En la cárcel se puede ser libre
Páginas Digital publica la carta que la estadounidense Kayla Muller de 23 años escribió a su familia antes de ser asesinada por el Daesh.
Si recibís esta carta significa que todavía estoy secuestrada pero que mis compañeros de celda han sido puestos en libertad.
Les he pedido que entren en contacto con vosotros para enviaros esta carta. Es difícil saber qué decir. Por favor, debéis saber que estoy en un lugar seguro, ilesa y sana (de hecho he subido de peso). Me han tratado con el máximo respeto y bondad.
Yo quería escribiros una carta bien pensada (pero no sabía si mis compañeros de celda se irían en los próximos días o los próximos meses). Solo me había dado tiempo a preparar un párrafo. Solo pensar en vosotros me provoca un mar de lagrimas.
Aquí solo he sufrido pensado en el mucho sufrimiento que os he causado. No voy a pediros perdón porque no lo merezco.
Recuerdo que mamá siempre me decía que en todo, al final, al único que tienes es a Dios. He tenido que venir a este lugar para que esas palabras se hicieran experiencia, en todos los sentidos de la palabra, me he rendido a nuestro creador, literalmente, no hay otra cosa… Y por Dios, por vuestras oraciones, me he sentido tiernamente acunada, en caída libre.
La luz se me ha mostrado, en la oscuridad, la luz. He aprendido que incluso en la cárcel uno puede ser libre. Estoy muy agradecida. He llegado a ver que hay algo bueno en cada situación, a veces sólo tenemos que buscar.
Rezo cada cada día y por eso he sentido cierta cercanía y entrega a Dios, y así se ha formado un vínculo de amor y apoyo entre nosotros… Os echo de menos como si hubiéramos vivido una década de separación forzada.
He tenido muchas largas horas para pensar, para pensar en todas las cosas que haré con Lex, para pensar en nuestro primer viaje de camping en familia, en la primera reunión en el aeropuerto. He tenido muchas horas para pensar y en vuestra ausencia, ya con 25 años, me he dado cuenta de vuestro lugar en mi vida.
Por favor, sed pacientes, confiad vuestro dolor a Dios. Yo sé que queréis que yo permanezca fuerte. Eso es exactamente lo que estoy haciendo. No tengais miedo por mí, seguir rezando y por la voluntad de Dios vamos a estar juntos pronto.