Haití: la prioridad es salvar vidas
Las cosas mejoran, pero las comunicaciones telefónicas siguen siendo complejas. Ayer descargábamos uno de los tres camiones que hemos recibido desde República Dominicana, con colchones, sábanas, suero, tiendas y utensilios de cocina para las personas que estamos acogiendo en Cité Soleil y Martissant, en Puerto Príncipe. En estos dos barrios donde ya trabajábamos hemos creado campamentos de damnificados para atender las necesidades básicas de los niños y sus familias (alimentación, agua, primeros auxilios), a su reagrupación, apoyo psicosocial y la organización de tejido comunitario.
Dejé a los demás preparando el material y me fui a llevar a los voluntarios de la Cruz Roja de nuevo a Petion Ville, donde seguimos llevando heridos graves hasta la noche. Nunca había visto en ningún desastre tantos heridos graves. Ésta es la prioridad en Haití ahora, atender los heridos graves, niños, mujeres embarazadas, salvar vidas.
Las calles están tomadas por miles de camiones de ayuda, coches de bomberos, ambulancias, bulldozers. La MINUSTAH es muy visible y la policía, en general, también. La percepción es que, excepto casos aislados, las acciones de emergencia se están llevando a cabo sin problemas de seguridad. Esta tarde ya se ven marines americanos.
El agua se encuentra sin demasiado problema. La gente sólo tiene que romper las tuberías que pasan por la calle y ya está. Lo están haciendo. También se ven muchos camiones cisternas, con colas organizadas.
La comida está peor pero, aunque hay mucha hambre, se van apañando. Se ayudan entre ellos, y también los marines están llevando galletes y el PAM (Programa Alimentario Mundial, ndr.) reparte algo que, claro, es insuficiente. Nadie se va a morir de hambre o sed. Sí se están muriendo los heridos graves sin atención. Si llega un camión lleno de comida, la gente se abalanza en un primer momento pero después el reparto suele ser tranquilo. Deberíais ver el ejemplo de solidaridad, orden y apoyo moral que la gente se está dando.
Ya están trayendo letrinas. En algunos campos de refugiados, el olor es terrible, todo lleno de basuras. La gente duerme mal, encima de plásticos, sin mantas, pero es lo que hay. No me han informado de ningún problema de orden en ningún campo de los que he estado.
Un niño en un campo de refugiados, sucio, mal vestido, que viene de un barrio de chabolas o Bidon Ville, me dice que no ha comido en el día y me pide comida, le digo que yo tampoco he comido. Se saca del bolsillo dos monedas de cinco gourdes y me las pone en mi mano y me la cierra. Dice que es para que coma algo, con una sonrisa. No he parado de ver cosas así todo el día.
La mayoría de los haitianos han demostrado sufrir algo de tal magnitud con una dignidad que nos ha tocado para siempre a todos los que lo hemos visto. Con cada cooperante que hablo (socorristas, bomberos, de tantos países, que nunca habían estado aquí) se sorprenden y están maravillados de la colaboración, el trato, de ver cómo la gente lleva las cosas. Si alguien quiere entender lo que es la dignidad humana, que venga a Haití. En la televisión haitiana están pasando muchos testimonios bellos, acabo de ver cómo los bomberos sacan a gente viva de los escombros y, mientras lo hacen, los haitianos cantan como ellos saben hacer, desde dentro, y rezan alabando a Dios, agradeciéndole que están vivos. Ningún lloro, ni grito, cantan bellas canciones y rezan con su cuerpo herido y lleno de dolor.
Para mí la prioridad es salvar vidas, estamos todavía en esta etapa. Luego vendrá la acomodación de la gente en los campos y el apoyo psicosocial. Ahora somos personas salvando las vidas de otras personas.