Fragmentos (de la semana)
Seguimos dando vueltas a la victoria de Trump, con nuestra XII legislatura recién estrenada -ayer lo hizo oficialmente el rey-. Populismos, nacionalismos, el futuro de Europa, y aquí en España, pactos, especialmente en educación. Son muchos los temas sobre la mesa (y la prensa).
´Sucede que a las dificultades objetivas se unen los inconvenientes de una deliberación sometida a un ritmo apresurado, y a un marco interpretativo que favorece una opción desenfocada. A la hora de resolver la crisis, se nos insta a los ciudadanos a hacerlo de inmediato, buscando la gran decisión, el acto de voluntad suprema por el que otorgar nuestra confianza a unos salvadores u otros´ -decía Víctor Pérez Díaz en El Mundo- ´Para la ciudadanía de a pie, el resultado de combinar tanto estrés acumulado en tan poco tiempo con semejante disyuntiva es un alto riesgo de ofuscación mental, incluso para discernir lo que pudiera haber de razonable en los dos extremos. Porque la razón requiere alguna forma de conversación amistosa, lejos del ruido compulsivo de las descalificaciones mutuas; y una dosis de tiempo y calma´.
Por su parte Javier Redondo se expresaba así en el mismo periódico: ´Desde hace medio siglo se emplean modelos matemáticos para tratar de predecir el comportamiento humano. La modelización se basa en la estratificación clásica de las sociedades y se elabora desde la influencia y relación entre los actores tradicionales del sistema -medios, élites, instituciones, partidos, líderes…-. Sin embargo, las respuestas son incompletas y parceladas. Algo pasa y nos lo estamos perdiendo, empeñados en segmentar, ordenar y aglutinar preferencias en sociedades atomizadas´.
Educación. ´Por mucho que se elaboren eruditos planes de estudios, por sofisticadas que sean las herramientas técnicas, por generosos que sean los presupuestos, un aula es siempre el espacio sagrado de relación entre el maestro y el alumno. Un hombre brillante y ocurrente se busca las vueltas. Encuentra el camino hacia el corazón y la mente del chico. ¿Acaso no es esa nuestra experiencia? ¿Acaso de un mar de rostros grises no emerge con fuerza el rostro de ese apasionado ser que nos inoculó el virus del latín, la matemática o la literatura dejándonos para siempre enfermos de avidez de saber?´, comentaba Cristina López en La Razón.
Desde luego, para Antonio Lucas, Louis de Aragon es un maestro. Así habla de él en su artículo de El Mundo: ´es uno de esos hombres que lanzan el idioma más lejos que la vida. Y ahí nos convoca. Y ahí conviene a veces instalarse por un rato, cuando nada queda de ese mundo de afuera que Aragon celebraba, pero aún tenemos por delante su verdad que viene, su embriaguez, su corazón a tiras, su compromiso y esa condición mineral de unos ojos que te miran desde la piel de sus poemas. Es decir, que alumbran, que acompañan, que por un rato también son tu país y tu querer desgraciado. Tu desengaño. Tu alegría. Tu desnudo. Estos poemas tienen esa condición susurrante de la libertad. De la emoción. De la certeza de no estar solo. De no desfallecer: ‘Ya que el vivir no supo cansarme de la vida’´.