Entrevista a Maribel Rodríguez

`El respeto a la identidad real de los hijos les ayuda a generar una personalidad segura`

Entrevistas · Juan Carlos Hernández
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16 octubre 2019
Entrevistamos a la psiquiatra Maribel Rodríguez que analiza los fenómenos de falta de sentido y de búsqueda de felicidad que parecen caracterizar al hombre moderno. “La felicidad se da como la consecuencia de experimentar algo significativo en nuestras vidas”, afirma citando al psiquiatra Viktor Frankl.

Entrevistamos a la psiquiatra Maribel Rodríguez que analiza los fenómenos de falta de sentido y de búsqueda de felicidad que parecen caracterizar al hombre moderno. “La felicidad se da como la consecuencia de experimentar algo significativo en nuestras vidas”, afirma citando al psiquiatra Viktor Frankl.

El hombre lleva consigo la exigencia de que la vida sea algo bueno. Un síntoma de ello lo vemos en la existencia de gran número de libros de autoayuda, o diferentes terapias que parecen buscar esta felicidad. ¿Nos cuesta encontrar el modo de que sea así?

El deseo de que la vida sea algo bueno parece ser un deseo que se da en toda existencia humana. Y efectivamente, el éxito de los libros de autoayuda y de ciertas terapias refleja que esa necesidad es algo real. El problema es cuando se busca por esas vías sin criterio para diferenciar qué puede ser una ayuda de qué puede ser una mera distracción o engaño.

Y desde luego que a muchos les cuesta encontrar un camino a la felicidad. Parece que para la mayoría de las personas supone un arduo proceso, en el que suele haber diversos impedimentos para encontrarla. Por ejemplo, puede suceder que el ser humano se haga una idea concreta de cómo ha de ser esa supuesta felicidad, sin escuchar sus anhelos más profundos, como cuando solo se buscan meras satisfacciones hedonistas (tener éxito, dinero o placer). También, cuando se pone la felicidad como el principal objetivo se pierde la perspectiva de otras cosas. Ya que la felicidad, como decía el psiquiatra vienés Viktor Frankl, no se encuentra cuando se busca como un objetivo, sino que se da como la consecuencia de experimentar algo significativo en nuestras vidas. Un tipo de felicidad que se ha llamado felicidad eudaimónica y que aporta, a la larga, mucha más plenitud vital, en comparación con la felicidad hedónica (la de que tiene que ver con la mera búsqueda del placer).

¿Podríamos decir que la nuestra es una época marcada por un vacío existencial?

El no encontrar algo que aporte valor a la existencia genera un vacío existencial. Un vacío que significa que la persona no percibe que la vida tenga realmente sentido, por lo que la siente como vacía e insulsa. Efectivamente estamos en una época en la que muchas personas sufren vacío existencial, pues se han perdido muchas referencias que nos llevan a la profundidad, a la sensibilidad, a la percepción consciente del valor de nosotros mismos, de los otros y de muchos aspectos de la vida. Muchas de esas referencias del sentido están presentes en todas las grandes tradiciones espirituales y en algunos sistemas filosóficos. Pero muchos se han desconectado de esos planteamientos e incluso de las mismas preguntas acerca de lo que aporta sentido a nuestras vidas. Anulando las preguntas es más complicado encontrar cualquier respuesta y acabar viviendo de manera automática e impulsiva. Sin darse cuenta de que, a la larga, así se alimenta más el vacío existencial. Porque lo inmediato satisface momentáneamente, pero no colma la necesidad de sentido que hay en nuestras vidas.

El acceso a internet, la inteligencia artificial… han marcado nuestra época por la inmediatez y la gran cantidad de datos. ¿Qué desafíos plantea este nuevo contexto?

Creo que este nuevo contexto nos trae nuevas oportunidades, a la vez que nuevos retos y desafíos. Nunca hemos tenido acceso tan fácilmente a tanta información, ni hemos podido comunicarnos de manera tan inmediata con nuestros semejantes (sin que importen las distancias). Pero tampoco nunca nos hemos enfrentado a tanta información falsa o distorsionada o a tanta manipulación mediática, lo que –unido a la falta criterio o de discernimiento de tantos– lleva a que las personas sean fácilmente manipulables. Si a esto sumamos que tampoco hay criterios o filtros en la expresión, nos encontramos con una constante exhibición impúdica del narcisismo de muchos (ese mostrarse constantemente para ser admirado por otros). Un narcisismo que encuentra en las redes y en los medios la posibilidad de una expansión ilimitada.

¿Cuál es, entonces, el modo adecuado de relacionarse?

Creo que los desafíos principales ponen delante la importancia de que aprendamos realmente a discernir cómo ha de ser el uso adecuado de las nuevas tecnologías. El desarrollo del pensamiento crítico parece fundamental en nuestros días para ese discernimiento. También el desarrollo de una ética adaptada a la nueva situación, una ética personal de respeto y cuidado de otros, pero también una ética colectiva que ponga límites a los abusos que se puedan cometer.

Con las redes sociales existe el riesgo de vivir en un “mundo virtual” en el que relacionarse solo con los que piensan igual. ¿Perdemos capacidad de relacionarnos en la vida cotidiana?

