Fronteras nuevas en países viejos

España · Francisco Pou
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8 octubre 2014
Parag Khanna, periodista en World Post, Time, Newsweek, Washington Post y Financial Times, es además un experto especialista que lleva años dedicado al estudio de las fronteras en el mundo, su evolución, y los cambios que se producen  a través de ellas. Las fronteras son una forma de solucionar los conflictos territoriales entre colectivos. Una forma de solucionar no es un problema en sí mismo, sino que es una solución. Ignorar las fronteras ha llevado a soluciones “de despacho” en la Historia. Una guerra “mal acabada”, como es el caso de la I y II guerras mundiales, lleva a nuevos conflictos.

Parag Khanna, periodista en World Post, Time, Newsweek, Washington Post y Financial Times, es además un experto especialista que lleva años dedicado al estudio de las fronteras en el mundo, su evolución, y los cambios que se producen  a través de ellas. Las fronteras son una forma de solucionar los conflictos territoriales entre colectivos. Una forma de solucionar no es un problema en sí mismo, sino que es una solución. Ignorar las fronteras ha llevado a soluciones “de despacho” en la Historia. Una guerra “mal acabada”, como es el caso de la I y II guerras mundiales, lleva a nuevos conflictos.

En plena “globalización”, resulta que nunca el mundo había tenido tantas fronteras como tiene ahora. En 1945, 100 naciones. Hoy son 200, el doble, 200 soberanías que han dibujado nuevas fronteras, pero no precisamente para traer “más paz” al mundo, sino para abrir la era donde mayor número de conflictos locales –algunos de ellos de tremenda crueldad– hemos padecido. Hablamos, sí, de globalización, como un mundo virtualmente sin fronteras, pero la realidad hoy es bien distinta. Es un mundo globalizado para 40 puntos, macrociudades, en el mapa mundial que, ellos solos, representan el 90%  de la economía mundial. Resulta que hay un 90% de la población mundial, además, que nunca dejará sus fronteras.

La presión de la vieja ideología

Resulta de verdad interesante contrastar la realidad con las “versiones” de la realidad que nos dan nuestros prejuicios ideológicos o los fervorines políticos interesados. El objetivo de “nuevas fronteras” es donde  la poderosa industria militar hace su agosto. Aunque, ciertamente, re-establecer una frontera que existió en la antigüedad lleva a reconocer una realidad pacificadora. Ese ha sido el proceso de la antigua Unión Soviética y el problema de los países “están” (Kurdistán, Beluchistán, etc ). También la religión juega su papel en la formación de fronteras.

Friedrich von Hardenberg, poeta y filósofo alemán del siglo XIX, escribía que “la cristiandad tiene que hacerse de nuevo viva y eficaz, y formarse otra vez una Iglesia visible sin respetar las fronteras nacionales, que acoja en su seno a todas las almas sedientas de lo supraterrenal y se haga gustosa mediadora entre el viejo y el nuevo mundo”.

En Europa, el proyecto de creación de fronteras ha llevado a situarse junto a Ucrania frente a Rusia. Previamente, el remozamiento de las fronteras nuevas de la nueva Yugoslavia. Hoy, también el proyecto romántico-burgués en Escocia y en Cataluña, aquí en plena efervescencia folclórica, pero sin fronteras históricas, sencillamente porque Cataluña nunca ha tenido fronteras. Es una guerra “educativa” y un nacionalista del siglo XX explicaba que “nuestro pueblo primero tiene que ser liberado de la confusión desesperada del internacionalismo y ser educado deliberada y sistemáticamente en un nacionalismo fanático”. La cita es de Adolf Hitler. La tragedia que asoló el mundo no tiene parangón. La violencia en el lenguaje, según Joseh Pearce, es preludio de la física. El lema “sobre todo sé fiel a ti mismo”, dice, está en Hamlet, “pero es de Polonio, un relativista, hedonista, que da consejos egoístas, y todos los que le siguen, y él mismo, acaba mal”.

¿A dónde ir?

Resulta interesante escuchar a Khanna su reflexión sobre las presiones demográficas reales, cómo empujan las fronteras reales. Es el caso de la enorme presión china poblando desde el sur y hacia el este de Rusia con enorme crecimiento desde Mongolia, que está desbordada por la pacífica invasión china haciendo posible volver a pensar, en realidad, la situación de independencia (Manchuria) desde el siglo XVII.  La frontera y el país, rescatados por el proyecto soviético, no se tienen en pie frente a la realidad económica y poblacional. Cuando lo que empieza, sin embargo, a tener pies, muchos pies, es la presión musulmana en Europa, donde hay zonas con auténticas ciudades de población musulmana, con comercios, mezquitas, escuelas, musulmanas. Cataluña es ya el tercer foco de presencia musulmana en España. La fijación en uno mismo,  la “fidelidad a sí mismo” en Hamlet, lleva al nihilismo estéril. Nada que proponer. Nada que construir. Nada que defender. Solo el cristianismo originario de Europa puede ser hoy capaz de pasar todas las fronteras.  Capaz de hacer nuevas las cosas que ya son viejas.

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