´Europa es lo mejor que le ha pasado al mundo desde el descubrimiento de la penicilina´
Abogada internacional, Miriam González Durántez es presidenta de “Inspiring Girls International”, cuyo objetivo es conectar a las niñas con mujeres profesionales que les ayuden a ver otros modelos lejos de los estereotipos de género. También es autora de “Devuélveme el poder” (Península).
Recientemente opinaba para el diario El Mundo sobre el Brexit, y decía que “lo que empieza ahora es un camino de sudor y hierro en el que las dos partes, la Unión Europea (UE) y el Reino Unido (RU), van a salir malparadas”. ¿En qué sentido?
Normalmente los países abren negociaciones comerciales para comerciar más entre ellos y conseguir una relación comercial más estrecha. Esta es la primera vez, por lo menos en la historia reciente, en la que un país y un grupo de países abren negociaciones comerciales para comerciar menos entre ellos y conseguir una relación comercial menos estrecha. La naturaleza de la negociación del Brexit es la de un juego en el que ambas partes pierden (un lose-lose game) y estamos condenados a debilitarnos mutuamente: para que el Reino Unido pueda vender el Brexit como un éxito el gobierno de Boris Johnson necesita poder demostrar a los británicos que están mejor solos que dentro de un proyecto europeo que ven como perdedor; y la Unión Europea necesita demostrar que el Brexit implica una pérdida de poder comercial y político real en el Reino Unido para que así el resto de los estados miembros quieran permanecer en la Unión y también para que los ciudadanos de los países europeos más ricos sigan financiando la Unión.
El mundo nacido en Bretton Woods llega a su ocaso, ¿cómo se puede ver afectado el sistema de comercio global y nuestras democracias liberales?
El aumento del proteccionismo y la erosión de libertades individuales y la seguridad jurídica es ya una realidad. No obstante, yo soy optimista: a pesar de la retórica proteccionista y las amenazas de guerras comerciales, no hay más que ver las primeras consecuencias comerciales del coronavirus para darnos cuenta de lo tremendamente global que es nuestra economía y de cómo la globalización es imparable. Y también soy optimista con respecto a la democracia liberal: estoy convencida de que el péndulo dará la vuelta y lo importante es haber hecho todos los deberes de repensar las políticas y el reequilibrio del sistema para que en el momento en que ese péndulo vuelva a oscilar, tengamos soluciones y propuestas concretas a los problemas a los que ninguno de los populistas está dando soluciones, especialmente la bajada de poder adquisitivo y la desigualdad. El liberalismo implica un cuestionamiento y evolución constantes: lo importante es seguir con un espíritu de reforma y no consentir que la defensa de la democracia liberal se limite a defender a capa y espada el statu quo. A nivel concreto, creo que la cita política más importante será sin duda la elección presidencial en Estados Unidos en noviembre de este año: una reelección de Trump tendría un efecto psicológico demoledor para los que creemos en los principios liberales; pero una elección del candidato demócrata supondría una vuelta del péndulo de 180 grados.
“La naturaleza de la negociación del Brexit es la de un juego en el que ambas partes pierden (un lose-lose game) y estamos condenados a debilitarnos mutuamente”
Ciertas evidencias éticas o morales van desapareciendo de la experiencia de las personas y el otro deja de ser un bien en muchas ocasiones, ¿es posible trabajar de nuevo la amistad cívica quebrada, recomponer esa conversación inconclusa? ¿Tenemos los momentos y los espacios adecuados?
Yo no tengo conciencia de esa tendencia que implica que el otro esté dejando de ser un bien. La experiencia que tengo en España es justo la contraria: el haber visto cómo toda una sociedad se moviliza después de 2008 para sobrevivir a índices de paro salvajes y salir adelante de una crisis brutal. Un motivo de orgullo para todos los españoles, porque demostraron, una vez más, cómo la sociedad española está muy por encima de sus políticos. Y en el día a día, tampoco veo ese egoísmo al que se refiere la pregunta: en la campaña que lidero, Inspiring Girls, veo día tras día cómo todo tipo de mujeres, de todas las edades, en todo tipo de trabajos y de circunstancias, dan su tiempo libre y su esfuerzo para ayudar a las niñas a cambio de nada. La mayoría de la gente está siempre dispuesta a ayudar, solo necesitan que alguien les diga cómo.
Parece que los políticos solo conectan con la gente a través del conflicto, de asuntos que polarizan, ¿es que no existen en la agenda otros asuntos que unan?
En líneas generales, cuanto más mediocre es el político más necesita de conflicto para destacar. El conflicto que ahora vemos en la política no es el problema, el auténtico problema es la mediocridad que se esconde detrás. Yo personalmente (¡debe de ser la edad!) cada vez tengo más dudas sobre mis opiniones y menos sobre mis valores. Pero no huyo del conflicto y, de hecho, a las personas cuyos valores no comparto ni siquiera les quiero convencer de mis argumentos, sino que lo que quiero es vencerles en unas elecciones para que ni mis hijos ni nadie de las personas que me importan (que son muchas) tenga que vivir bajo gobiernos liderados por ellos.
En España, apenas participamos activamente en las juntas de vecinos, ni en las asociaciones de padres y madres… ¿nos debe preocupar?
