Honduras: el camino ya no es cuesta arriba

Mundo · Luciano Sague (Tegucigalpa)
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3 diciembre 2009
Las semanas previas a las elecciones, Zelaya y sus colaboradores montaron una campaña de terror para alejar a los hondureños de las urnas: explotaban bombas y granadas casi a diario, anunciaban matanzas el día de las elecciones, amenazaban con represalias contra los votantes,  llamaban a los cuatro vientos al abstencionismo y lograron alejar a los observadores internacionales de la OEA, a pesar de que el Tribunal Supremo Electoral les solicitó recurrentemente su presencia. Sin embargo, nada de eso evitó que los hondureños participaran en uno de los procesos más concurridos y limpios en toda la historia democrática del país.

Muy a pesar de Zelaya, la población hizo largas filas, en algunos casos de hasta dos horas, para poder votar. Debido a la inesperada alta participación ciudadana en algunos colegios electorales la tinta indeleble con que se marca el dedo de los votantes se agotó y el Tribunal Supremo Electoral tuvo que extender por una hora la jornada de votación para dar oportunidad a miles de votantes a ejercer el sufragio.

Honduras ganó, y más allá de la aplastante derrota sufrida por el Partido Liberal, el gran perdedor fue el cada vez más paranoico y errático José Manuel Zelaya Rosales. Para colmo del descaro, Zelaya, que públicamente reconoció que ganó la presidencia con fraude, ahora pretende descalificar uno de los procesos electorales más inmaculados en la historia electoral hondureña. Sin embargo, una vez más se demostró que Zelaya tiene más adeptos entre los presidentes de izquierda de Iberoamérica que entre el pueblo hondureño. Él llamó al abstencionismo y la población salió a votar masivamente. Él impulsa ilegalmente una Constituyente y el único partido político que ondea esa propuesta como bandera de campaña, el izquierdista Unificación Democrática, se encuentra en el último lugar de votación con menos del 2% de los votos válidos. Él trata de imponer un giro hacia la izquierda y el pueblo de forma abrumadora vota por el partido más conservador de Honduras.

Por su parte, Roberto Micheletti cumplió con su promesa; él ofreció conducir a Honduras hasta este limpio proceso electoral que tiene más de un año de iniciado y lo cumplió. Una prueba de la transparencia de los comicios es que su partido, el mismo partido de Zelaya, salió derrotado, pero su país, esa Honduras a quien en toda ocasión pública él pide que Dios bendiga, continúa por la senda democrática.  

Queda mucho por hacer, pero parece que el camino ya no es cuesta arriba. Hace falta una intensa campaña diplomática para que la ceguera ideológica de ciertos estados dé paso a la claridad de los hechos, hace falta la reconciliación interna de los hondureños, hace falta decidir qué pasará con Zelaya y sus problemas judiciales, pero sobre todo hace falta construir un país con justicia y bienestar social. Sin embargo, los hondureños eligieron el pasado domingo enfrentar ese futuro en libertad y en democracia, y es por eso que podemos afirmar que Honduras no sólo eligió libremente su camino, sino también que Honduras el pasado 29 de noviembre triunfó. Es por ello que con profundo sentimiento hacemos nuestras las palabras del hondureño Froylan Turcios y decimos como él: "¡Bendiga Dios la pródiga tierra en que nací!".

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