Isis, la más temible máquina del terror

Mundo · Francesca Miglio
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21 enero 2015
Aunque en su nombre lo pretende, el Daesh (acrónimo árabe correspondiente al estado islámico) no es un estado, sino solo una banda de criminales extremadamente peligrosos, pues es muy rica y bien armada. Para Jean-Pierre Filiu, profesor de Ciencias Políticas en París, su objetivo es avanzar, pues el éxito militar es para los yihadistas la prueba de que están en el camino justo. La clave para derrotarles pasa por Siria y  Turquía.

Aunque en su nombre lo pretende, el Daesh (acrónimo árabe correspondiente al estado islámico) no es un estado, sino solo una banda de criminales extremadamente peligrosos, pues es muy rica y bien armada. Para Jean-Pierre Filiu, profesor de Ciencias Políticas en París, su objetivo es avanzar, pues el éxito militar es para los yihadistas la prueba de que están en el camino justo. La clave para derrotarles pasa por Siria y  Turquía.

¿Qué relación existe entre el Isis y los países del Golfo? ¿Es posible rastrear los flujos de financiación que se dirijan al Isis?

Ante todo es importante llamarlo Daesh, con el acrónimo árabe (al-dawla al-islâmiyya fi l-‘Irâq wa l-shâm, Estado islámico de Iraq y Siria), y aclarar que no se trata de un estado sino de una máquina del terror. En cuanto a la pregunta sobre quién lo apoya económicamente, hay una incomprensión de fondo. Siempre se trata de entender la lógica de este fenómeno buscando su origen en el aspecto financiero, pensando que bloquear la fuente bastaría para agotar también el fenómeno. No es del todo equivocado, pero hay que recordar que la lucha financiera contra el terrorismo no ha servido de mucho en el pasado, en tiempos de Al-Qaeda, cuando este tipo de acercamientos terminaban financiando a los burócratas que colaboraban con ayuda monetaria al terrorismo. Por eso no creo que pueda tener un gran efecto sobre el Daesh. Además, esta idea ha impedido plantear las preguntas adecuadas y el Daesh ha sido erróneamente identificado con el Golfo. Pero el Daesh no es el Golfo, es el mundo, es un fenómeno global. El Daesh representa actualmente la organización terrorista más rica: los proveedores del petróleo local le permiten autofinanciarse y cuenta con un presupuesto de entre mil y dos mil millones de dólares. El Daesh puede financiar más que buscar financiación. Si se quiere identificar los flujos de dinero, se pueden rastrear siguiendo la pista de individuos concretos.

¿El Daesh es un fenómeno nuevo o se sitúa en el surco de otros movimientos terroristas?

Llevo más de 25 años estudiando los movimientos yihadistas y nunca he tenido tanto miedo. Mi miedo es razonable, razonado y bien argumentado. Solo para hacernos una idea: el Daesh tiene un ejército de casi 30.000 hombres armados, sin contar con el apoyo político, mientras que en 2001 Al-Qaeda tenía menos de mil. Sobre todo, tienen un presupuesto  de 500 a mil veces superior que el que disponían los terroristas del 11-S. La base de la organización se sitúa en un punto estratégico, con tintes simbólicos para todos los musulmanes, al contrario que Al-Qaeda, que estaba en la periferia, en Afganistán. Lo que más me inquieta es que normalmente se trata de analizar el Daesh como si fuera Al-Qaeda, pero el recién llegado es sin duda más peligroso. Existe sin embargo una filiación evidente entre ambos grupos terroristas por dos aspectos en particular. El primero es sobre los nexos entre tierra y yihad: la yihad no es para liberar o conquistar un territorio preciso sino por la yihad en sí. Es la secta de la yihad. Era así para Al-Qaeda y es así para el Daesh. El segundo aspecto es que para proyectar la yihad hace falta una base sólida. “Base” es precisamente el significado de Al-Qaeda; ahora es el califato para el Daesh. Y la yihad que proyecta, en mi opinión, tiene como objetivo Europa.

¿Qué lleva a tantos combatientes a unirse al Daesh? Muchos proceden de Europa y no tienen un background religioso o étnico común.

Lo que está sucediendo en Iraq no tiene nada que ver con el islam, ya he dicho que se trata de otra religión. Estas personas entran a formar parte de las filas del Daesh como si se convirtieran a otra religión, ya sea porque no tenían una previamente o porque, procediendo de una familia musulmana, abandonan el islam de sus padres, su familia, su cultura, para dirigirse a un presunto “verdadero islam” que en realidad es una nueva religión. No creo por tanto que se pueda comprender el fenómeno solo desde un punto de vista musulmán. El Daesh habla a jóvenes rebeldes, “en ruptura”, presentes en el mundo entero, no solo en Europa o en los países árabes, sino también en Australia, Singapur, Canadá… Olivier Roy ha hecho una comparación muy acertada, en mi opinión, entre lo que sucede en Iraq y los movimientos de extrema izquierda de los años 60 y 70. El Daesh atrae a una franja que ya es radical. No se radicaliza por medio del Daesh, sino que ya lo es en el punto de partida. El islam es el islam. El Daesh es otra cosa.

En su acrónimo, el Daesh hace referencia a la Gran Siria, Sham, que comprende también Jordania, Líbano y Palestina. ¿Qué percepción tienen estos países del Daesh?

