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Fui forastero y me acogisteis

España · PaginasDigital
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9 abril 2016
Tres personas marcadas por la experiencia de acoger nos hablan de cómo el diferente ha cambiado su vida: Belén Cabello, directora de la Fundación Familias para la Acogida; Daniel Almagro, misionero laico comboniano, director del albergue Misión Emmanuel; y José Luis Pinilla, director del Secretariado de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española; en un encuentro moderado por Ángel Misut, presidente de la Asociación Casa San Antonio.

Tres personas marcadas por la experiencia de acoger nos hablan de cómo el diferente ha cambiado su vida: Belén Cabello, directora de la Fundación Familias para la Acogida; Daniel Almagro, misionero laico comboniano, director del albergue Misión Emmanuel; y José Luis Pinilla, director del Secretariado de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española; en un encuentro moderado por Ángel Misut, presidente de la Asociación Casa San Antonio.

Pocos momentos históricos más oportunos para hablar del fenómeno de la acogida. En una “Europa que ve su conciencia moral puesta a prueba” por la crisis de los refugiados, se nos arroja la pregunta más determinante: ¿puede ser el diferente un bien? La acogida ¿es una iniciativa que nos humaniza, que nos enriquece?

Ante esta pregunta Belén Cabello, que acoge en su casa a madres solteras en dificultades, afirma que “no podría abrazar a otro, al diferente, si antes no hubiese sido previamente abrazada tal y como soy, por todo lo que soy”. Del agradecimiento por este abrazo, dice, nace su apertura para acoger. Daniel Almagro, de su experiencia en el albergue Misión Emmanuel, recuerda cómo empezaron, su familia y él, con mucho miedo. Pero que desde ese paso de fe “Dios nunca ha dejado de apoyarnos, de sostenernos, a través del rostro y las manos de tantos amigos”.

José Luis Pinilla, a su vez, ha destacado de toda una vida dedicada a la inmigración que “la apertura al otro enriquece en primer lugar al que acoge. Esta acogida es un Kairós, una gracia que acontece para el enriquecimiento de todos”.

Todos han coincidido en afirmar que “el asistencialismo es una lacra, porque pone al acogido y al que acoge en una situación de desigualdad”. También en que un fenómeno como el de los refugiados sólo puede afrontarse entre todos, desde la sociedad civil. Y en que acoger es mucho más que pan y techo: es apertura, es mirar al otro desde el amor y partiendo de que necesita lo mismo que todos.  

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