Entrevista a José María Marco

´En esta legislatura se han hecho grandes cosas´

España · Juan Carlos Hernández
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13 octubre 2015
´Pienso que ha sido una legislatura importante, en la que se han hecho muchas y a veces grandes cosas. Hemos salido de la crisis económica, se ha reformado en profundidad el mercado de trabajo (algo que todo el mundo daba por imposible), se hizo la reforma financiera, no se ha cedido a los nacionalistas catalanes, se han salvaguardado las instituciones en momentos delicados (estoy pensando en la sucesión de la Corona) y se han puesto en marcha un conjunto de medidas que nos convierten en uno de los países más transparentes del mundo´.

¿Qué valoración hace de la legislatura actual que está a punto de acabar?

Pienso que ha sido una legislatura importante, en la que se han hecho muchas y a veces grandes cosas. Hemos salido de la crisis económica, se ha reformado en profundidad el mercado de trabajo (algo que todo el mundo daba por imposible), se hizo la reforma financiera, no se ha cedido a los nacionalistas catalanes, se han salvaguardado las instituciones en momentos delicados (estoy pensando en la sucesión de la Corona) y se han puesto en marcha un conjunto de medidas que nos convierten en uno de los países más transparentes del mundo. Tampoco se han tocado los fundamentos del Estado de bienestar, que sale reforzado. Y el prestigio de España fuera también es mayor, y basado en realidades sólidas. Queda mucho por hacer, pero en conjunto ha sido una buena legislatura. Ten en cuenta, además, de dónde veníamos…

El Partido Popular se muestra incapaz de reaccionar, enfangado en la gestión económica parece no ver más allá. Por el camino el PP se ha dejado algunos de sus ideales, lo cual ha desilusionado a muchos de sus votantes incluido a Aznar: la relación con las víctimas del terrorismo se ha enrarecido, ley del aborto, han subido los impuestos, los casos de corrupción, la inacción frente al desafío independentista… ¿Hacia dónde va este PP? ¿Quién o quiénes podrían liderar una renovación dentro del partido?

No sé. Me parece que la crisis del PP está relacionada sobre todo con la pérdida de atractivo para los votantes de centro, entre ellos los jóvenes, que parecen haber decidido no votar al PP en las próximas elecciones. El Partido Popular tiene un problema que es propio del centro derecha español: cuanto más centrista quiere ser, más de derechas parece. Tal vez sea una cuestión de liderazgo, de voluntad y capacidad de asumir una posición propia y luego de explicarla y ponerse a la escucha de lo que piensan los ciudadanos. Ha sobrado arrogancia y –paradójicamente- frivolidad. Eso, más que la comunicación, me parece el problema del Partido Popular.

Respecto a Ciudadanos, es justo reconocer que han aportado una bocanada de aire fresco pero tienen el inconveniente de su inexperiencia. ¿Cuál es su techo? ¿Un crecimiento excesivamente rápido podría ser contraproducente?

Los resultados de Cataluña anticipan un salto adelante en todo el territorio nacional, aunque parece muy difícil hacer predicciones. Me atrevo a decir que será una fuerza relevante si se atreve a mantener con rigor la bandera de la nación española y evita las inconsistencias (como lo del patriotismo constitucional, que ya ha sido ensayado por casi todos los demás partidos) y las ocurrencias elitistas, propias del regeneracionismo arbitrista de casino de pueblo, en este caso de departamento universitario, que es más o menos lo mismo. A mí me gustaría que Ciudadanos se constituyera en el gran partido de centro izquierda español, pero para eso hace falta dejar de querer ser un partido bisagra, contento con aspirar a representar a las elites españolas. No me gustan los partidos pequeños ni la fragmentación del espacio político. En cambio, soy muy partidario del bipartidismo.

El Partido Socialista ofrece dudas por su ambigüedad en muchos temas esenciales como por ejemplo la unidad de España. Decía nuestro Julián Marías que una de las taras de la izquierda española, y también de buena parte de la derecha, es la visión negativa de la historia de España. ¿De dónde nace la dificultad de la izquierda española, fenómeno que no ocurre en otros países de nuestro entorno, para sentirse identificados con lo español?

La izquierda española nunca se ha nacionalizado, por emplear una expresión que a Ortega, el maestro de Marías, le gustaba mucho. Y ha utilizado la coartada antinacional para intentar marginar al centro derecha. Con Rodríguez Zapatero el socialismo pasó a ser postnacional y, por lo que va declarando Pedro Sánchez, parece que se han quedado ahí. Es una posición destructiva, abrasiva. Impide los grandes consensos y, peor aún, sitúa los asuntos políticos (que deberían ser siempre objeto de debate y de reformas graduales) en una tesitura de buenos y malos. Me temo que lo vamos a ver en la próxima campaña electoral, cuando el PSOE haga de la reforma de la Constitución el centro del debate, lo que llevará a acabar con el prestigio de la Transición y nos dividirá otra vez en buenos españoles (los que están a favor de la reforma) y malos españoles (los que están en contra, o la quieren de otro modo). En el fondo, la negativa del PSOE a asumir la dimensión nacional de ciertos problemas, que es tanto como reconocer la legitimidad del adversario político, es una forma de segregar y excluir. Es algo bestialmente sectario, y con un fuerte relente nacionalista.

¿Cuál es el recorrido histórico que nos ha llevado a la situación actual marcada por la presión de los nacionalismos excluyentes, el descrédito de la clase política y la irrupción de opciones populistas como son Podemos?

Está la crisis económica, que ha afectado a gobiernos de distinto signo y pareció que abría una oportunidad a la extrema izquierda, como Podemos, y a los nacionalistas catalanes. En vista de la inminente ruina del Estado español –como en el 98- había llegado el momento de acelerar hacia el caudillismo demagógico o la secesión y la independencia, que se parecen bastante, por otro lado. También está la incapacidad de las elites españolas –políticas e intelectuales- para articular la nación política con la cultura y la identidad españolas. Así que después del éxito de la Transición no se continuó el trabajo (en este punto, en otros sí), y hemos llegado a tener una democracia sin nación. No funciona, como se está viendo. Continuar con el experimento nos lleva a un fracaso del que estamos viendo los primeros signos. Son graves.

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