortear los obstáculos que habrá siempre en el camino.
El éxito de la canción fue tal que desde entonces, durante la década de los 80, fueron muchas las películas que recurrieron a sus servicios para su banda sonora. Tras Oficial y caballero llegaron Nueve semanas y media, Harry y los Henderson, Los búfalos de Durham, Un hombre inocente, El guardaespaldas o Benny & Joon. Vendió millones de discos, pero el impacto de su You can leave your hat on en Nueve semanas y media (Adrian Lyne, 1986) no tuvo parangón. La canción había sido compuesta por Randy Newman en 1972 y aparecido originalmente en su disco Sail Away del mismo año, pero se hizo archifamosa en la voz de Cocker como fondo sonoro del striptease que Kim Basinger le hace a Mickey Rourke en la película. No en vano, la traducción del título al español es Puedes dejarte el sombrero puesto.
Después, todo fueron parabienes. En 2008 recibió la Orden del Imperio Británico (OBE) en el Palacio de Buckingham por sus servicios a la música. También fue nombrado Doctor Honoris Causa por su ciudad, Sheffield, y clasificado con el número 97 en la lista de 100 mejores cantantes de la revista Rolling Stone.
En 2012 llegó su álbum de estudio Fire It Up, el último de su larga carrera. Al año siguiente emprendió una gira triunfal por diversas ciudades de Europa que terminó en junio en el Hammersmith Apollo londinense, en el que el destino quiso que fuera su último concierto.