Fillon no se mueve

Mundo · Robi Ronza
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8 marzo 2017
Una gran manifestación de solidaridad y apoyo en París ha vuelto a colocar en buena posición a François Fillon, el candidato republicano a las elecciones presidenciales francesas del próximo 23 de abril, con segunda vuelta el 7 de mayo. Fillon estaba contra las cuerdas por la noticia publicada el pasado mes de enero por el histórico semanario satírico Le Canard Enchaîné, según el cual había asignado dinero público para pagar un sueldo como asistente a su mujer, Penelope. Más allá del propio asunto, que se puede considerar inoportuno aunque no ilícito según la legislación francesa, a muchos disgustó que Fillon y su esposa comentaran la noticia desde el principio con declaraciones reticentes y confusas. Habría sido mejor que lo admitieran desde el principio aduciendo las justificaciones que solo después ofrecieron.

Una gran manifestación de solidaridad y apoyo en París ha vuelto a colocar en buena posición a François Fillon, el candidato republicano a las elecciones presidenciales francesas del próximo 23 de abril, con segunda vuelta el 7 de mayo. Fillon estaba contra las cuerdas por la noticia publicada el pasado mes de enero por el histórico semanario satírico Le Canard Enchaîné, según el cual había asignado dinero público para pagar un sueldo como asistente a su mujer, Penelope. Más allá del propio asunto, que se puede considerar inoportuno aunque no ilícito según la legislación francesa, a muchos disgustó que Fillon y su esposa comentaran la noticia desde el principio con declaraciones reticentes y confusas. Habría sido mejor que lo admitieran desde el principio aduciendo las justificaciones que solo después ofrecieron.

Sobre este episodio, la mayor parte de la prensa francesa que le es hostil montó inmediatamente una gran campaña que le costó la pérdida de muchos apoyos. Aunque de momento parece obvio que la candidata del Frente Nacional, Marine Le Pen, ganará la primera votación pero sin alcanzar la mayoría absoluta, los demás siguen en liza por el segundo puesto. De hecho, se cree que un candidato capaz de recoger gran cantidad de votos podría vencer en la segunda vuelta a Marine Le Pen. Hasta que llegó el scoop de Le Canard Enchaîné, Fillon tenía el segundo puesto en el bolsillo, pero luego se vio superado por Emmanuel Macron, exministro del gobierno socialista de Manuel Valls, que se presenta con un programa definido como “de centro”. No por el apoyo del partido socialista, que alcanza mínimos históricos tras el fracaso político del presidente saliente François Hollande, sino por el de una nueva organización, En Marche!, creada ad hoc para apoyarlo.

El éxito de la manifestación de apoyo a Fillon –que congregó el domingo a una multitud de al menos cuarenta mil personas en la monumental plaza del Trocadero– hace pensar que la partida todavía sigue abierta. Fortalecido por este apoyo popular, Fillon resiste ante los que desde dentro de su partido querían que se retirara. Para dibujar un cuadro claro de lo que está en juego, es importante tener en cuenta un elemento sistemáticamente censurado por los grandes medios: Fillon es un católico explícito y consciente, mientras Macron es un “laico” cercano a posiciones más radicales que las socialistas de Manuel Valls, inscrito desde hace tiempo a una logia masónica del Grand Orient de Francia.

Con Fillon vuelve de nuevo a la primera línea la componente católica que después de De Gaulle siempre había sido marginada. Con Macron se afirma en el centro-izquierda la posición que en Francia se utiliza para definir la llamada “segunda izquierda”. No en vano, el pueblo de la famosa “Manif pour tous” era en buena parte, si no en el todo, la gente que se congregó en la plaza del Trocadero para apoyar a Fillon aun a pesar de la lluvia, que en algunos momentos llegó a ser torrencial. Ante esta multitud motivada y paciente, Fillon reiteró su petición de perdón por el contrato a su mujer como asistente, pero también reiteró su candidatura. Ahora se trata de ver si conseguirá volver a la cima a pesar no solo de Macron, y todas las fuerzas de apoyo visibles y ocultas con las que cuenta, sino también de la presión interna desde el bando “laico” de su propio partido, que vio cómo ganaba las primarias en contra de sus expectativas.

Su programa puede ser un ejemplo interesante de aplicación de principios y criterios de evidente inspiración cristiana. Una comparación con el de los otros dos principales candidatos, Le Pen y Macron, ambos “laicos” a pesar de sus posturas contrarias, da una idea de lo prometedoras que pueden ser las respuestas a la crisis de nuestro tiempo de alguien que toma posición desde una visión del mundo cristiana. Entre los quince puntos clave del programa vemos por ejemplo el relativo a la empresa, definida como “motor del crecimiento y de la ocupación”, y el referente a la familia como “primer lugar donde se ejercitan los valores de la solidaridad, nexo entre las generaciones y entre el individuo y la colectividad (…) piedra angular de nuestra sociedad y primer lugar de socialización y educación del niño”.

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