Entrevista a Shahrzad Houshmand Zadeh

´Europa debe dar voz a los reformadores del islam´

Mundo · Viviana Vestrucci
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4 enero 2016
El fundamentalismo se combate con una lectura reformada de la religiosidad islámica, que los grandes pensadores musulmanes llevan tiempo trabajando en Irán, Egipto, Túnez, Malasia y otros países, pues toda sociedad tienen necesidad de reformas. Y Europa, que pide a la comunidad musulmana que se separe del terrorismo, debe dar voz a estos reformadores si realmente quiere derrotar a los extremistas. Así lo afirma Shahrzad Houshmand Zadeh, teóloga iraní, profesora de Estudios Islámicos en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, que lleva mucho tiempo implicada en el diálogo islamo-cristiano.

El fundamentalismo se combate con una lectura reformada de la religiosidad islámica, que los grandes pensadores musulmanes llevan tiempo trabajando en Irán, Egipto, Túnez, Malasia y otros países, pues toda sociedad tienen necesidad de reformas. Y Europa, que pide a la comunidad musulmana que se separe del terrorismo, debe dar voz a estos reformadores si realmente quiere derrotar a los extremistas. Así lo afirma Shahrzad Houshmand Zadeh, teóloga iraní, profesora de Estudios Islámicos en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, que lleva mucho tiempo implicada en el diálogo islamo-cristiano.

Los ataques a París, Beirut, Bamako se cometieron invocando “Allah Akbar” como un grito de guerra, y en la reivindicación de los atentados en la capital francesa los terroristas citaron un versículo del Corán. ¿Cómo puede utilizarse un texto religioso para justificar la violencia?

El propio Corán dice que el texto religioso debe ser leído y meditado, y la historia enseña que todos los textos sagrados se han interpretado a veces para el bien de la humanidad y a veces para obtener el poder temporal. Como la Biblia y otros textos sagrados, también el Corán, además de aportar una palabra de esperanza, refleja la realidad vivida por el hombre. El propio Corán habla de versículos “sólidos” (muḥkamât), precisos y claros, porque no se prestan a dudas sobre su significado, y versículos “ambiguos” (mutašâbihâ), que pueden ser interpretados de forma diversa, y afirma que “quien tiene el corazón enfermo puede interpretar mal estos últimos”. Dios, al que lamentablemente vemos hoy invocado por los que matan, en el Corán aparece indicado con tres nombres, que no son los únicos, porque según la tradición islámica son 99 los nombres de Dios. Los tres más importantes y repetidos al principio de 113 de los 114 capítulos del texto sagrado son Allah, que literalmente significa Dios y se usa también en la liturgia de los cristianos árabes, y Ar-Rahman y Ar-Rahim, que tienen la misma raíz, rahm, que significa compasión, misericordia. ¿Por qué entonces utilizaron el término Allah en los atentados? Como decía Gandhi, quien no está en paz consigo mismo está en guerra con el mundo entero, no es el primer caso ni el último en la historia de un grupo de hombres que, en nombre de una ideología o filosofía, o simplemente para conquistar el poder, abusa de un nombre sacro. Desgraciadamente, hemos asistido a grandes violencias cometidas también en nombre del ateísmo absoluto.

¿Puede explicar el significado originario que tienen en el islam las palabras “shari’ah” y “jihad”, tan frecuentemente evocadas por los terroristas en sus acciones?

“Shari’ah” viene de la raíz “sh.r”, que significa “camino, vía”. En la tradición coránica, la vida terrena del hombre no es distinta de la espiritual, y el hombre debe tender hacia el Bien, lo Bello, lo Sacro, transformando su existencia terrena en una vida celestial. Los teólogos y juristas musulmanes extraen indicaciones de los versículos del Corán y de la tradición. Hay al menos cinco escuelas jurídicas, cuatro sunitas y una chiíta, que dan indicaciones respecto a los comportamientos éticos del musulmán practicante, por ejemplo las cinco prácticas cardinales del islam: oración, ayuno, peregrinación, limosna y testimonio. Luego hay normas para el derecho de familia y de la infancia, para las relaciones entre padres e hijos, entre hombre y mujer, etc. Una religión debería poder responder también a las preguntas de la vida cotidiana. Y los juristas siempre están buscando nuevas respuestas a nuevos fenómenos sociales. Esto es la “shari’ah”.

