Entrevista a Valentí Puig

´Estamos ante el fruto de un juego parlamentario de bajo vuelo´

España · Elena Santa María
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22 abril 2016
El escritor y periodista Valentí Puig valora en Páginas Digital la situación política actual en que se encuentra España, una situación anómala desde la Transición, donde “quienes hablaban de hacer una nueva política están cayendo en todos los errores de la vieja política”.

El escritor y periodista Valentí Puig valora en Páginas Digital la situación política actual en que se encuentra España, una situación anómala desde la Transición, donde “quienes hablaban de hacer una nueva política están cayendo en todos los errores de la vieja política”.

El ex secretario de CCOO José María Fidalgo afirmó en este periódico que lo ideal habría sido no tener que llegar a nuevas elecciones, pero con un gobierno estable. ¿Cree que había alguna posibilidad?

Quienes hablaban de hacer una nueva política están cayendo en todos los errores de la vieja política. En fin, ni la nueva es tan nueva, ni la vieja es tan vieja. Pero desde luego estamos ante un cierto descrédito institucional, incrementado por la secuencia de graves casos de corrupción. En otro sentido, la cuantía de los escaños anti-sistema refleja estados de opinión deseosos de ruptura, además del secesionismo en Cataluña, aunque ahí se esté en un período de marcha atrás. Todo eso lleva a una falta general de confianza que se traduce en expectativas deterioradas de crecimiento económico, sumándose a la incertidumbre mundial. Estamos ante el fruto de un juego parlamentario de bajo vuelo, sin una idea compartida del bien común. Eso ha hecho tan improbable un gobierno estable. Aun así el Estado de Derecho nunca está en funciones y el gobierno en funciones gobierna, aunque con limitaciones obvias. Pero el país quiere sentirse bien gobernado, que se acabe la corrupción y que el Estado de Bienestar tenga garantizado su futuro. Hay rasgos de inestabilidad, sí, pero no son totales.

¿Qué se puede aprender de estos meses que han pasado desde el 20D?

Distingamos entre accidentes y conflictos. Por ejemplo: las monarquías parlamentarias tienen una larga tradición en Europa, del Reino Unido a los países nórdicos. Pensemos que Bélgica no ha llegado a la fragmentación por el nexo de la Corona. Al formularse la Constitución de 1978, en España se optó por la racionalización del parlamento –es decir, estabilidad– y por la monarquía parlamentaria, después de los vicios del parlamentarismo de los años treinta en Europa. Fue el caso también de la Segunda República. Ahora, incluso con la crisis política y la corrupción, los mecanismos constitucionales funcionan, del mismo modo que los corruptos van a la cárcel. El sistema, a pesar de todo, es suficientemente sólido. Faltaría una regeneración sistémica de los partidos políticos, con lideratos claros y capacitados para las turbulencias del siglo XXI.

El pacto más sólido ha sido el de PSOE-Ciudadanos. ¿Cómo valora ese acuerdo? De cara a las nuevas elecciones, ¿qué habría que cambiar para formar un gobierno estable?

Podemos tuvo unos cinco millones de votos. Irrumpió en las bancadas pero parece pretender una victoria que le hace determinante, como si fuese ya definitivo un cambio de sistema. Añadamos el liderazgo más bien peculiar de Pablo Iglesias, los problemas internos y la conexión de su partido con el chavismo. En general, estamos en un punto de intransigencia política sin perspectiva de bien común y consenso entre todos, los partidos comparten cierta irresponsabilidad. Podemos ha sido excluyente y el socialista Pedro Sánchez parece estar más empeñado en acabar con Rajoy que en gestionar sus resultados electorales. Rivera acierta más en el discurso pero queda por ver la práctica. Por parte de Rajoy, su partido –el PP– va la deriva y el gobierno en funciones carece de cohesión. Pero no parece apropiado hablar de “italianización” de la política española. Son dos casos distintos. En Italia el centro-derecha prácticamente desapareció y el centro-izquierda está reconstituyéndose sobre la marcha. Cierto es que también existe un populismo de extrema izquierda. La diferencia es que en Italia están acostumbrados a sobrellevar situaciones de inestabilidad política, mientras que en la España democrática la situación actual es algo del todo desacostumbrado, insólito si nos referimos a los fundamentos de la transición democrática al morir Franco.

En una entrevista publicada por Páginas Digital, Álvaro Delgado-Gal afirma que tras las elecciones se llegará a un acuerdo por necesidad, no por una actitud de madurez democrática. ¿Cómo ve usted el panorama tras unas nuevas elecciones?

Las encuestas revelan la tendencia de avance del PP y Ciudadanos pero es pronto para que se puedan interpretar de cara a unas elecciones a finales de junio. Depende mucho de las decisiones de futuro personal que tome Rajoy. Estamos ante muchos imprevistos, en España, Europa, en todo el mundo. Y habrá que ver si el PP se reorienta o si sigue con la atonía que Rajoy le ha contagiado. En situaciones de esta naturaleza, el carácter de quienes han de tomar las decisiones importa mucho. No hay bola de cristal, ni aplicando la teoría del caos. Ahora queda todavía más clara, por mucho que se niegue, la ejemplaridad de la Transición. De eso depende cualquier otro panorama post-electoral, tanto para las formas de convivencia, la confianza, la seguridad jurídica o el crecimiento económico.

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