Escenarios tras el crack de Lehman Brothers

A las pérdidas ligadas a las acciones de Lehman se espera que se sume una especie de efecto dominó: una espiral que puede poner en riesgo la estabilidad de los bancos más débiles del país (se habla de unos 80), suficiente para modificar la fisonomía del sistema, lo que puede generar efectos muy perniciosos en el resto del mundo debido a la "globalización" que caracteriza al sector financiero. Además, está el problema de que Lehman era contraparte en el registro de títulos del Estado de numerosos países, ¿qué pasará con estas operaciones? ¿Tendrán que liquidarse cuanto antes, con las consecuencias previsibles que esto ocasionaría a las ya precarias condiciones de las finanzas públicas? Existe también un efecto directo sobre el empleo, con casi seis mil despidos inmediatos sólo en Europa. Estando así las cosas, es natural preguntarse qué están haciendo las autoridades. Después de un fin de semana que ha revolucionado las finanzas americanas, la Reserva Federal está obligada a entrar nuevamente en acción y ya ha anunciado ampliaciones drásticas de los programas para conceder créditos extraordinarios a los grandes bancos y prevenir nuevos shocks en los mercados globales.
A la FED se ha unido, por otra parte, un grupo de 10 gigantes privados de las finanzas (JP Morgan, Goldman Sachs, Bank of America Corp., Barclays PLC, Citigroup Inc., Credit Suisse Group, Deutsche Bank AG, Merrill Lynch & Co., Morgan Stanley y UBS) que ha generado un fondo de 70.000 millones al que pueden acceder los ciudadanos "en dificultad". Para reforzar el aumento de liquidez es probable una bajada de los tipos en los fondos federales. ¿Será suficiente?
En los próximos días veremos la validez de todo esto, pero mientras tanto debemos lanzar un fuerte grito por los errores en los intentos de salvar a Lehman (¿tal vez era demasiado costoso, tras los casos de Bear Stearns, Fannie Mae e Freddi Mac?) y sobre todo el reproche por no llegar, en los USA, a corregir el fenómeno subprime: la crisis era evitable, o al menos contenible, si se hubieran aplicado a tiempo medidas más severas sobre los coeficientes patrimoniales de los bancos más expuestos a los riesgos del mercado (como los de inversión, por ejemplo). La situación en la UE afortunadamente es otra y nuestro sistema bancario es más sólido: por un lado, estamos protegidos por una acción de vigilancia más invasiva, que apunta decididamente al reforzamiento patrimonial de los intermediarios financieros; por otro, tal vez somos más reacios a la introducción de innovaciones financieras que han revelado ser extremadamente peligrosas.