La segunda palabra, “jihad”, viene de la raíz “j h d”, que significa “esfuerzo” que el hombre debe hacer durante toda su vida porque, teniendo la libertad de elegir, debe tender al Bien en vez de al Mal. El Corán y la tradición islámica invitan a hacer este esfuerzo por el bien de los demás, este el sentido originario de la “jihad”. En el versículo 75 del capítulo 4 (“Las mujeres”) se propone “luchar” por Dios y por los seres humanos más débiles en contra de la opresión, por el bien común de la sociedad. En el capítulo 2 (“La vaca”), el versículo 278 condena la usura: “Vosotros que creéis, temed a Dios y renunciad a los provechos de la usura si sois creyentes”, y el versículo siguiente prosigue: “Si no lo hacéis, habréis declarado la guerra contra Dios y contra Su Mensajero; si os arrepentís, conservaréis vuestro patrimonio”. No se debería consentir la injusticia y quedar en silencio. Recuerdo que Martin Luther King decía: “Yo no tengo miedo de lo que hacen los injustos, sino del silencio de los justos”. También el Corán dice que no hay que permanecer en silencio ante las injusticias, y pide que se intervenga. En el capítulo 47, el versículo 4, uno de los más duros del Corán, muy citado por los extremistas, se refiere a la persecución de los discípulos de Mahoma e invita a tomar parte en la defensa: “no tengáis miedo, debéis luchar. Cuando sostengáis un encuentro con los infieles, descargad los golpes en el cuello hasta someterlos. Entonces, atadlos fuertemente”. Pero luego añade: “Luego devolvedles la libertad, de gracia o mediante rescate”. No se puede permanecer mirando a los que causan mal a otros, como los terroristas que entran en París y matan, o los que matan civiles en Libia, Afganistán, Siria, Sudán, Nigeria, República Centroafricana, o cualquier parte del mundo. En estas situaciones, según el Corán, habría que intervenir, detenerles y atarles; y luego, o la gracia o un rescate. Este versículo describe también la finalidad de la lucha: “para que cese la guerra”. Por tanto, “jihad, harb (guerra)” y todas las demás formas de combate no deben mirar al poder, al petróleo o a las piedras preciosas, sino a si la guerra continúa o deja de existir, este es el lenguaje del Corán. Pero por desgracia algunos toman solo la primera parte y no leen la segunda. Esto sucede no solo con el Corán, sino con todos los textos sagrados.

¿Quiere decir que los propios musulmanes no deben permanecer inertes ante la violencia sino reaccionar, con manifestaciones públicas, y separarse de los que cometen violencia?

Eso deberían hacerlo sin duda, no solo testimoniar, sino ser activos en la construcción de una vida social justa. Por otra parte, no me parece muy lógico pedir que, si un pequeño grupo comete un atentado, 1.700 millones de musulmanes tengan la obligación de alzarse y decir: “ellos no son como nosotros, no son verdaderos musulmanes”. No es así con los cristianos, cuando un grupo terrorista en un país cristiano comete un ataque, ¿cuándo se le ha dicho a todos los cristianos del mundo que tienen que separarse? Es una petición muy dura, a pesar de que en muchas ciudades europeas los musulmanes lo han hecho. Pero los medios europeos no dan gran relieve ni voz a esto. Sin embargo, los grandes pensadores musulmanes llevan mucho tiempo poniéndolo por escrito. Por ejemplo, estudiosos iraníes han generado miles de páginas con una lectura reformada de la religiosidad islámica y en Egipto, Túnez, Malasia, Indonesia, Pakistán, están presentes desde hace tiempo los renovadores del pensamiento islámico. Porque toda sociedad, toda lectura, necesita reformas. Europa puede ser de gran ayuda en este nuevo camino de la sociedad islámica.

Por tanto, pluralismo religioso y cultural, respeto a los derechos humanos y de las minorías, paridad de género y reconocimiento del derecho de las mujeres con compatibles con el islam. ¿Existen iniciativas para dar a conocer a los no musulmanes esta realidad y ayudar así a superar la desconfianza que hay hacia el islam?

Los creyentes de varias confesiones religiosas han vivido durante siglos unos al lado de los otros en los países de mayoría musulmana, donde sinagogas e iglesias cristianas y mezquitas estaban muy cerca entre sí en las calles. El fundamentalismo se ha puesto de manifiesto en los últimos treinta años. Debemos preguntarnos cómo sobrevivieron en Afganistán las estatuas de Buda durante 1.400 años con la presencia de los musulmanes (y luego fueron demolidas por los talibanes), y lo mismo con los mausoleos islámicos, destruidos por el denominado Isis. Y habría que pedir que se evitara el término “Estado islámico”. ¿A este grupo terrorista quién le ha reconocido como “Estado”? Sin embargo todos lo llaman así, y esto ofende a los millones de musulmanes, porque es un grupo terrorista que por desgracia se nutre también de las armas construidas en Europa, y que mata fundamentalmente a musulmanes.

¿La renovación del islam puede llevar a una condición distinta para la mujer en Arabia Saudí y en Irán?

Las mujeres sauditas son casi una centésima parte de la población mundial, pero desgraciadamente los medios europeos solo encienden sus focos sobre ellas. Miremos los tres países más grandes de mayoría musulmana: Indonesia, Pakistán y Bangladesh. Indonesia, el más poblado, tiene como presidenta de la república a una mujer, y Pakistán y Bangladesh han tenido por diversos motivos como primera ministra a una mujer. Entonces no podemos hablar solo de Arabia Saudí, que no tiene ni una constitución ni un parlamento, y donde la situación de los derechos demócratas es carente para todos, no solo para las mujeres. En irán, desde hace más de treinta años hay una nueva constitución que ha insertado una cierta lectura de la sharía dentro del ordenamiento estatal. Se puede estar de acuerdo o no, pero hay grandes movimientos intelectuales que están produciendo respuestas nuevas, porque dicen que la mujer europea habrá alcanzado una cierta libertad pero no una verdadera realización de su ser femenino, pues este no se manifiesta solo con expresiones corporales y de belleza física. Las mujeres iraníes a veces eligen voluntariamente una cierta vestimenta también como protesta frente al uso exasperado del cuerpo femenino que se practica en Europa.

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