Elecciones municipales, primer test serio para la gestión de Matteo Renzi
Tras casi dos años y medio de Gobierno (an agosto los cumplirá), y con la izquierda de su partido totalmente en el olvido (¿quien se acuerda ahora de D´Alema, Bersani o Bindy?), el Gobierno presidido por Matteo Renzi se presenta con un amplio bagaje a sus espaldas. Nada más llegar al Gobierno, ´regaló´ 80 euros mensuales a todos los italianos con sueldos inferiores a 1.500 euros netos; invirtió 1.500 millones de euros en restructurar las escuelas del país al tiempo que logró la estabilidad para todos los profesores precarios. Además, pagó casi todas las deudas del Estado a los privados (lo que se conoce como ´pago de proveedores´), logró la presidencia de la República para su candidato (Sergio Mattarella) por una amplia mayoría (665 votos de poco más de 1.000 posibles); eliminó las diputaciones; y, finalmente, consiguió que los mismos senadores suprimieran el Senado como cámara con el mismo poder legislativo que el Senado. Todo ello sin olvidar la aprobación de una nueva ley electoral (la Italicum) con la que espera dar mucha más estabilidad políticas al país.
Además, ha neutralizado a los viejos sindicatos (que cierto es, ya estaban de por sí muy debilitados), acostumbrados a actuar como centrales con las que había que pactar previamente las leyes laborales, lo que le ha permitido aprobar unos contratos precarios subvencionados, llamados ´de garantías crecientes´, que adquieren los trabajadores a medida que transcurren los meses; ha eliminado casi la totalidad de los impuestos laborales a cargo de las empresas; y ha introducido el despido ´protegido´, que no existía para todos. Al neto de altas y bajas, significa unos 70.000 puestos indefinidos de trabajo, según datos del año 2015. Todo ello, por cierto, forma parte de una reforma laboral que hizo aprobar en la Nochebuena del año 2014.
En lo judicial, ha simplificado los procesos civiles, que antes podían durar hasta 20 años, un problema que, junto con impuestos muy altos y sin posibilidad de despedir al trabajador (eso sí, se mantiene vigente la obligación del empresario de readmitir al trabajador de manera inmediata si el despido es considerado nulo), llevaba a que los principales inversores extranjeros no quisieran invertir en Italia. Lo cual ha supuesto solo una transformación a medias, porque los inversores saben que en la vecina España las condiciones de contratación y despido son aún mejores que en Italia, por lo que seguramente tendrá que hacer una segunda reforma laboral (que le iguale con España) para atraer las inversiones que en este momento llegan con cuentagotas.
Por otra parte, ha creado un organismo contra la corrupción (muy necesario en un país que es uno de los más corruptos del Primer Mundo) que examina previamente todas las contratas públicas nacionales. Y ahora está intentando resolver el caos financiero de numerosos bancos, con fusiones, cierres o ventas, aunque la opacidad con la actúa poco le beneficia. Por último, está ofreciendo incentivos económicos para que los jóvenes que ni estudian ni trabajan puedan entrar en el mercado laboral, y también está poniendo en marcha políticas de fomento de la natalidad que beneficiarán a las familias que tengan tres y cuatro hijos, ya que Italia es uno de los países más envejecidos de Europa, y, en conjunto, del mundo, y necesita rejuvenecer a su población para poder hacer frente al pago de las pensiones.
¿Será todo esto suficiente para obtener premio en las elecciones municipales? En estas semanas venideras lo sabremos. Mientras, Renzi sigue con sus constantes reformas, y con la tranquilidad de que, a día de hoy, puede superar cualquier moción de confianza porque cuenta con una mayoría de gobierno sólida, como se ha puesto de manifiesto en numerosas ocasiones.