Creo que ese riesgo de vivir en burbujas ideológicas ya se daba antes en la vida cotidiana de muchas personas. La novedad es que esos “mundos virtuales” ideológicos expanden hoy en día más fácilmente cualquier perspectiva, incluidas las sectarias y cerradas. Esa expansión lo que puede hacer es que, en última instancia, se generen grupos más numerosos de personas hiperconectadas virtualmente desde sus ideologías, pero aisladas en su vida cotidiana.

Lo inmediato de lo virtual resulta aparentemente más satisfactorio, pero resulta ficticio si es la principal fuente de interacción con otros. Ya estamos asistiendo al fenómeno de que muchos jóvenes no quieren salir de casa a relacionarse con otros, porque prefieren “vivir” en esos “mundos virtuales”, en los que encuentran una serie de relaciones aparentes, que les aportan el placer de lo inmediato. Y si no satisfacen se cambian por otras rápidamente. Así experimentan un tipo de placer que gratifica momentáneamente, pero en el que también siempre se pide más, porque el anhelo más profundo del alma humana está siempre ahí, por más que escapemos de ello. El anclarse a relaciones virtuales muchas veces sirve para olvidarse de un deseo más profundo de amor y de vinculación, al que no se sabe cómo acceder (aunque se necesite) y que supone más esfuerzo y complicaciones.

Bauman habla de una sociedad líquida. Esta falta de consistencia se ve, por ejemplo, en que las relaciones son poco duraderas.

Sí, las relaciones se están volviendo líquidas e incluso gaseosas. Se salta de unas relaciones a otras buscándose, en el fondo, una plenitud que satisfaga, pero que no puede ser inmediata. Parece que en estas situaciones, de relaciones inconsistentes, las identidades personales también andan difusas y que las personas que así viven se buscan a sí mismas en los otros, más que buscar o tener en cuenta a los otros. Estrategia que no funciona para vincularse realmente a nadie, pues se viven las relaciones muy egocéntricamente. Así, el otro se puede convertir en un espejo ficticio en el que uno se busca compulsivamente a sí mismo, pues trata de ser aceptado y querido incondicional e inmediatamente. Cuando esto no sucede se salta a otra relación en pos de otra expectativa engañosa y falsa. Situación que genera mucha frustración, insatisfacción y más vacío, porque se desconoce el modo real de vincularse y que acaba acrecentando el narcisismo de quien así vive, aislándole más en su propia herida y carencia de amor.

Unas relaciones estables ¿ayudan mejor a la persona a afrontar los desafíos de la vida?

Es cierto que las relaciones estables ayudan a afrontar mejor los desafíos de la vida, siempre y cuando sean profundas, reales y auténticas. La mera estabilidad puede ser una situación de comodidad o de conformismo.

¿No hemos pecado en exceso de banalizar el número de divorcios? Cada separación es una herida en el corazón del hombre.

Con respecto a los divorcios desde luego que generan una profunda herida en el corazón de las personas, pero creo que hace falta una reflexión previa a la cuestión del divorcio. Antes de pensar en las consecuencias de los divorcios es preciso reflexionar sobre sus causas. ¿Qué es lo que hace que la gente se case? O, dicho de otro modo, ¿desde dónde y por qué se construye un vínculo de pareja y un matrimonio? En muchos de los divorcios de hoy en día da la sensación de que no se ha construido realmente un vínculo sólido, fundamentado en el amor y la comprensión mutua. En otros casos, quienes han formado parte de él no sabían ni si quiera quiénes eran ni qué querían de la vida y se han subido al carril matrimonial porque tocaba, era “bonito”, etc. Creo que es importante tomarse en serio la cuestión de los divorcios y ni banalizarla ni dramatizarla, para ayudar adecuadamente a tantas personas heridas que lo han sufrido.

Hablábamos antes de la influencia de las redes sociales. ¿Cómo ayudar a nuestros hijos a forjar una identidad segura y abierta que no dependa de un “like” en una red social?

Creo que lo fundamental es que esos chicos se sientan amados y acogidos incondicionalmente, siendo quienes son, aun cuando no puedan cumplir las expectativas de sus padres. El respeto al ser real de los hijos, a su identidad, a sus inquietudes y a sus dificultades puede ayudar mucho a que, sabiéndose amados, no estén buscando sucedáneos de aceptación como son los “likes” de una red social. En relación con lo que digo, dejo aquí una pregunta para muchos padres: ¿saben realmente amar a sus hijos? Y otra cuestión quizás también difícil, ¿están los padres construyendo un ambiente de amor, acogida, autenticidad, transparencia y comunicación? Todo esto es mucho más difícil si los padres no lo han vivido en sus familias de origen y si cada uno de ellos no siente asentada su vida en raíces consistentes y profundas en las que sienten que su vida es valiosa y se saben también dignos de amor, apoyando su vida en algo que les sostenga también en lo más profundo.

“Lo inmediato satisface momentáneamente, pero no colma la necesidad de sentido que hay en nuestras vidas”

“Nos encontramos con una constante exhibición impúdica del narcisismo de muchos”

“El anclarse a relaciones virtuales muchas veces sirve para olvidarse de un deseo más profundo de amor y de vinculación, al que no se sabe cómo acceder”

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