Enmienda a la totalidad

España · José Andrés-Gallego
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26 noviembre 2014
He leído con sorpresa lo que escriben dos personas a quienes leo otras veces con gusto. Uno es Arcadi Espada; el otro, Joseba Arregi; ambos el mismo día y en las mismas páginas. A vueltas con la consulta catalana del 9 de noviembre, claro está.

He leído con sorpresa lo que escriben dos personas a quienes leo otras veces con gusto. Uno es Arcadi Espada; el otro, Joseba Arregi; ambos el mismo día y en las mismas páginas. A vueltas con la consulta catalana del 9 de noviembre, claro está.

Arcadi Espada dice (y lo dice en serio): ´La democracia, una delegación, es el sistema político ideado para que el ciudadano se despreocupe del modo en que debe defender su casa y su hacienda´. Joseba Arregi menciona una frase de Theo Weigel, ex ministro de Hacienda alemán, que le lleva a concluir lo que sigue (bien entendido que soy yo quien añade entre corchetes los casos concretos a que aluden Weigel y Arregi): ´la idea sentimental [Cataluña, Baviera] no tiene por qué condicionar el espacio de solidaridad [España, Alemania], ni las dos juntas el horizonte de libertad [Europa entendida como Unión Europea]´.

Enmienda a la totalidad:

(1) El horizonte de solidaridad de todo ser humano tiene que ser la familia humana. Eso lleva, por ejemplo, a que una guineana que ha superado el ébola venga a España a donar sangre para que nos curemos los que lo necesitemos y que un buen puñado de europeos de la UE esté donde se cuece el ébola y se arriesguen a contagiarse.

(2) Mi horizonte de libertad tiene que ser el mismo: el mundo. Si no me dejan ser libre en todo el mundo, tendré que aguantarme, pero nunca renunciar a que el horizonte de mi solidaridad sea el mundo. Si renunciara a eso, sucedería lo que ya sucede: que la Unión Europea se ha quedado en Mercado Común proteccionista en el que vivimos a costa de aquellos cuyos productos gravamos con aranceles para que no sean competitivos en nuestros mercados. Dejamos incluso que se maten por ello para abastecernos de materias primas.

(3) Hacer que mi horizonte de solidaridad (Cataluña, Alemania, España) sea menor incluso que mi horizonte de libertad (la Unión Europea) es declarar que viviré libremente no sólo a costa de los excluidos de la UE, sino también a costa de los más débiles de la UE. Por ejemplo, impondré a Italia, Grecia, Portugal, Irlanda y algún otro una política de superación de la crisis adecuada a los intereses de Alemania, si es éste mi ámbito de solidaridad. En consecuencia, haré cosas como salvar las cajas de ahorro alemanas a costa de la deuda pública española (y de las propias cajas de ahorro españolas).

(4) Si, para todo eso, cada uno de nosotros delega en unos gobernantes para despreocuparse del modo en que defienden nuestra casa y nuestra hacienda durante cuatro años, podemos encontrarnos con cosas como éstas: (a) Que los hambrientos no puedan esperar cuatro años a que les llegue la comida que debo darles, incluso quitándola de la mía, y se mueran. (b) Que millares de negros mueran por el ébola, y mis gobernantes no se lo tomen en serio hasta que se contagie un español. (c) Que, a los cuatro años, me encuentre con que mis delegados se han quedado con mi casa y hacienda y no van a la cárcel. Si acaso, se juzgan, se condenan y se indultan.

(5) A eso no lo llamaron ´democracia´ ni la madre que la parió (la Grecia de los clásicos) ni Rousseau (el último demócrata a la griega). Lo llamaron ´democracia´ los norteamericanos del siglo XIX. Y nuestros ancestros -unos pronto, otros tarde- terminaron por creérselo.

Advertencia filológica: La traducción de la palabra griega ´democracia´ por ´gobierno del pueblo´ es rechazada por algunos expertos que dicen que el ´demos´ griego no era el ´pueblo´, sino el ´barrio´. Y, en ese caso sí, tenemos un gobierno de barrio: Artur Mas parece gobernar Cataluña con el barrio donde viven los Pujol como horizonte de solidaridad. Rajoy gobierna España con el horizonte de solidaridad en dos barrios unidos llamados Finanzas y Políticos. Merkel gobierna la UE solidariamente con Alemania, o sea consigo misma. Y no se queja nadie porque cada uno tiene un ´ideal sentimental´ en el que goza de plena libertad: Weigel puede oír canciones bávaras y beber cerveza mientras yo escucho jotas en Youtube y prefiero un blanco de Tosos.

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