Entre Netanyahu y Gantz, si vía de salida palestina

Mundo · Filippo Landi
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2 abril 2019
Apagados los focos sobre Gaza, la campaña electoral en Israel retoma su curso “normal”. La política israelí, en esto, resulta un poco extraña a ojos europeos. El problema de encontrar solución al conflicto con los palestinos se ha convertido en un obstáculo a las estrategias de partidos, viejos y nuevos, que se disputan la mayoría de los 120 diputados de la Knéset, el parlamento israelí. Se habla de todo, de Jerusalén al Golán, de la confrontación con los países árabes “moderados” a la guerra latente con Irán, del apoyo de Donald Trump a Israel a las nuevas posibles alianzas con Arabia Saudí, Egipto…

Apagados los focos sobre Gaza, la campaña electoral en Israel retoma su curso “normal”. La política israelí, en esto, resulta un poco extraña a ojos europeos. El problema de encontrar solución al conflicto con los palestinos se ha convertido en un obstáculo a las estrategias de partidos, viejos y nuevos, que se disputan la mayoría de los 120 diputados de la Knéset, el parlamento israelí. Se habla de todo, de Jerusalén al Golán, de la confrontación con los países árabes “moderados” a la guerra latente con Irán, del apoyo de Donald Trump a Israel a las nuevas posibles alianzas con Arabia Saudí, Egipto…

Por estas razones, misil disparado desde Gaza que explotó en la periferia de Tel Aviv no ha desviado el curso de la campaña electoral. El primer ministro Netanyahu ha intentado evitar una nueva guerra a poco más de una semana de las elecciones, ha debido considerar que el impacto electoral no sería positivo.

El pasado domingo se reabrieron los puestos de control en la frontera entre Israel y Gaza, el de Kerem Shalom para el paso de mercancías y el de Erez para el tránsito de personas. Todo ello a pocas horas de los últimos bombardeos, pero esa reapertura formaba parte del compromiso no escrito que llevó, el día anterior, a contener la rabia de los palestinos de Gaza, que salieron a la calle para recordar el primer aniversario de la Marcha del Retorno de refugiados. Hace un año, en mayo, en un solo día murieron casi setenta palestinos. El pasado sábado, el balance de víctimas fue de cuatro jóvenes muertos a manos de soldados israelíes y un centenar de heridos. Un balance dramático, sin duda, pero contenido. El gobierno de Netanyahu ofreció en las horas previas una serie de aperturas para aliviar las consecuencias del asedio de Gaza en la población: camiones de mercancías y ayuda humanitaria, ampliación de la zona de pesca frente a las costas de Gaza, energía eléctrica más horas al día, luz verde a las ayudas financieras prometidas por Qatar.

Cuando parece que ha vuelto la calma, Netanyahu y su nuevo principal adversario, el ex general Benny Gantz, junto a los líderes de una miríada de pequeños partidos posibles aliados unos de otros, han vuelto a la “confrontación”. Los sondeos afirman que el nuevo partido de “centro” Azul y Blanco de Gantz podría llegar a 31 escaños, distanciándose del Likud de Netanyahu, que podría quedarse en 27. Pero el bloque los partidos de centro-derecha, empezando por los que se nutren de los votos judíos ultraortodoxos, podría regalar a Netanyahu la mayoría en la Knéset, haciéndole superar el listón de los 60 votos necesarios para la mayoría. Ya pasó en las elecciones de febrero de 2009, cuando Tzipi Livni, líder de Kadima, derrotó al Likud de Netanyahu, pero nada pudo contra el bloque de sus aliados.

En torno al partido Azul y Blanco, fundado por los tres ex generales Gantz, Yaalon y Ashkenazi, cuesta además crear una red suficiente de apoyos. Dos de los partidos que tradicionalmente recogen los votos de los árabes con ciudadanía israelí corren el riesgo de verse afectados por una hemorragia de electores, desconcertados por la hipótesis de un posible apoyo al partido de Gantz. De hecho, este partido incluye en su programa la “separación” de los palestinos, pero no habla de un Estado palestino, define el Valle del Jordán como el límite oriental de defensa de Israel, considera a una Jerusalén “reunificada” como capital eterna de Israel, quiere reforzar las zonas homogéneas de asentamientos judíos en Cisjordania. En resumen, puede ser un partido nuevo y de “centro”, pero no parece muy distinto del viejo partido Likud, de centro-derecha, que Netanyahu dirige desde hace décadas.

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