Hablar: un evento tan sencillo como extraordinario
El lenguaje es la capacidad del hombre para expresar mediante sonidos y signos lo que está dentro de la mente. Una característica única y específica de nuestra especie. Ninguna otra forma viviente lo hace como nosotros. Una capacidad desarrollada de improviso, en tiempos absolutamente recientes respecto a la evolución del hombre.
El proceso empezó hace un millón de años pero el punto de inflexión en que empezamos a hablar de lenguaje es más reciente, hace 400.000 años. Es un salto evolutivo sin precedentes, que determinó el futuro de nuestra especie. La lingüística moderna y la neurolingüística estudian e investigan lo que hay dentro del evento aparentemente más sencillo, natural y sorprendente: hablar.
Al lenguaje, a su sintaxis, a su capacidad de articularse infinitamente para expresar lo que está dentro y fuera de nosotros, su origen y sus límites para representar y conocer la realidad, se dedicó un encuentro del Meeting de Rímini, titulado “Sorprenderse de hechos simples: el lenguaje del hombre y los límites de la comprensión”. Una cita en la que participaron el investigador internacional y neurolingüista de la Escuela Universitaria Superior de Pavía Andrea Moro, el astrofísico de la Universidad de Milán Marco Bersanelli, y en una intervención por video en directo, Noam Chomsky, el lingüista definido por el New York Times como el intelectual americano más importante del último siglo, desde que Einstein publicó su teoría de la relatividad general.
Bersanelli, que hizo las veces de moderador, destacó la íntima elegancia del título del encuentro, que denotaba un modo particular, propiamente científico, de mirar las cosas sin dar nada por descontado. Luego tomó la palabra Moro: “El título nace de una frase utilizada por Chomsky en un libro suyo de 1986: es importante aprender a sorprenderse por hechos simples”. Con estas palabras empezó Moro su intervención, que recordó que fue alumno del estudioso americano en el Mit de Boston, una de las universidades más importantes del mundo. “La ruptura realizada en los años cincuenta por Chomsky en el estudio del lenguaje es absoluta. Lenguas y sintaxis se consideraban convenciones culturales de naturaleza arbitraria. Él introdujo categorías como complejidad y generación recursiva del lenguaje, y lo definió como “un conjunto de valores específicos de parámetros en un sistema invariable de principios”. Una diferencia considerable, que desplaza completamente el campo de investigación sobre lengua, gramática y sintaxis.
Según Chomsky y Moro, la característica del comportamiento humano, y del lenguaje en particular, es sustraerse a los mecanismos de asociación estímulo-respuesta, a partir de las interpretaciones de la psicología conductual. Utilizamos una frase y la entendemos no porque ya la hayamos utilizado o memorizado sino porque poseemos completamente la regla generadora, es decir, la gramática. Para Chomsky esta capacidad debe ser necesariamente un dato hereditario y universal, presente ya en todo individuo: “Los seres humanos son proyectados de un modo sorprendente, con una capacidad misteriosa”.
Moro recorrió la historia reciente de la lingüística como el trabajo intelectual de quien debe juzgar la figura de un tapiz analizando la trama de los hilos por el lado del revés, llevando así a la localización de las zonas cerebrales dedicadas al lenguaje. Es sorprendente que la capacidad de hablar, que se aprende en muy poco tiempo y además durante la niñez, es propia solo del hombre, como demuestra un experimento realizado con chimpancés. Estos pueden aprender las palabras, pero no son capaces de utilizarlas posicionadas de tal forma que expresen conceptos distintos. Y es sorprendente el resultado de los últimos experimentos del grupo de Moro en el ámbito psicolingüístico: la representación interna del lenguaje reproduce exactamente el envoltorio sonoro de lo hablado. El lenguaje es sonido.
Chomsky, durante su intervención desde Estados Unidos, procedió epistemológicamente, recordando las teorías innatas y universales sobre el lenguaje de la filosofía de los siglos XVII y XVIII, con filósofos como Descartes, Hume, Locke y Newton. El enfoque de Chomsky de la gramática generativa toma su origen de la intuición de la infinita creatividad de la lengua y se aleja sustancialmente de las nociones e instrumentos de la lingüística estructural que caracterizaron la primera y segunda postguerra.
Después de repasar también las principales etapas de la investigación lingüística, el experto americano se detuvo en las ideas de frontera de la lingüística actual: el concepto de fusión externa e interna, con sus implicaciones sobre la computabilidad mínica de las estructuras sintácticas, la fuerza del concepto de reglas dependientes de la estructura, la tesis del proyecto perfecto que conduce a la llamada “tesis fuertemente minimalista”, etcétera. “La tarea primera de la investigación lingüística es llenar los grandes vacíos que aún presenta el cuadro, de un modo todavía fascinante por los misterios que el cuadro esconde, tal vez para siempre”.
Bersanelli concluyó con una sincera gratitud por el encuentro: “Para nosotros, el lenguaje muestra la posibilidad finita de una expresión infinita. Lo heredamos como historia, y para desencadenar su uso necesitamos una relación. Cuanto más estudiamos sus mecanismos, más inefable se hace”.