ETA asesina, es la hora de la certeza común
Este último atentado, como todos los atentados, es una cuestión religiosa. No de clérigos, sino realmente religiosa: porque atañe al sentido de la vida, al significado de una vida en común en un contexto en el que se niega la dignidad de la persona y se hace muy difícil para algunos la libertad. Todos nos preguntamos si para Ignacio Uría puede haber una justicia completa y definitiva. Y en esa pregunta sobre la positividad última de la vida, estamos todos. Para sostener el sufrimiento, la esperanza y la construcción de una democracia en paz.
Sin esa pregunta, a la lucha política, jurídica y cultural contra el terror, absolutamente necesaria, le falta lo esencial. En el momento en el que la Constitución cumple 30 años, todos, cada uno desde su experiencia y tradición, estamos llamados a mantener y avivar una certeza común de este tipo. Estamos ciertos de que el Misterio de Dios, en su misericordia, ya ha hecho justicia a Ignacio Uría. Y a nosotros nos llama a la unidad.