“Hay que ofrecer una propuesta educativa y cultural a los menas”

¿Qué les ha parecido el cartel de la polémica sobre el gasto en los menas?

Nos ha parecido muy injusto y que juega con datos que no son comparables. Es como si comparamos el gasto de una persona enferma con el gasto de quien no lo está. ¿Están incluidos en los gastos de la persona mayor todos los beneficios sociales que tiene? Empezar con ese juego de lo que “nos cuesta” la gente es perder la humanidad, la nuestra y la del resto de personas. Esta demagogia no construye nada, solo enfrenta.

Ustedes que trabajan con ellos en el día a día, ¿podrían contarnos sobre sus circunstancias? ¿Cómo vienen? ¿Cómo viven? ¿Suelen quedarse en España o, a través de Francia, van a otros países europeos?

Suelen ser jóvenes de entre 14 y 17 años que buscan una opción de futuro. Algunos empujados por sus familias que piensan que es lo mejor para ellos o, en otras ocasiones, es la decisión no reflexionada de estos niños que ven una posibilidad de futuro para ellos y para el drama de sus familias jugándose literalmente la vida: debajo de camiones durante kilómetros, saltando vallas fronterizas después de meses o años de intentos, en los motores de los barcos que cruzan el estrecho, incluso en flotadores. Nos sorprende que vienen cargados de sueños, desean tener una vida mejor, que pueden ayudar económicamente a sus familias, que quieren construir una familia aquí y darles a sus hijos las cosas que ellos no han podido tener. Una vez en Europa el sueño se ha cumplido, pero empiezan nuevas complicaciones que no esperaban.

El drama no es el dinero que se pueda gastar en ellos, el drama es no darles un horizonte educativo a unos niños que no lo han tenido.

Mientras son menores la Comunidad Autónoma se ocupa de ellos, pero ¿qué ocurre una vez que cumplen la mayoría de edad?

El día de su decimoctavo cumpleaños tiene de regalo una maleta y la puerta de la calle. Se quedan sin protección ninguna. No se les ha dotado de ninguna herramienta para salir adelante y se les manda a la calle. Se les ha dado comida, vivienda, incluso una pequeña paga.

Se encuentran con 18 años, sin casa, sin familia, sin dinero y sin posibilidad de trabajar. Es complicadísima una situación así, no creo que nadie se pueda poner en la piel de estos chicos en esos momentos. Muchos de ellos empiezan a consumir drogas para poder afrontar la situación, a robar para poder subsistir y así entran en un círculo de autodestrucción y de destrucción de la convivencia de la que es muy complicado salir.

Les damos una tarjeta no lucrativa, es decir, puedes estar en España, pero no te dejamos trabajar. Para poder transformar esta tarjeta en una tarjeta que les permita trabajar tienen que presentar un contrato de un año de duración, pero ¿cómo pretendemos que estos jóvenes que no tienen red de apoyo, ni un lugar donde vivir, puedan encontrar una empresa que apueste por ellos? Desde CESAL hemos visto muchas empresas que sí han querido apoyarles, que han creído y apostado por ellos, y el resultado son jóvenes comprometidos en su trabajo y agradecidos.

Yo me pregunto quién podría decir que los niños soldados o las jóvenes que están en redes de trata son culpables de la situación en la que terminan. ¿Es justo culpar a estos jóvenes de ser los únicos culpables de esta situación? ¿Hemos hecho algo para evitar que acaben así?

Tampoco seamos ilusos, algunos de ellos vienen ya maleados desde sus países de origen. Pero como todos nosotros están deseando encontrar un ámbito que les acompañe, que les acoja y les quiera.

¿Qué desean para su futuro?

Siempre nos sorprende que, si les preguntas por su futuro, tienen claro que quieren trabajar, formar una familia y ayudar a los suyos. ¿Qué jóvenes de esas edades tienen tan claras esas cosas? Son muy receptivos para reconocer quién les ofrece una posibilidad de recorrido humano que les permita desarrollarse como adultos. Son buscadores de felicidad, buscadores de adultos que les acompañen. Al igual que todos, no quieren estar solos.

Sin querer vender una leyenda negra ni rosa, es cierto que sin una integración adecuada puede ser el origen de diversos problemas también a nivel de seguridad, en el fondo el problema es el mismo con un joven nacional. ¿Qué se puede hacer en favor de su integración? ¿El problema no es tanto la inmigración sino como integrarla?

La clave de todo está en la propuesta educativa y cultural que les hacemos. Porque estos jóvenes que se han jugado la vida para tener un futuro, para ellos y para su familia, pasan de ser unos héroes a convertirlos en los villanos. Qué sociedad acepta dejar solos a niños que están solos, sin educar, sin hacer un recorrido, sin dotarles de habilidades para salir adelante.

Nosotros hemos visto que, haciendo un recorrido de acompañamiento, educación y de propuesta cultural, estos jóvenes se convierten en desarrollo de futuro para nuestra sociedad. Se forman, encuentran trabajo, se emancipan y empiezan a ser constructores de una sociedad común. Donde también con su trabajo se pagan las pensiones de nuestros mayores.

Apostar por ellos, creer en ellos, es la única posibilidad de una verdadera integración, y desde CESAL nos sorprendemos viendo empresas e instituciones que apuestan por ellos y no se dejan arrastrar por esta demagogia que quiere posicionar a unos jóvenes en un enfrentamiento social. Afortunadamente tenemos muchos ejemplos de jóvenes que salen adelante y que empiezan a cumplir sus sueños, necesitamos jóvenes que sueñen, que no pierdan el deseo de una vida grande.