Entrevista a Joseba Arregi

´En el País Vasco necesitamos innovación y creatividad´

Entrevistas · Juan Carlos Hernández
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14 julio 2020
Joseba Arregi reflexiona en Páginas Digital sobre los desafíos que plantea la pandemia que estamos sufriendo. El exconsejero vasco vislumbra un futuro difícil en su tierra ya que quien no vive de su propio esfuerzo está condenado a ser poco innovador.

Joseba Arregi reflexiona en Páginas Digital sobre los desafíos que plantea la pandemia que estamos sufriendo. El exconsejero vasco vislumbra un futuro difícil en su tierra ya que quien no vive de su propio esfuerzo está condenado a ser poco innovador.

Estos meses muchos articulistas han hablado del descubrimiento de nuestra vulnerabilidad. ¿Nos hemos caído del caballo de nuestra presunción de ser como dioses?

En la vieja tradición cristiana de Europa había un himno, que era el Salve Regina, en el que se recordaba que éramos exiliados en este valle de lágrimas, lo que pasa es que determinada impresión de la Ilustración nos hizo creer que habíamos dejado atrás lo del valle de lágrimas y habíamos dejado atrás lo de ser exiliados y que estábamos en la patria verdadera y definitiva gracias a la razón y a la ciencia. Yo creo que esa palabra, vulnerabilidad, oculta algo que ha sucedido al mismo tiempo, que es la fe en la ciencia. Aquí está la contradicción, somos vulnerables pero tenemos un escudo protector, otra palabra muy empleada en estos tiempos, que nos salvará de todas las incertidumbres y es la ciencia y son los expertos. Si ponemos juntas las dos percepciones, la vulnerabilidad y al mismo tiempo la fe en algo que nos salvará de toda incertidumbre como es la ciencia y la calidad de los expertos que saben todo, entonces no sabemos si somos vulnerables o si estamos creyendo en algo que nos va a redimir de la vulnerabilidad, pero no transcendente sino propio, nuestro, que es nuestra propia razón y el producto excelente de esa razón que es la ciencia.

“La vida del hombre es una lucha sobre la tierra”

Julián Marías escribía que “la dificultad ha sido el elemento natural del hombre, y por supuesto lo sigue siendo, aunque se haya ido paliando a costa de tremendos esfuerzos creadores […] Esto lo sabía muy bien el hombre de otras épocas. Las penalidades de todo tipo, las fatigas, los sufrimientos, nada de eso era objeción contra la real grandeza que veían por todas partes, y que significaba una increíble dilatación de su horizonte vital”. ¿Ya no somos conscientes de esta dificultad de la vida?

Recuerdo de niño y también de adolescente que había un confesor en mi parroquia que en todas las confesiones nos repetía siempre la misma idea. La vida del hombre es una lucha sobre la tierra. Nos hemos ido olvidando completamente de eso porque además para algo está “papá Estado”, que con su escudo social y con su capacidad de no dejar a nadie atrás va a hacernos olvidar nuestra fragilidad y la necesidad de tener que luchar todos los días para salir adelante. Nos hemos creído que con la razón humana y su producto más esplendoroso, la ciencia, íbamos a solucionar todos los problemas y superar todas las contingencias

La Premio Nobel Toni Morrison, una autora que me ha gustado mucho, repite en varias de sus novelas que la vida es un regalo de Dios y la muerte es un regalo de la vida. No se puede entender la vida sin la fragilidad de la muerte, sin la contingencia, sin la limitación de lo que significa propiamente la vida, que es un espacio entre algo que no controlamos como es el nacimiento y algo que no controlamos como es la muerte.

Han surgido varios procesos judiciales, no solamente en España, contra la administración acerca de su gestión de la crisis por el COVID-19. ¿Es una pretensión querer judicializar la acción del Estado frente a la pandemia?

Yo recuerdo lo que se nos repetía desde una determinada izquierda, mientras ETA mataba, que no había que judicializar la lucha contra ETA. Eso a más de uno nos puso siempre en guardia. Esa pretensión de que la lucha contra ETA debía de ser solamente política al final implicaba que debe de acabar en negociación y cesión porque no se puede judicializar.

Si la base contra la lucha, contra el asesinato, siempre es la justicia llevada a cabo por el sistema judicial, no sé si será bueno o malo en el caso de la pandemia, pero ¿por qué no hacemos eso que nos gusta tanto a los españoles y a los políticos que es mirar fuera y decir que en todas partes se ha hecho lo mismo que en España?

