Ferrara, Blair, la guerra de Iraq: el fin de una época

Cultura · Massimo Borghesi
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29 octubre 2015
Giuliano Ferrara es una persona inteligente. En ciertos momentos sabe que es un espíritu libre, ingenioso, un crítico fuera de lo común. Eso mientras no se toquen los fundamentos de una visión neocon, occidentalista, ligada al modelo liberal de los conservadores americanos. Entonces su realpolitik se frena. Este velo a una inteligencia que en otros casos es lucidísima se hizo patente en el artículo que ha dedicado a Blair en el periódico Il Foglio.

Giuliano Ferrara es una persona inteligente. En ciertos momentos sabe que es un espíritu libre, ingenioso, un crítico fuera de lo común. Eso mientras no se toquen los fundamentos de una visión neocon, occidentalista, ligada al modelo liberal de los conservadores americanos. Entonces su realpolitik se frena. Este velo a una inteligencia que en otros casos es lucidísima se hizo patente en el artículo que ha dedicado a Blair en el periódico Il Foglio.

El ex director no consigue contener su gran resentimiento con el ex primer ministro británico. El motivo está claro. Hace unos días Tony Blair, entrevistado en la CNN, pidió perdón por los errores cometidos en la guerra de Iraq que llevó al derrocamiento del régimen de Saddam Hussein. “Pido perdón –dijo– porque el informe de los servicios secretos (sobre la presencia en Iraq de armas de destrucción masiva) era erróneo. Pido perdón también por ciertos errores en la planificación de la intervención militar, sobre todo pido perdón por infravalorar cuáles podían ser las consecuencias una vez derrocado el régimen”. En un momento de la entrevista, Blair explica también que la guerra de Iraq podría ser responsable en parte del nacimiento del Isis: “Aunque no se puede decir que los que derrocaron a Saddam en 2003 sean responsables de la situación en 2015”.

Se trata de afirmaciones que, viniendo del principal aliado de George Bush en la guerra iraquí, constituyen una auténtica bomba. Deslegitiman la ideología neocon que justificó entonces la guerra del Occidente “cristiano democrático” contra la dictadura de Saddam. Una ideología, dicho sea de paso, que es transversal a la derecha y a la izquierda. Recordemos que el principal motivo fue la exportación de la democracia a Oriente Medio con la convicción, típicamente liberal, de que bastaría con modificar la forma del estado para que los pueblos fueran libres. Una persuasión fracasada destinada a ser trágicamente desmentida por la vía de los acontecimientos.

Sea como sea, las confesiones de Blair, desinteresadas o no, obligan también a los más recalcitrantes a hacer un balance crítico de los últimos quince años, desde el ataque a las Torres gemelas el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. Desde entonces hemos entrado en una era “religiosa”, caracterizada por una religiosidad maniquea, guerrillera, la misma que parece triunfar en el presente con las decapitaciones de los fanáticos del Isis. En este periodo de fuego, en que el Dios de los ejércitos es sustituido por el predominio de las fuerzas demoníacas, la guerra en Iraq constituyó, tras la tragedia del 11-S, el verdadero inicio. Su fracaso, explica ahora Blair, es la causa remota de la expansión del Isis.

Pero reconocer esto representa para Ferrara una confesión demasiado dura. Su periódico, junto a gran parte de la prensa italiana, difundió ampliamente la ola guerrera del Occidente democrático en lucha por llevar la luz a los pueblos oprimidos. Reconocer el error es como decir que se han equivocado en todo, echar por tierra años de editoriales, artículos, entrevistas. Un pedazo importante de la propia vida, intelectual y profesional.

Así Ferrara, el espíritu libre, el león apasionado, se cierra como una almeja y repite su guión contra Blair: “La historia de que la democracia y la libertad no se exportan con bayonetas, y que por tanto la guerra contra Saddam fue un error sanguinario, es un insulto indecente a la inteligencia occidental. Querido Blair, te mereces a Corbyn. Lo único por lo que Tony Blair debería pedir perdón es por haber secundado a George W. Bush en la loca empresa de abandonar gradualmente la estrategia de la exportación de la democracia y la libertad a lo largo de su segundo mandato (2004-2008)”. Para Ferrara, “no tiene sentido decir: pido perdón porque las informaciones de los servicios secretos de todos los países de la OTAN sobre los armamentos de Saddam eran inexactas, de hecho es una afirmación demencial”. Si los servicios se equivocaron, son ellos los que deberían ser denunciados, y no quien promovió la guerra.

Pero ahí olvida, o finge olvidar, que la famosa prueba que debía servir para justificar la intervención militar con el consenso de la ONU era una prueba falsa y que los líderes de la administración estadounidense lo sabían muy bien. Como dice Alberto Negri, “Tony Blair pide perdón por la guerra de Iraq, dice que él y Bush se equivocaron: no es verdad, contrastaron las pruebas sobre las armas de destrucción masiva y enviaron a la ONU el 5 de febrero al secretario de estado norteamericano Colin Powell agitando la famosa ampolla que contenía un polvo blanco para convencer a América y al mundo entero de la llamada ‘smoking gun’, la pistola-cigarro, la prueba nunca probada de la existencia del ántrax y de las mortales armas bacteriológicas en manos de Saddam Hussein”.

Estas cosas las sabe también Ferrara, obviamente. Si no las recuerda es solo para confirmar su punto de vista, solo aparentemente “realista”. Es un idealista maquiavélico, un hegeliano que sabe que en la historia los ideales se afirman, muchas veces, con lágrimas y con sangre, a punta de bayoneta. Por eso puede escribir: “La estrategia delineada por los neoconservadores, por Bush y su equipo de cínicos pero eficaces maquiavelos era otra cosa, en continuidad con la historia wilsoniana y rooseveltiana de la democracia americana: el compromiso de la ciudad de lo alto de la colina por disipar las tinieblas, ya se trate de los totalitarismos nazi-fascistas del siglo XX o del yihadismo islámico del XXI. Esta historia de que la democracia y la libertad no se exportan con bayonetas, y que por tanto la guerra contra Saddam fue un error sanguinario, es un insulto indecente a la inteligencia y a la experiencia de la generación que vio liberar por las bayonetas angloamericanas a nuestros padres, nuestras madres y a nosotros mismos en toda Europa occidental”.

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