El retorno del PRI y la urgencia de educar
Diversos factores pudieron contribuir a esta victoria del PRI. Quizá el desprestigio y los problemas internos que sufre el PRD empujaron a ciertos votantes hacia la opción más cercana. Por otro lado, que el PRI le haya arrebatado al PAN dos estados tradicionalmente suyos, Querétaro y San Luis Potosí, podría ser una llamada de atención a los gobiernos de ese partido. Pero más que un análisis de las causas de este resultado, seguramente complejas, ¿qué consecuencias tiene? ¿A qué responsabilidad nos llama?
Es necesario recordar que, si bien el PRI se ha sumado a reformas importantes en los últimos años, continúa siendo un partido que tradicionalmente cree en el control del Estado sobre la educación y sobre ciertos sectores de la economía, y que se siente cómodo con una libertad religiosa limitada al culto y a la esfera privada. Es también un partido que no ha desmantelado del todo su estructura corporativista y clientelar, y que posiblemente conserve ciertos aspectos del régimen económico actual, pero sin buscar una apertura significativa en lo social por iniciativa propia.
Lo anterior, lejos de ser una razón más para el desencanto que muchos sienten con respecto a la política, es un reclamo a una mayor responsabilidad. Después de las votaciones, es necesario trabajar, dialogar y exigir a quien haya sido elegido, pues, como reclamaron los obispos mexicanos en su documento sobre el voto, es la participación de la sociedad la que rehabilita y reorienta la política. Por esto, ningún resultado electoral, así como ningún paladín con las mejores intenciones, pueden sustituir la responsabilidad que tenemos en la construcción cotidiana del bien común. Con la apertura democrática y los desafíos que tenemos, se advierte cada vez más la necesidad de una educación cívica, pero no como asignatura adicional en la escuela, cuyos contenidos sean definidos por el poder en turno, y ni quisiera como un programa específico de valores dentro de las iglesias o universidades. El desafío es formar a la persona como es, hacerle descubrir las exigencias humanas que le constituyen y proponerle una experiencia de respuesta que pueda ser verificada y expresada en todos los ámbitos. Es urgente que nos planteemos esta necesidad educativa dentro de realidades sociales como la familia, las comunidades religiosas, las escuelas y las universidades porque, como es evidente en otros países latinoamericanos, la tentación del autoritarismo está siempre presente.