Recientemente ha habido una sentencia sin apelación posible del Tribunal Superior del estado de Renania del Norte-Westfalia, donde hubo uno de los mayores brotes en una empresa cárnica y eso llevó al confinamiento de una pequeña ciudad, y el Tribunal Superior de ese estado ha dicho que ese confinamiento no es ajustado a la ley porque había otras formas de seguir la lucha contra el brote y había zonas en esa ciudad, que es muy extensa, que apenas estaban afectadas. La justicia ha sentenciado y nadie se lleva las manos a la cabeza, ni se habla de judicializar… para eso están los sistemas judiciales, para valorar si las decisiones administrativas estaban sujetas a derecho. Ese es el sistema que nos hemos dado a nosotros mismos. Cuando sucede eso en otros lugares se hace, y deberíamos de tomar ejemplo, no pasa nada, nadie dice: ¡qué barbaridad se ha llevado a la justicia!

Cuando un policía lucha contra un delincuente y dispara, los jueces someten a prueba la proporcionalidad de la respuesta policial, que es la respuesta del Estado. El Estado ahora ha respondido a un problema. ¿Por qué no pueden los jueces someter a la prueba de proporcionalidad la respuesta del Estado? Y eso nos beneficia a todos. Con toda tranquilidad, no es una cuestión de derribar gobiernos, es un juego normal en la democracia que nos hemos dado.

“Para que la unidad y la diversidad funcionen es esencial un principio de lealtad”

¿Cómo conjugar las ventajas de un sistema descentralizado con un desafío global como esta pandemia que requiere una respuesta de Estado?

En España falla por la base todo lo que conjuga la unidad y la diversidad. Un sistema federal se basa en dos o tres principios fundamentales. Primero es la lealtad federal. El conjunto es leal con sus partes y las partes son siempre leales con el conjunto.

Esto ni se ha planteado en España ni se ha hecho doctrina de ello ni se ha exigido a nadie… pues estamos en una situación en la que o reina la unidad o reina la diversidad pero no reinan ambas cosas. Alemania es federal, los Estados han tomado muchas decisiones y eso no lo ha hecho inoperante. Se pueden combinar ambas cosas pero desde el principio de la lealtad. Tiene que saber cada uno cuál es su competencia. Aquí por razones espurias, no por un concepto distinto de Estado sino porque yo quiero tener con el Gobierno central solamente relaciones bilaterales, sometemos todo a unas tensiones terribles. El Ministerio de Sanidad se dejó vacío, ¿tenía que estar vacío? No. El Ministerio de Sanidad alemán claro que tiene competencias. Lo que aquí llamamos la sanidad pública está formulada de un modo distinto en Alemania porque creemos que lo público solo se puede organizar como lo tiene organizado España. En Alemania ni existe un aseguramiento único universal ni existe una prestación sanitaria única, lo cual no quiere decir que no exista una asistencia sanitaria universal a todo el mundo. Está organizado de una forma muy diferente. Tanto mirar hacia fuera y no terminamos de aprender porque no entendemos lo que se hace en otras partes. Y así seguiremos con estos debates inútiles que nos llevan tanto tiempo y que no conducen a nada productivo.

Ahora que se han celebrado las elecciones en su tierra, ¿qué necesita el País Vasco?

Para mí una cosa muy simple y sencilla que es innovación y creatividad, pero no hay innovación y creatividad si no hay crítica y especialmente si no hay autocrítica. No hay un ápice de crítica seria de las cosas básicas y fundamentales.

Al menos como apariencia, en el resto de España el País vasco pudiera parecer una región próspera y razonablemente bien gestionada, al menos en la gestión económica. ¿Es así?

Sería muy recomendable un artículo de José María Ruíz Soroa, con criterios claros, que ha escrito en El Correo titulado “Por debajo de la satisfacción” que desmonta radicalmente esa impresión.

¿Por qué?

Porque explica de dónde viene nuestra mejor situación económica y financiera. No es debido a nuestro esfuerzo propio, que yo creo que nos llevará a un futuro negro porque quien no vive solo de su propio esfuerzo sino que vive de algo añadido apropiado, sin ser para nada suyo, se está condenado en el futuro a ser muy poco creativo e innovador.

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