`El progreso racional se acumula poco`

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30 octubre 2017
Adolf Tobeña es catedrático de la facultad de Medicina en la Universidad Autónoma de Barcelona y ha escrito “La pasión secesionista” (ED Libros).

Adolf Tobeña es catedrático de la facultad de Medicina en la Universidad Autónoma de Barcelona y ha escrito “La pasión secesionista” (ED Libros).

En el preludio de su libro, dice que su trabajo está dedicado a bucear “en vectores de la psicobiología del gregarismo, el etnocentrismo y la xenofobia como resortes del nacionalismo de base identitaria que se presentan como modernos”. ¿Todo esto es el secesionismo?

Eso y más. Pero puede brotar en cualquier lado.

Ha brotado en Cataluña.

Ha brotado en la mitad de los catalanes. Eso es importante. Por más buenos, espléndidos que hayan sido los movimientos de agitación y activismo que han puesto en marcha un movimiento de masas sensacional, solo ha captado como máximo a la mitad de los catalanes.

¿Y por qué la mitad de los catalanes se han visto afectados por estos fenómenos de gregarismo, etnocentrismo, xenofobia, nacionalismo que son engañosamente modernos? ¿Qué ha ocurrido?

Que la gente que lo ha montado ha sido fantástica, han sido unos profesionales de primerísimo nivel. Tanto los responsables del diseño de eslóganes, de la construcción de relato, de los movimientos de masa, de las procesiones que han ido montando en la calle a lo largo de los años, ha sido gente de un nivel fantástico, los mejores publicistas, la mejor gente de marketing, los mejores periodistas, los mejores comunicadores han estado detrás, los mejores diseñadores. Y como la influencia se ha ejercido sobre las clases medias, acomodadas, ilustradas y cosmopolitas que son la mayor parte de los secesionistas, es la gente rica, ilustrada, inteligente y ciudadana del mundo la que es secesionista en Cataluña, y son más bien los trabajadores y las capas marginadas y el conjunto de la emigración reciente y lejana los que no son secesionistas. Es decir, esto se ha producido porque los que lo han montado han sido muy buenos. Hablo de los que lo han montado en términos de convencimiento y de persuasión, no de los políticos.

Pero entonces, un hombre o mujer del siglo XXI, cosmopolita, de clase acomodada, etc, heredero de toda una tradición de racionalidad y de capacidad crítica…

Los siglos no cambian muchas cosas en esto. Este es otro error monumental.

¿El progreso no se acumula?

El progreso técnico sí, afortunadamente. Pero el progreso racional y moral, poco, muy poco.

Entonces estamos a merced de ese gregarismo, etnocentrismo y xenofobia aunque seamos ricos…

Sí. Y lo están todos los pueblos. También el resto de españoles lo está. En cada momento, en determinadas circunstancias y en determinadas sociedades, hay elementos para que si unos cuantos espabilados aprovechan esto se ponga en marcha.

¿Y no tiene algo que ver la globalización?

Nada, cero. Eso son pseudoexplicaciones. Cero.

¿Es la misma pasión del nacionalismo de comienzos del XX que llevaba a los chavales como locos a alistarse al ejército en la Primera Guerra Mundial?

Por ejemplo. En realidad hubo euforia en Europa. Los líderes, cuando lo pusieron en marcha y tuvieron sus dudas, tanto los alemanes como los franceses, como los italianos o austríacos o los húngaros, se quedaron perplejos de que después de 40 años de prosperidad y crecimiento urbano sensacional…

…se suicidaran de esta manera.

Exacto. Pero es que iban…

…como a una fiesta.

Exacto. Está retratado por los hermanos Lumiére en crónicas cinematográficas.

Y acababan en la trinchera.

Eran fiestas para ir a la Guerra.

Entonces, usted dice que la gente educada, que ha estudiado, que sabe idiomas, que tiene dinero…

Es que fíjese que los líderes intelectuales del secesionismo catalán son los mejores futbolistas, los mejores entrenadores, los mejores basquetbolistas, los mejores arquitectos…

¿Y qué te puede poner a salvo de este gregarismo, etnocentrismo, xenofobia y nacionalismo?

Un relato alternativo. Todo esto se ha hecho en abierto, porque esto se ha hecho a costa de marginar, de silenciar a la mitad de los catalanes que no han comprado ese relato, pero se ha hecho en abierto; es decir, se podían haber organizado y no lo han hecho hasta las últimas semanas, hasta hacer ver que son muchos y que también están dispuestos a ocupar la calle si es necesario. Y segundo, por parte del Estado, mayor presencia y construcción por parte de la intelectualidad española de un relato alternativo, porque España es una sociedad abierta, tolerante, cordial, porosa, espléndida, con elementos para venderse al mundo absolutamente sensacionales, donde hay creatividad en todos los campos. En cambio, en este asunto se ha mantenido con menosprecio, con desdén, o con diagnósticos erróneos. Porque iban diciendo “están locos, está delirando, esto es sinrazón, es un delirio”. Y claro, la gente loca y con delirios no es capaz de poner en un brete a un Estado y a toda la Unión Europea. Por definición, esto es un error monumental.

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