Por supuesto. Y participamos poco en el día a día de la política. Lo más preocupante de la sociedad española es la apatía política de la clase media, que está aletargada. Pero creo que en algún momento reaccionaremos, porque está claro que la única manera de que nuestro país sea más próspero, más seguro, y con más bienestar, es arrimando todos el hombro.
Diría que su reciente libro “Devuélveme el poder: Por qué urge una reforma liberal en España” es un beso en la mejilla de la bella durmiente, si es que aún se pueden decir estas cosas… ¿qué le pide a una sociedad despierta?
Que nos impliquemos todos, que exijamos a los políticos que rindan cuentas, no sólo sobre cómo gastan el dinero, sino sobre cómo gestionan el país, sobre lo que hacen y sobre lo que no hacen. Una democracia liberal implica que no nos desentendamos de la política entre las citas electorales, sino que sigamos ahí vigilando a los políticos para que gestionen el poder político que les damos en las elecciones de manera adecuada.
“El liberalismo implica un cuestionamiento y evolución constantes”
Desde su punto de vista liberal, ese compromiso al que suele apelar, en la sociedad del “click”, del instante, del “like”, de deseos cambiantes en la que vivimos, ¿cómo sería?
Cada uno ha de encontrar la manera que más le convenga para implicarse: en algunos casos será apuntándose a un partido político, presentándose a elecciones o colaborando desde atrás; para otros en grupos de opinión; otros a través de las redes sociales, en organizaciones no gubernamentales, escribiendo a los políticos, manifestando nuestra opinión en los medios de comunicación, compartiendo los artículos en los que la prensa cumple su misión de control, en vez de aquellos en los que la prensa se convierte en el coro de los políticos… hay miles de maneras, y la ‘sociedad del click’ lo hace todavía más fácil, pero lo importante es que cada semana podamos decir que, dentro de las posibilidades y límites de cada uno, hemos hecho algo por nuestro interés colectivo y no sólo por nuestro interés individual.
¿En nuestra sociedad digitalizada está realmente la vida privada y nuestras libertades en riesgo?
La digitalización es una oportunidad para que sociedades como la nuestra sigan prosperando. La privacidad es solo uno de los aspectos y hay que tener en cuenta que el concepto de privacidad es generacional: la generación de mis hijos tiene un concepto mucho más abierto de la privacidad del que tiene mi generación. De todas formas, la sociedad digitalizada está básicamente sin reglamentar y lo que necesita son normas razonables y racionales, como cualquier otro sector. Es simplemente una cuestión de tiempo.
Parece que el modelo chino de capitalismo económico, y marxismo digital y político, se presenta como alternativa al modelo del liberalismo político. ¿Está obsoleta nuestra tecnología institucional liberal?
Esta es una discusión que en el fondo no es nueva: en España por ejemplo había personas que defendían la dictadura franquista porque pensaban que la economía del país iba bien. A los que creemos en la libertad por encima de todo, ese modelo no nos vale. Pero eso no implica que seamos autocomplacientes con nuestros modelos económicos: es evidente que hay que recalibrar la redistribución de nuestra riqueza; que hay que hacerlo en paralelo a intentar aumentar progresivamente nuestro nivel de riqueza; y también hay que ser mucho más estrictos en las condiciones de competitividad internacional con otros países (si nosotros no permitimos que fábricas españolas produzcan sin tener en cuenta unos niveles básicos de protección social y medioambiental, es absurdo que estemos permitiendo que se nos vendan productos por empresas de otros países que no cumplen esos criterios mínimos).
“Lo importante es que cada semana podamos decir que, dentro de las posibilidades y límites de cada uno, hemos hecho algo por nuestro interés colectivo y no sólo por nuestro interés individual”
El 9 de mayo es el 70 aniversario de la Declaración de Schuman, y tendrá lugar la Conferencia sobre el Futuro de Europa. ¿La clave federal sería una propuesta razonable para la UE?
No hay prácticamente nadie ya que crea que el federalismo es el futuro de Europa. El reto es encontrar un sistema lo suficientemente flexible que nos permita avanzar a distintas velocidades mientras mantenemos un propósito común. En mi opinión se trata de un sistema de círculos que ni siquiera tienen que ser concéntricos, pero que han de estar articulados en torno a las instituciones comunitarias. Y si logramos hacer esa reforma con suficiente visión en uno de esos círculos podría hasta tener cabida en el futuro el Reino Unido.
Europa, ¿solo un bonito parque temático…?
Europa es lo mejor que le ha pasado al mundo desde el descubrimiento de la penicilina. Es el mayor proyecto de paz de la historia. El proyecto de integración económica más innovador. Y lo único que nos puede permitir a los españoles contar algo en un mundo que cada vez es más de gigantes. Ahora mismo Europa está a la defensiva, pero no hay ninguna razón para que tenga que estarlo permanentemente. Todo lo que se necesita es que uno de los grandes países de la Unión se una al proyecto reformista de Macron. A la luz de los bandazos de nuestra política exterior, España no va a ser ese país. Pero no pierdo la esperanza de que en las próximas elecciones alemanas surja uno de los grandes europeístas del futuro.