Emergencia laboral: la ´solución social´ deshumaniza

Marzo era según Zapatero el mes en el que las cosas iban a empezar a mejorar. El plan para que los ayuntamientos generaran puestos de trabajo, las medidas para facilitar el crédito a través del ICO y las iniciativas del Plan E se han disuelto en la debacle laboral del primer trimestre. La economía española destruye puestos de trabajo a una velocidad que da vértigo. Y Zapatero sólo aumenta el déficit no productivo, convirtiendo al Estado en un durísimo competidor de la iniciativa social en la búsqueda de financiación.
El gobernador del Banco de España ha repetido hasta la saciedad que es necesario realizar reformas estructurales. Pero en Moncloa hay instalado un cortoplacismo que impide ponerse en serio a trabajar, convocar a la oposición y a los agentes sociales, y buscar un gran acuerdo que, como los acuerdos de la transición, empiece con una explicación a los españoles de los sacrificios que tenemos que hacer juntos para hacer frente a la situación.
Este domingo Zapatero en Madrid ha insistido en lo mismo. Y ha arremetido contra "aquéllos que jalean groseramente las peticiones de reformas laborales y contención del gasto; a aquéllos que denuncian con cinismo que no se gaste más y que nos piden reducir la inversión pública". El gasto no se aumenta porque haya inversión, el gasto es gasto corriente. Pero es el recurso al conflicto, siempre el conflicto.
Hay ya más de un millón de familias con todos sus miembros en paro. Necesitan trabajo y el presidente del Gobierno lanza una "bonita frase": "la salida de la crisis será social o no será". En esa frase hay condensada toda una concepción ideológica que ha sustituido la necesidad del trabajo por la necesidad de uno de los frutos del trabajo. El trabajo es mucho más que una prestación. "El trabajo -decía don Giussani en su libro El yo, el poder y las obras (libro recientemente reeditado por Ediciones Encuentro)- es la expresión total de la persona (…), la expresión de la relación de la persona con las cosas y con la realidad presente", con el destino.
Por eso la sustitución del salario por una prestación de desempleo sólo puede ser una solución transitoria y no la respuesta a la crisis. Aunque tuviésemos dinero público suficiente para gastar, que no lo tenemos sin condicionar seriamente nuestro presente y nuestro pasado, la fórmula de Zapatero lo que entiende por "social" supone una deshumanización que no conviene a nadie.