Hanna

Thriller y Ciencia Ficción se dan cita en esta película aderezada con escenas de acción y cierto aroma gore. Momentos de montaje trepidante y música machacona parecerían sugerirnos que estamos ante una película de género convencional, pero lo cierto es que no es así. El hecho de que está protagonizada por una niña que busca a su padre en medio de graves dudas de identidad le confiere un cimiento dramático difícil de clasificar. El resultado es impactante, pero frío; angustioso pero distante. Como en ciertas películas de Tarantino, el espectador no sabe si tomarse en serio la crudeza de lo que ve, en ocasiones muy violento.
Como en toda película de ciencia ficción que se precie, no falta la lectura bioética: ¿hasta dónde puede llegar la manipulación genética? Si nos atenemos al film, la respuesta está muy clara, y entronca con la gran tradición del género: la ciencia se vuelve contra el hombre cuando se usa sin limitaciones al servicio del poder. Por otra parte, uno de los grandes temas que plantea Kazuo Ishiguro en Nunca me abandones, a saber, qué pasa con las necesidades afectivas de los hombres-experimento, emerge de nuevo en este film, aunque de forma más colateral. En fin, un film irregular, rodado con mucha fuerza, pero que no consigue emocionar lo suficiente.