Enfermo de amor

No estoy aquí para hablar de crisis, pero sí para recordar a muchos clubes de fútbol que el interés nace de las personas que gustan de una afición, en este caso a un deporte. Son estos los primeros en estar ahí cuando los futbolistas necesitan calor y apoyo. No significará un lingote de oro un carnet de socio o el precio de una entrada pero tanto como éstos es el valor del ánimo, presencia y persistencia por encima de las circunstancias. Por eso, me duele y me entristece ver como día a día con horarios que casi a ciegas los clubes firman van a contracorriente que la vida cotidiana del aficionado. Lo mismo puedo decir de los carnets de socio, que esto si incumbe directamente a la directiva de cada equipo.
Guerras de horarios y televisiones aparte, ver futbol de calidad y a buen precio es hoy una tierra prometida para un futuro incierto. Con una media de 53 euros la entrada, efectivamente, una vez más España está a la cabeza en aquello de ser caro de ver.
No toda la culpa la tendrá la crisis, de hecho es posible seguir creciendo como masa social en estos días. El Levante es buen ejemplo de ello ya que han llegado a los 16000 socios y presenta superávit de 2,1 millones.
Reflexión puedo pedir cuando después de mucho tiempo ni el Sánchez Pizjuán se llenó en su derbi favorito. ¿Acaso no merece la pena abaratar los costes para llenar los campos? Creo que cualquier presidente que fuera un poco leal a la razón última por la que lo es, a excepción de magnates del petróleo, desearía como aficionado ver cada fin de semana su estadio lleno.
El fútbol español está enfermo de amor por ver cómo futbolistas y aficionados día a día están más distanciados.