El “regalo” que una generación de jóvenes pide a la política

Mundo · Filippo Campiotti
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6 abril 2021
Esta carta se publicó originalmente en Il Sussidiario el 23 de marzo. Es la carta de un joven ingeniero que propone una nueva forma de hacer política. Aunque se refiere a la política italiana, lo que dice es muy pertinente también para la política española.

Querido director:

Yo no sé absolutamente nada del enemigo. Creía que los americanos eran simplemente unos cobardes, pero ahora sé que no lo son. Se me ha enseñado siempre una cosa: que son unos salvajes. Pero aquel soldado americano… aquella carta… [la carta que llevaba en la cartera el americano, al que acababan de matar] las palabras de su madre… son idénticas a las de mi madre…” (Conversación entre soldados japoneses en Cartas desde Iwo Jima, de Clint Eastwood)

¿Qué es lo que pasa en esta caótica política italiana? Los problemas son innumerables: de la pandemia al cambio climático, del paro a la caída de la natalidad, de las infraestructuras a la igualdad de género, la salud, la educación… y podríamos seguir. Pero el principal problema es la falta de una estrategia: ¿qué país queremos ser de mayor?

La política no puede reducirse a la solución de los problemas circunstanciales, proponiendo cada vez remedios inmediatos sin un proyecto. Ni siquiera el nuevo gobierno Draghi nos exime la reflexión sobre por qué nos encontramos en esta situación desde hace décadas, y por otro lado, los acontecimientos de las últimas semanas nos invitan a hacerlo. Es necesario reflexionar a fondo sobre esta inestabilidad, es el primer paso para salir del impasse.

Como joven ingeniero, apasionado por la política italiana, digo: la pieza que falta es la capacidad de hablar el uno con el otro, la capacidad de escucharse.

No se trata de defender el famoso “no comparto tus ideas, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlas”, sino de la convicción de que hemos perdido el valor de por qué se ha desarrollado a lo largo del tiempo un sistema político como el que ha llegado hasta nuestros días.

Hemos llegado a la democracia moderna reconociendo que en la idea de cada uno hay algo de verdad que a cualquier otro se le podría escapar y verificando que solo en el encuentro es posible aproximarse a la verdad, o al menos a la verdad política, para la construcción de una sociedad mejor y más justa. “La verdad nace de la confrontación respetuosa de los puntos de vista. Es necesario escuchar la verdad de los otros para llegar a aquellas soluciones que son las únicas posibles en democracia”, escribe Gianrico Carofiglio en una riquísima conversación con Jacopo Rosatelli, recogida en el libro Con los pies en el barro. “La palabra ‘aproximación’ significa acercamiento gradual: acercamiento a una verdad y a soluciones compartidas, acercamiento entre personas y opiniones en la búsqueda del compromiso (otra palabra central para la democracia)”. Reconocerlo revolucionaría el tenor y la cualidad del diálogo político.

Asistiendo al debate político, diría que esta disponibilidad a relacionarse con el otro para mirar juntos la verdad buscando acoger los matices que cada uno lleva consigo es rara, si no inexistente. La idea de los otros no se valora, es más, se convierte en un obstáculo permanente para el propio proyecto. Asistimos a una democracia vaciada de su significado: solo cuenta lo que pienso yo, no lo que me puedas decir. No hay libertad en la aproximación a los problemas, y el no querer entender lo que uno afirma de verdad cuando dice lo que dice, hace imposible un enriquecimiento de cualquier tipo y una consideración de más factores. No se puede avanzar en un trabajo ni se es concreto a la hora de plantear problemas y proponer soluciones.

Si cambiáramos el método, el camino se allanaría. Es un desafío que atañe sobre todo a la vida de cada persona. Es una revolución que debe partir del individuo, de nuestro modo de relacionarnos con los demás, de la curiosidad e interés genuino y libre sobre quien tenemos al lado. De nosotros a los otros y de los otros a una idea nueva de política colaborativa. ¿Quién puede dar este paso hoy?

Además de la dialéctica de derecha e izquierda, se confrontan hoy dos áreas: una más moderada y reformista, otra cerrada en sí misma y enrocada en sus posiciones. Posiciones que el Gobierno Draghi no ha cambiado.

Quien puede hacerse vehículo de un renacimiento de la democracia en el sentido más verdadero, propio y bello del término es el área reformista, único posible promotor de un diálogo así y que tenga como faro este método, tanto internamente como en la confrontación con los otros. ¿Son capaces estos partidos de recorrer este camino común que da sentido al hacer político? Los reformistas de distintos partidos, ¿son suficientemente libres para lanzarse en este desafío común?

Muchísimos jóvenes como yo están deseando contribuir y aportar sus ideas y energías. No queremos taparnos la nariz eligiendo a un partido grande que sostiene el mal menor entre soberanistas y populistas, y menos todavía nos parece una victoria elegir a una pequeña fuerza que, aunque nos gusta, es demasiado pequeña. Hacednos este regalo, hacédselo a mi generación. Empezad un camino fuerte ahora, que pueda atraer a los jóvenes en vez de alejarlos cada vez más.

No queremos que de pronto estéis de acuerdo en todo. Queremos ver nacer un lugar político en política, que sea punto de diálogo verdadero y una inspiración para todos. Si no, la vieja política prevalecerá y los problemas seguirán sin resolverse, porque el prejuicio expulsa la concreción. ¿Es esto lo que queremos?

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