El Sunset limited (C. McCarthy)
La conocida pieza de teatro de Cormac McCarthy, publicada en 2006, nos presenta el diálogo a quemarropa entre un blanco y un negro. No sabemos sus nombres. Sabemos sólo que el blanco tenía “un billete de ida en el Sunset Limited” y que el negro se lanzó a las vías del tren para rescatarlo.
El profesor universitario, el blanco, se carga de razones y, de algún modo, expresa ese orgullo impotente tan característico de la decadencia occidental. En realidad, emerge como el último residuo de voluntad, de afirmación de uno mismo frente a la nada del mundo. “Pero aun así, digo yo, para qué sirven todas esas ideas si no lo mantienen a uno clavado al andén cuando entra el Sunset Limited a más de cien por hora”. El negro no es un intelectual, al menos en el sentido en que lo es su interlocutor y, sin embargo, un puñado de viejas razones le mantienen pegado a la vida.
“Sólo pienso en minimizar el dolor. Mi vida consiste en eso”. El negro, en cambio, no teme hablar de sus miserias ni de sus delitos, porque habla sin temor de Dios y del sentido de la vida. Pero para el mortecino profesor, Dios y el sentido de la vida son ya meros recursos estériles, palabras vacías; la vida pesa demasiado como para ocuparse seriamente de ellos. Sus esfuerzos se concentran en “minimizar el dolor”, pero en último término, tenemos que decirlo, el dolor sólo se puede apagar en el andén del Sunset Limited. En un inhóspito piso, despojado de todo, un hombre intenta mirar a otro e, impotente, desea devolverle a la vida.