El rey de Jordania: ´Los cristianos, el corazón de nuestra región´
“Permítanme decirlo una vez más: los árabes cristianos son una parte esencial del pasado, del presente y del futuro de mi región”. Oír esta afirmación de boca de un descendiente de Mahoma, el soberano hachemita Abdalá II, ante la Asamblea general de la ONU es un gran consuelo para los cristianos de Oriente Medio en este momento de gran dificultad.
En realidad, el rey de Jordania no se cansa nunca de repetir que las comunidades cristianas no pueden de ninguna manera considerarse como huéspedes o extranjeros en la tierra que vio la primera difusión del cristianismo. Lo repitió delante del Papa Francisco durante su reciente visita a Jordania, y sobre todo lo ha traducido a hechos, acogiendo en su reino a los cristianos que huyen de Iraq.
En la misma longitud de onda se han movido más de 120 ulemas sunitas de todo el mundo, entre ellos muchos de Egipto y Jerusalén, que en una carta conjunta enviada al “califa” del IS han denunciado su violación de los preceptos del islam, dándoles una interpretación “ilegítima y perversa”.
“¿Quién te ha dado la autoridad sobre la Umma?”, preguntan los firmantes de la misiva, respondiendo al hecho de que “un grupo de unos cuantos miles de hombres haya nombrado por sí solo al líder de más de 1.500 millones de musulmanes”, y piden a Abu Bakr al-Baghdadi que deje de usar el término “Estado islámico”. En el texto, los eruditos recuerdan a Baghdadi que el islam prohíbe “matar a inocentes, diplomáticos, periodistas y cooperantes”. La carta define el asesinato de prisioneros como “innobles crímenes de guerra”, refiriéndose concretamente a varias muertes perpetradas por este grupo. Basándose en el Corán, los ulemas observan que la religión islámica no permite “causar daño o maltratar” a los cristianos o a cualquier otro grupo monoteísta, entre ellos los yazidíes, una de las comunidades que más han sufrido las atrocidades del IS en Iraq.
Respecto a la “guerra santa”, insisten en que se trata de una “guerra defensiva” que solo se puede realizar con “una causa, un propósito y normas de conducta correctas”. Los ulemas señalan además que en el islam “está prohibido forzar a la conversión, negar los derechos a las mujeres y niños, y torturar”.
En Francia, la horrenda decapitación de Hervé en Argelia ha animado a un grupo de profesionales musulmanes a expresar su “repulsión” en un llamamiento publicado en la página web de Le Figaro, donde afirman que “nosotros también somos sucios franceses” y se declaran consternados por los “suplicios infligidos a nuestros hermanos cristianos, yazidíes o musulmanes, en Siria, Iraq, Nigeria y otros lugares”. “Es nuestro deber”, añaden los firmantes, hacer un llamamiento a todos los musulmanes para que “denuncien su malestar ante esta manifestación de barbarie”. El director de la mezquita de París animó a los musulmanes de Francia a participar en una manifestación para denunciar los actos de terrorismo cometidos en nombre del islam. En un comunicado, Dalil Boubaker también ha invitado a un momento de recogimiento y solidaridad “para denunciar el horror bárbaro y sanguinario de los terroristas que, en nombre de una ideología mortal, distorsionan el islam y sus valores”.
Volviendo al Palacio de Cristal, el emir de Qatar reiteró en su discurso ante la Asamblea general de la ONU que su país “forma parte de la lucha internacional contra el terrorismo”. Pero el jeque Tamim Al Thani ha advertido que “la paz y la estabilidad de los países no pueden prescindir del diálogo y de la justicia, y las relaciones deben basarse en los principios del derecho internacional”. Y añadió: “La sociedad árabe es la primera víctima del terrorismo”.