Excesivo triunfalismo por parte de Renzi
Debemos recordar que la situación es ostensiblemente mejor que la presentada por sus dos antecesores, Letta y Monti. El Gobierno Letta, que tuvo lugar durante la mayor parte del año 2013, cerró el año con un decrecimiento del -1.7% y con una deuda pública del 128.5% de su PIB. Monti, a su vez, a quien en su caso sí se le puede atribuir el año 2012 completo porque tomó posesión en noviembre de 2011, tuvo peores cifras, ya que en su caso el PIB nacional se fue al -2.8%, aunque cierto es que la deuda nacional estaba en el 123.1%. Y Berlusconi, que fue quien gobernó el año 2011 hasta su sustitución por Monti, dejó un dato de +0.6% (solo tres décimas por debajo de lo que Renzi prevé para el conjunto de 2015) y una deuda nacional del 116.4%, si bien ésta había aumentado en 14 puntos desde que en 2008 ganara sus últimas elecciones generales y se hiciera con el control del país.
La realidad es que Renzi tiene en este momento la deuda nacional más alta de Italia en los últimos treinta años: nada más y nada menos que el 135.1% de su PIB, y de ellos casi siete puntos de subida han sido bajo su gestión. En ese sentido, Italia de momento cumple con los objetivos de déficit marcados por la Unión Europea, pero este año y el siguiente lo tiene particularmente difícil para cuadrar sus cuentas tras la sentencia contraria a la medida (noviembre de 2011) del Gobierno de Monti de congelar las pensiones de los jubilados, y cuyo gasto total debe afrontar ahora Renzi.
Además, Renzi no debe olvidar que parte de su crecimiento se debe a factores que pueden cambiar rápidamente, como es la inestabilidad política que se vive en España con las elecciones autonómicas-plebiscitarias de Cataluña (y que ha llevado a que en este momento una parte de los inversores prefieran Italia a España) y la bajada del precio del crudo. De ahí que debe disponerse a realizar nuevos recortes en el gasto público que le llevarán a su enésima lucha con los sindicatos italianos, con los que tiene un enfrentamiento más que abierto tras la aprobación de la reforma laboral hace casi un año.
Lo más positivo para Renzi es que Italia ha recuperado parte de su credibilidad internacional y también la estabilidad po¡lítica tras sucederse cuatro primeros ministros (Berlusconi, Monti, Letta y el propio Renzi) en menos de dos años y medio. Pero seguimos recordando que esa establidad política se sostiene sobre una frágil mayoría parlamentaria que puede romperse con la reforma del Senado que en este momento se encuentra en pleno trámite parlamentario. Una reforma que aún no puede salir adelante porque el Primer Ministro no dispone de los votos suficientes, debido a la cerrada oposición de los ´críticos´ de su partido, aunque ya se verá cómo acaba el asunto. En definitiva, Renzi tiene motivos para el optimismo, pero también para la cautela.