Imponen silencio a la reina de España: quieren callar una voz laica

Érase un reino en el que su reina, por fin, hizo un ejercicio de laicidad y afirmó que a lo largo de su ya larga vida y de su experiencia había adquirido algunas evidencias que podían servir para todos. En aquel reino se desató una ola de eso que Péguy llamaba el clericalismo de izquierdas y de derechas. Vida: "No soy partidaria de la eutanasia. La vida y la muerte no está en nuestra mano". Razón: "Se ha de enseñar religión en los colegios, al menos hasta cierta edad: los niños necesitan una explicación del origen del mundo y de la vida". Diferencia sexual: "Puedo comprender, aceptar y respetar que haya personas con otra tendencia sexual, pero ¿que se sientan orgullosos por ser gays? ¿Que se suban a una carroza y salgan en manifestaciones? Si todos los que no somos gays saliéramos en manifestación… colapsaríamos el tráfico. Si esas personas quieren vivir juntas, vestirse de novios y casarse, pueden estar en su derecho, o no, según las leyes de su país: pero que a eso no lo llamen matrimonio, porque no lo es. Hay muchos nombres posibles: contrato social, contrato de unión".
Así responde Doña Sofía a algunas de las preguntas que le hace la periodista Pilar Urbano en su libro La Reina muy de cerca. Ha aparecido una verdadera laica y les ha faltado tiempo a los nuevos clérigos para mandar callar. La portada del Público como la cadena de televisión La Sexta, el nuevo emporio mediático de los amigos de Zapatero, es la más clara: le niega el derecho a hablar. Los clérigos de los colectivos gays utilizan un recurso muy viejo, expresan su superlativo escándalo con adjetivos altisonantes: "inaudito, retrogrado, intolerable". Lo mejor de todo es cuando hablan de "declaraciones frívolas". Moralina de los nuevos clérigos que se apoya en que el Parlamento ya ha sentenciado la cuestión.
Pero nadie parece dispuesto a entrar en el fondo de la cuestión, en el contenido de las declaraciones. ¿Es o no una evidencia que todos podemos compartir que la vida no está en nuestras manos? ¿Qué consecuencias tiene esa evidencia para ordenar nuestra vida en común? ¿Es o no conveniente que los niños se pregunten por el origen de las cosas? Se quieren silenciar a toda costa ésas y otras preguntas. Y cuando toda una reina las plantea, la Casa Real opta por privatizarlas, eran "opiniones privadas". Y los clérigos del PP y del PSOE se conjuran para censurarla. Ni a Doña Sofía le dejan ser laica.