Están tan preocupados como nosotros. El significado de Sham se encuentra en las profecías apocalípticas. En mi libro, “El apocalipsis en el islam” (2011), ya viene descrita la hoja de ruta del Daesh. En ciertos relatos del fin de los tiempos, el territorio de Sham es sobre todo el lugar de la “gran batalla” del final de los tiempos. Nosotros percibimos lo que está sucediendo como la simple expansión de un califato, pero para ellos estamos en vísperas del fin de los tiempos, por eso tantas personas se adhieren, porque están convencidas de que el fin está cerca. Si no participan en la gran batalla, pierden. Pero si participan en el bando adecuado, vencen, lo ganan todo, serán los mejores musulmanes para la eternidad. El territorio de Sham se ve por tanto como el lugar en que acontecerá el fin del mundo. Según esta tradición, la gran batalla será en Dabq, al norte de Alepo, donde los bizantinos (Rûm), u occidentales, desplegaron su ejército contra el del estado islámico procedentes de Medina, es decir, Mosul, donde el califato tiene su sede. Un tercio de los combatientes morirá, un tercio se rendirá y el último tercio obtendrá la victoria y serán considerados justos en la fe. Las declaraciones que dicen que el Daesh quiere llegar a Roma son en realidad una traducción equivocada: dicen Constantinopla, la nueva Roma, la ciudad de los Rûm. Nosotros hemos traducido Roma, pero la ciudad de los Rûm puede ser Roma igual que París, Madrid o Nueva York. En la traducción, la ciudad de los Rûm debe ser conquistada. Por tanto, no es una cuestión de conquistar este país o el otro, sino de avanzar, porque al avanzar las profecías se cumplen. Por eso hay que pararlos.

¿Considera que la reacción occidental es eficaz para lugar contra el fundamentalismo del Daesh? ¿No favorece nuevos apoyos al califato por parte de otros grupos yihadistas?

La reacción de Europa y de Estados Unidos es equivocada por dos razones. En primer lugar, han pensado que el problema se podría resolver preguntándose por las razones que empujan a los voluntarios a partir hacia Siria. Ciertamente, es importante hacer esa pregunta, en las escuelas, en las cárceles, en los tribunales, pero pensar que para entender al Daesh hay que mirar a Europa y a sus instituciones es seguirle el juego al Daesh. La respuesta está más allá, pero los occidentales todavía no hemos querido entender, porque no hemos comprendido del todo la revolución siria. No era una guerra entre tribus o comunidades, sino la creación de un nuevo orden. De la historia pasada sabemos que cuando una revolución ha tenido lugar no siempre es todo perfecto, pero cuando es sofocada, el resultado es aún peor. El fracaso de la revolución ha favorecido al Daesh y a Assad contra la revolución. En Siria, la cuestión es que Assad ha usado y está usando al Daesh contra la propia revolución. Hoy se cree, los americanos los primeros, que se puede luchar contra el Daesh sin luchar contra Assad y el resultado es que el Daesh nunca ha sido tan fuerte. Nos hemos equivocado y la clave se encuentra en Siria: hay que aplicar una verdadera política sobre la revolución siria y no solo sobre el Daesh. Y aquí se hace necesaria una colaboración real con Turquía, que sabe mejor que ningún otro cómo luchar contra esta amenaza.

¿Cómo interpreta el ideal de la construcción de un estado islámico en el panorama de los movimientos islamistas?

El Daesh no construye nada, es una banda que no produce nada. Su constitución, elaborada entre 2006 y 2007, no es más que una serie de prohibiciones. Es una organización que se ha extendido en un territorio y por tanto se encuentra con que tiene que gestionar a millones de personas, a diferencia de Al-Qaeda. Esta última estaba sometida a los talibanes y la administración estaba en manos de los talibanes. Las personas que negociaron a propósito de los Buda en Afganistán se pasaron semanas sin saber dónde  estaba el centro del poder, precisamente porque en efecto era una organización y no un estado. Cuando estuve en Alepo, la gente hablaba de dawla (estado), no decían “Daesh”, del mismo modo en que se dice nizâm (régimen) cuando se habla de Assad. Todo saben que el nizâm de Assad es únicamente represión. Para el Daesh, introducir la idea de estado no indica en absoluto una evolución ideológica, solo significa que Abu Bakr al-Baghdadi quiere ser el señor intocable de las zonas que controla. Las única zonas homogéneas en Siria son el nizâm de Assad y el Daesh: la dimensión totalitaria cuenta más que la estatal.

Algunos medios e intelectuales dicen que se trata de un complot, ¿qué piensa usted?

Como historiador, me parece interesante señalar que cuando se hace la revolución se piensa, mientras que cuando esta termina, ya no se piensa y se imaginan conspiraciones y complots. La revolución es racional. Durante la revolución nunca se habla del fin de los tiempos, de eso se habla en la contra-revolución. Naturalmente, hay preguntas sin resolver sobre el Daesh, en concreto cómo es que Abu Bakr al-Baghdadi fue detenido por los americanos, según el Pentágono en 2004, según el jefe de la prisión en 2005-2009; no se sabe por qué no ha habido un proceso o una investigación… Sin embargo, los que creen en la conspiración no comprenden algo que los historiadores conocen muy bien: la inmensa estupidez de los hombres. Muchas cosas se explican mejor por la estupidez, la incompetencia y la falta de coordinación que por la voluntad de manipular. Los americanos ya no controlan nada. No digo que sea una noticia buena o mala, solo digo que hay muchas personas, en Oriente Medio y en otras partes, que siguen pensando que los americanos lo controlan todo e interpretan los hechos a partir de este presupuesto. En el mundo árabe la conspiración es frecuente y el lugar donde más se cree en la teoría del complot es Egipto. Aquí se ha llegado a decir que los Hermanos Musulmanes, igual que el Daesh, serían una creación de los americanos. Pero es hora de acabar con esta lógica.

Oasis

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