En medio del caos, la ayuda empieza a abrirse camino
Los días pasan volando, las 24 horas no alcanzan. La gente sigue vagando arriba y abajo de la ciudad, a pie, buscando agua, comida, visitando a un familiar para tener noticias o alguien que les preste dinero. Las calles siguen siendo un río de ambulancias, camiones con ayuda, coches de bomberos… Los dominicanos están por todas partes. Dios mío, ¿ha quedado alguien en República Dominicana? Su esfuerzo y humanidad son admirables, una vez más dando ejemplo del gran pueblo que son.
Hago un traslado de heridos y en un momento el coche está en silencio. Extrañado miro al interior, todos duermen, heridos y voluntarios de la Cruz Roja. Unos apoyados en otros, están extenuados. Cientos de estudiantes haitianos de medicina, de ciencias de la educación, psicología… se han graduado automáticamente y forman parte de los centros de socorro o apoyo a los campos de desplazados. Están pasando el examen más duro y con la nota más alta.
La Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (AECID) ha instalado una base en el aeropuerto. Me he enterado de que ha llegado Rosa Beltrán, directora de la Oficina Técnica de Cooperación hasta hace unos meses. Nadie como Rosa, que habla perfecto creole y trabajó en Haití durante años, sabe mejor del contexto y la realidad haitiana, además de demostrar siempre su gran valía como persona. Que esté aquí es una gran noticia. Hoy tendré una reunión con ellos. Hemos de empezar a coordinarnos en este caos. Siguen llegando noticias terribles de los efectos del terremoto fuera de Puerto Príncipe. ¿Quién está ayudando a estas ciudades?
Por la tarde, por primera vez desde el terremoto, me he encontrado con parte de mis colaboradores de Cáritas Puerto Príncipe, reunidos y trabajando en la sede de la Cáritas Nacional, en Delmas 65. Nos hemos abrazado. Sus rostros son otros, ya no son los mismos. Aquí todo el mundo ha cambiado. No hemos tenido muertes entre nuestros técnicos. Todos duermen en la calle, no tienen dinero, están trabajando, pero a la vez tienen a su familia desabastecida. Son también ellos damnificados, víctimas. Han perdido su casa la mayoría, tienen muertos entre sus familiares. Florence, la promotora social que anima y apoya a grupos de campesinos en Fonds-Verrettes, ha perdido a ocho familiares. Aun así, allí están, formando comités y organizando la ayuda de emergencia. Esto es muy difícil, son mis amigos. ¿Cómo puedo ayudarlos? Los teléfonos se han restablecido casi por completo. Es ahora que empiezan a llamarme algunos amigos, todos quieren saber de los otros. El teléfono no para de sonar, cada llamada con alguien querido es de una alegría tremenda. Muchos otros amigos no me llaman o yo no puedo llamarlos. ¿Qué será de ellos?
La actividad es frenética, combinando acciones de emergencia (traslados de heridos) con reuniones con las organizaciones de ayuda. En la calle gente herida te para el coche y te pide que los lleves al hospital. Yo al menos no tengo corazón para negarme. De todas formas, ya ayer por la tarde parecía todo algo más calmado. En Petion Ville, donde vivo, han empezado a abrir los supermercados. Entro en uno y me aprovisiono de lo necesario. Un solo guarda en la puerta y sin armas. No se produce ningún altercado. La gente compra, paga y se va. En general la gente va por la calle con alimentos, huevos, agua, medicinas, gasolina… todo lo que encuentran. No veo robos ni violencia. Pero seguro que en algún lado la tensión ha producido algún disgusto, es comprensible. Estoy también apoyando en el montaje de unas carpas para acoger gente en Cite Soleil y Martisans. Nos han llegado tres camiones de ayuda y creo que hay otros en marcha. ¡Hay tantas cosas por hacer!
Me llegan e-mails de Madrid, muchos familiares y cooperantes, amigos de CESAL están queriendo entrar al país para ayudar. En medio de todo este caos, ya comenzamos a darle forma y dirección a nuestra presencia y ayuda como CESAL.