¿Es el fin del bipartidismo?
Las últimas encuestas del CIS pronostican un descalabro mayúsculo de los partidos hegemónicos en las últimas legislaturas y un ascenso espectacular de Podemos. No es que la decepción de los votantes del PP y PSOE sea nueva pero hasta ahora habían mantenido su fidelidad a las grandes formaciones como un mal menor. Lo novedoso es la ruptura del voto cautivo. ¿Cómo y por qué ha comenzado este distanciamiento entre el votante y los partidos políticos? ¿En qué momento hemos dejado atrás la pasión política con la que se vivía en la transición?
Por un lado, los votantes hemos pecado de ingenuidad al esperar que un determinado partido político sea como un bálsamo de Fierabrás que cure todos los males. La realidad ha mostrado la insuficiencia de este pensamiento. Por otro lado, la actitud de la clase política (que tiene los mismos vicios que la clase trabajadora o la clase empresarial) tampoco ha ayudado a que podamos valorar positivamente su gestión. La corrupción, que no es un fenómeno ni novedoso ni exclusivo de España, es un factor esencial para explicar este desapego pero no es suficiente. Y es que como lucidamente ha escrito recientemente Nicolás Redondo Terreros en un artículo en El País ´los intereses de los partidos se han confundido con la política´. Los ejemplos son innumerables: la falta de una separación real entre el poder judicial y el poder político, la plaga de enchufados del partido de turno en cargos sin la cualificación adecuada, la manipulación de la las televisiones públicas, la falta de acuerdo de los grandes partidos sobre unas pocas cosas importantes… obviamente la corrupción.
Las consecuencias de una clase política más preocupada en mantener su modus vivendi que en los problemas de la nación están a la luz del día. El ascenso de los populismos, la presión de los nacionalistas, crisis moral… Dicho con las palabras más precisas del periodista Antxón Sarasqueta “La democracia liberal exige la defensa permanente de los valores que le son propios y combatir en el terreno de las ideas y los hechos todos los vicios antidemocráticos y formas de totalitarismo que tratan de desconfigurar y romper el sistema. No se ha hecho así, y en lugar de fortalecer la democracia se ha debilitado y se ha corrompido el sistema, y a eso obedece la ofensiva que estamos viviendo hoy en España de todos los totalitarismo de izquierda y nacionalistas. ”
Las próximas elecciones generales plantean un posible pacto PP-PSOE. Esto puede ser la ocasión para que estos partidos superen sus viejos vicios y puedan volver a ilusionar. O por el contrario, si siguen anteponiendo sus intereses partidistas a los de la nación lo cual puede ser la última estocada al sistema bipartidista tal y como lo conocemos en la actualidad. Quizá estemos, por tanto, en un momento histórico de cambio de ciclo.
Redondo Terreros apuntaba agudamente el camino que se debe recorrer “la recuperación de la POLITICA con mayúsculas pasa inevitablemente por un debilitamiento de su comportamiento invasivo en las instituciones y en la sociedad civil ¿serán capaces de comprender la situación, de actuar en consecuencia y por lo tanto disminuir su protagonismo?”. Estoy esencialmente de acuerdo con la lectura del exdirigente socialista. Por otra parte, muchos esperan de un cambio en la Constitución como panacea frente a los desafíos actuales. Es obvio que la Carta Magna no tiene que ser algo inmutable, sin embargo, las posibilidades de que resulte un texto mejor son escasas dada la clase política actual y los ideales que la mueven.
¿Qué ocurre si PP-PSOE caen? Esto no tendría que ser un problema si le sucedieran partidos de centro derecha o centro izquierda moderados que pudieran protagonizar una transición dulce usando las palabras de Vicente del Bosque. Sin embargo, es difícil que estas formaciones puedan crecer en la coyuntura actual. Primero porque en épocas de fuerte tensión social, a diferencia de otros momentos, suelen crecer las opciones más radicales. Y segundo, porque no cuentan con ningún apoyo mediático importante. Por contra, estamos ante un terreno abonado para el crecimiento del populismo se llame Podemos o las opciones que puedan aparecer como antagonista a Podemos.
Este escenario descrito nos puede producir zozobra, sin embargo, la historia nos muestra que periodos de decadencia pueden ser el preludio de una época de mayor esplendor solo que la historia transcurre lentamente así que quizá nuestros ojos no lleguen a ver el final del túnel.