Genocidio en Gaza y renovación de la OLP

El regreso al Gobierno de Benjamín Netanyahu de una de las figuras políticas más radicales de la derecha israelí, Itamar Ben-Gvir, coincide con el constante empeoramiento de la situación humanitaria en la Franja de Gaza. Amnistía Internacional habla de un «genocidio en directo» en Gaza. Pero además de tener que hacer frente a la destrucción de todo lo que les rodea, otro miedo se apodera cada vez más de muchos palestinos: el de verse finalmente obligados a abandonar su tierra. Desde que Israel puso fin al alto el fuego en la Franja, la impresión es que Netanyahu ha decidido poner en práctica el proyecto trumpista de convertir Gaza en una «riviera», según escribió el Financial Times. Por otra parte, no se han producido avances en las negociaciones, a pesar de algunas noticias —calificadas de inexactas por funcionarios israelíes— según las cuales se habría alcanzado un acuerdo para una nueva tregua y la liberación de los rehenes. Para empeorar aún más la situación, hay información sobre rehenes que siguen con vida, que según Sara Netanyahu, esposa del primer ministro, serían menos de los 24 de los que se habla oficialmente.

Hay algunas novedades en el frente palestino. Hussein al-Sheikh (69 años, antiguo colaborador de Mahmoud Abbas) ha sido nombrado para el cargo, creado expresamente, de vicepresidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). La medida podría interpretarse como el preludio de la tan invocada sucesión de Abu Mazen, de 89 años y deslegitimado. Este último ha atacado duramente a Hamás, calificando a sus representantes de «hijos de perros» y pidiendo la liberación de todos los rehenes israelíes para evitar «dar [al Estado judío] excusas para cometer sus crímenes en la Franja».

Según Al Jazeera, que le dedica un reportaje en profundidad, al-Sheikh es un posible sucesor de Abu Mazen. La renovación de la OLP es un elemento fundamental para que los palestinos tengan una alternativa real al Gobierno de Hamás y se pueda proceder a la formación de un Estado palestino. Desde este punto de vista, las presiones externas también desempeñarían un papel fundamental, y en este sentido debería interpretarse la posibilidad planteada por Emmanuel Macron de que Francia aproveche una conferencia de paz coorganizada en junio con Arabia Saudí para reconocer formalmente al Estado palestino.

Sin embargo, hay que introducir dos elementos de prudencia. El primero es que, por trivial que parezca, el nombramiento de un vicepresidente no puede bastar para renovar y reformar una institución desacreditada desde hace varios años. Además, según muchos analistas, el nombramiento de al-Sheikh no es más que una reorganización cosmética para apaciguar las demandas de los funcionarios y los partidarios extranjeros. Por si fuera poco, la atención de los políticos palestinos por la «política de palacio», justo cuando se recrudece la guerra y la destrucción, no hace más que ampliar la brecha que se ha abierto entre la población y los líderes de la OLP. «El barco se hunde y todos discuten sobre quién se sentará a qué mesa», declaró Ghaith al-Omari, exasesor de Abbas y miembro senior del Washington Institute for Near East Policy. Según Jehad Harb, analista político de Ramala, «el objetivo principal de Abbas es aliviar la presión de los árabes. Pero aún no está claro si realmente está renunciando al poder». De hecho, países como Arabia Saudí han acogido con satisfacción el anuncio.

Además del regreso de Ben-Gvir al Gobierno, la noticia de esta semana en Israel se refiere al desenlace del enfrentamiento entre Netanyahu y Ronen Bar, jefe del Shin Bet. Durante la batalla legal iniciada por la voluntad del Gobierno de destituir a Bar, el primer ministro calificó a este último de «mentiroso». Cabe señalar, sin embargo, que, aunque Netanyahu ha desmentido la mayoría de las acusaciones vertidas por Bar, no ha hecho lo mismo con respecto a la exigencia de lealtad absoluta en caso de enfrentamiento con el Tribunal Supremo planteada al jefe del Shin Bet. Este último, sin embargo, ha anunciado finalmente su dimisión antes del 15 de junio, evitando así que se agrave la crisis institucional interna del Estado judío.

Artículo publicado en Oasis

Lee también: Israel: Crisis institucional