En el centro de Europa, Alemania

Mundo · Ángel Satué
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15 enero 2018
El viernes pasado Alemania se afianzó un poco más en el centro de Europa. Su centro político. Atrás queda el viejo aforismo forjado durante los 40 años posteriores a la II GM, de que era un gigante económico pero un enano político. O al menos, la casi segura Gran Coalición (GROSKO) lucha con denuedo contra ello.

El viernes pasado Alemania se afianzó un poco más en el centro de Europa. Su centro político. Atrás queda el viejo aforismo forjado durante los 40 años posteriores a la II GM, de que era un gigante económico pero un enano político. O al menos, la casi segura Gran Coalición (GROSKO) lucha con denuedo contra ello.

Un afamado sociólogo y encuestador alemán advertía ya en diciembre que Alemania debería ser el más entusiasta de las reformas de Macron, sin llegar a sustituir al francés. Y es que los tiros parecen ir por ahí. Schulz, anfitrión de las conversaciones para reeditar la GROSKO (en política los gestos son importantes), ha dado al documento de 28 páginas, cuya versión final se materializó el pasado viernes, una impronta reformista europeísta clara.

Tras 24 horas de ardua discusión entre la CDU, la bávara CSU y los socialdemócratas del SPD para determinar si finalmente había bases para el inicio de conversaciones formales, las tres partes alcanzaron un principio de acuerdo en pos de dar un gobierno al estado que domina el centro geográfico de la península europea de Asia, Alemania (no sin oposición interna de los más izquierdistas, como Kühnert, líder de las juventudes, el alcalde de Berlín y presidente interino del Consejo Federal del partido, Müller, o los socialistas de Sajonia-Anhalt –con escaso peso en el Congreso Federal–, los de Hesse o Renania del Norte-Westfalia).

Merkel ha conseguido que no se suban los impuestos, mientras que Schulz ha logrado que los empresarios eleven sus cotizaciones al seguro médico de los trabajadores por cuenta ajena (mientras se reduce la contribución al seguro de desempleo). Tal vez aquí se enfrenten los dos modelos de trabajadores de estos primeros años de siglo: los que son por cuenta ajena, y los que son por cuenta propia. Asimismo, se acuerda que en 2025 las mujeres van a promocionar en la Administración en idéntico porcentaje que los hombres para las posiciones de liderazgo. Por otro lado, se incrementan (gradualmente hasta 2012) en 25 euros las prestaciones por hijos, mientras que ambos partidos convienen que las guarderías tiendan a no costar nada a los padres (conscientes del problema demográfico). En materia educativa, el gobierno federal pasa a poder cofinanciar la misma, transferida a los Länder (como en España), mientras se enfatiza la autonomía de estos en la materia. En materia de pensiones, se crea una Comisión de Pensiones y a cualquiera que haya trabajado más de 35 años, cuidado de parientes o criado hijos –esto es, pilares de las relaciones de la comunidad– se le reconoce un 10% más que a los demás. En el delicado asunto de la inmigración, que la opinión pública alemana, y en general de la mayoría de los países centroeuropeos, considera un asunto de “reserva de regulación únicamente nacional”, y no europea, el techo de inmigrantes pasa a estar entre la horquilla de 180.000 a 220.000, sin facilidades para la reagrupación familiar en el caso de los refugiados, que se limita a 1.000 personas al mes, por razones humanitarias. No se va más allá en el asunto de la inmigración. Además, se dice en el documento que la inmigración queda “orientada a los intereses económicos de Alemania”, y que se buscará “la afluencia de profesionales cualificados”.

Como dice el diario Speigel Online y ya apuntó antes PáginasDigital, la clave a partir de ahora es ver cómo logra convencer Schulz a los delegados asistentes a un Congreso Federal del SPD especial que, dentro de una semana, tendrá lugar. Si no da su visto bueno a la gran coalición centrista de Merkel, el SPD no sólo habrá limitado sus posibilidades de influir en la política alemana, al escorarse a la izquierda, sino que habrá acabado con la carrera política nacional de Schulz, de los líderes de la CDU –Merkel la primera–, de la CSU y del propio presidente Seehofer y, en clave europea, el propio Macron tendrá muchas dificultades para sacar adelante sus pretendidas reformas de la Unión. Merkel no aguantaría haber intentado dos coaliciones y no haber logrado ninguna. Europa, por la UE, estará más que nunca en peligro, dado el peso de Alemania y el Brexit.

Pero Alemania, su clase dirigente, que a diferencia de la española sí piensa en global y en lo internacional, responderá a los retos a los que se enfrenta.

El documento acordado dice que “los desafíos globales necesitan respuestas europeas. Estamos de acuerdo en un claro rechazo al proteccionismo, el aislacionismo y el nacionalismo. Necesitamos más internacional y más cooperación”. “La política exterior y de seguridad común europea debe fortalecerse en términos de una fuerza de paz de Europa”. Merkel ya dijo en Año Nuevo que hay asuntos europeos por su propia naturaleza, como el cambio climático, o las relaciones con China o EE.UU. (no mencionó a Rusia), que necesitan a la UE.

En lo que se refiere a la Unión y a Francia, el documento “quiere reforzar una zona euro sostenible, de modo que el euro soporte mejor las crisis globales”, “en estrecha colaboración con Francia”, situando el Mecanismo Europeo de Estabilidad como el paso hacia un Fondo Monetario Europeo, controlado por el Parlamento europeo. Sin duda, lograr que se instaure en la UE el principio “de igual trabajo igual remuneración” es un logro de los socialdemócratas, que asimismo han logrado acordar con los socialcristianos y conservadores una base de acuerdo para evitar el “dumping social”, tratando de desarrollar “un marco para las regulaciones de salario mínimo y para los sistemas de seguridad social”, así como “evitar el dumping fiscal”, “apoyando” una base impositiva común consolidada en toda la UE, y unas tasas mínimas de imposición corporativas, para evitar casos como los de Apple, Google, Amazon o Facebook. Todo ahonda en la idea de un mayor presupuesto de la Unión Europea, reconociendo que “Alemania está lista para una mayor contribución al presupuesto de la UE”, para contar con “un presupuesto específico para la estabilización económica y el apoyo a las reformas estructurales de la zona euro”, sobre la base de “profundizar en solidaridad”, “cohesión de Europa sobre la base de sus valores democráticos y constitucionales”, poniendo en valor “la tranquilidad de la unificación europea”.

Como si se tratase de un “neobismarkismo” –Bismark sabía, con intuición geográfica (Kaplan), dónde estaban los límites geográficos de Alemania–, Alemania, país de la lengua que inventó la palabra Geopolitik (la geografía y las fronteras para comprender la política), parece que busca unos nuevos acuerdos con la Francia del Elíseo –55 años después– para volcarse en un nuevo proyecto de construcción nacional, esta vez con dos vertientes, la alemana (desarrollo económico, integración, seguridad, democracia y participación) y la europea (hacia una Europa presente e influyente en el mundo), alejado del otro nacionalismo expansionista de 1914-1944.

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