El sublime ´Amazing grace´ de Leanne Rimes

España · Quique Chuvieco
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3 octubre 2013
El fondo, un altar de una iglesia. Aparece lentamente la joven mujer y comienza a entonar Amazing grace (Gracia sublime). Su voz recorre a capella -en soledad humana- la vieja canción del esclavista John Newton, que la escribiera en 1775 tras su arrepentimiento por el infame tráfico humano ejercido.

La hembra, Leanne Rimes, continúa con su imprecación; se ha metido de lleno en la petición de aquello que no es de este mundo y pone todo su ser y talento vocal en vibratos, subiendo desgarradoramente hasta el cielo con falsetes solicitando todo del que puede dárselo. Así pasan alrededor de cinco minutos en los que uno se estremece y llega a ponerse de rodillas, entendiendo que es la posición más razonable.

Esta maravilla está en Youtube. Basta teclear Leanne Rimes "Amazing grace".

Desde Johnny Cash hasta Elvis, pasando por Destiny Child, Mahalia Jackson, Paul Simon y más de cien artistas han versionado este himno litúrgico, pero para mi gusto ninguna como la de la blanca Leanne Rimes, con la que uno revive en primera persona la petición de la cadena humana de hombres y mujeres que se han colocado en la posición del publicano de la parábola evangélica ante su Creador.

La grabación de Amazing grace por la habitual cantante de pop (algunos discos anteriores me han dejado indiferente) que contemplamos en Youtube es la soledad del hombre con Dios, desprovista de instrumentos, sólo con la voz, que llega a ser grito, sollozo, petición, desgarro hasta romper en falsete cuando la petición es tan honda que la garganta no aguanta el potente empuje del deseo. Todo ello para recorrer estas milenarias estrofas como el cansado mundo:

Sublime gracia del Señor

que a un infeliz salvó.

Yo ciego fui, mas veo hoy.

Perdido y Él me halló.

Su gracia me enseñó a temer,

mis dudas ahuyentó.

¡Oh, cuán precioso fue a mi ser,

cuando Él me perdonó!

En los peligros o aflicción

que yo he tenido aquí,

Su gracia siempre me libró,

y me guiará feliz.

Y cuando en Sión por siglos mil

brillando esté cual sol,

yo cantaré por siempre allí

Su amor que me salvó.

No puedo olvidar en este momento la película de Michael Apted, Amazing grace (2006), basada en la lucha del parlamentario cristiano británico William Wilberforce (Ioan Gruffud) contra la esclavitud en el siglo XVIII y que le enfrentó a algunos de los hombres más poderosos de la época. Uno de los mejores filmes de los últimos años, que se estrenó el pasado año sólo en versión original en un cine de Madrid.

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