¿El problema es el islam?

Mundo · Francisco Pou
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13 enero 2015
El Wall Street Journal daba portada, al siguiente día tras la manifestación “Charlie Hebdo” de París, a la foto de la manifestación en Alemania, directa y claramente contra el auge del islam en Europa y Alemania, exigiendo una nueva política de inmigración. Si al ataque a un medio de dudoso gusto satírico se titula “ataque a la libertad de expresión”, parece lícito preguntar por la causa final. Cabe preguntarse en fin, si el islam tiene un problema con la libertad, o si se trata de algunos musulmanes con algunas libertades.

El Wall Street Journal daba portada, al siguiente día tras la manifestación “Charlie Hebdo” de París, a la foto de la manifestación en Alemania, directa y claramente contra el auge del islam en Europa y Alemania, exigiendo una nueva política de inmigración. Si al ataque a un medio de dudoso gusto satírico se titula “ataque a la libertad de expresión”, parece lícito preguntar por la causa final. Cabe preguntarse en fin, si el islam tiene un problema con la libertad, o si se trata de algunos musulmanes con algunas libertades.

Aunque en Dresde, Alemania, se manifestaron, al menos, 25.000 personas (según estiman BBC y WS Journal) bajo la convocatoria patriótica de poner freno a la islamización de occidente, en ciudades de toda Alemania se manifestaron de forma opuesta multiplicando por diez la asistencia, quienes se manifestaron oponiéndose a restringir la inmigración. Solamente en Munich, 18.000 personas se manifestaron a favor de la protección de las minorías frente a unos 1.500 que lo hicieron expresamente en contra de la islamización.

Algunas de las pancartas merecen reflexión, como la que llevaba Andreas, de 56 años: “Los cristianos de Dresde dan las gracias de Pegida (patriotas de occidente contra la islamización)”. Si los fanáticos de París utilizaban el islam como bandera política, ¿no es lo mismo que el fanatismo anti-islamista con bandera cristiana?

Aunque los intelectuales en Francia mostraron la masiva reacción al atentado como la respuesta a un ataque a la libertad de expresión, el debate público, precisamente amparado por esa libertad, se obstina en poner el foco de atención en las causas de las causas. La mediocre viñeta de sexo anal entre deidades de Charlie es fácil que saque de sus casillas y ofenda, pero el análisis no puede acabar ahí. Como muestra de la creatividad contemporánea, avergüenza. La pregunta sigue siendo para muchos, como hemos visto en Alemania, si el islam tiene un problema con la libertad, con nuestra libertad. O incluso si Occidente tiene un problema con la convivencia multi-religiosa. ¿O es un problema de convivencia con Oriente?

Lo que resulta aleccionador es comprobar en vivo que, por más que no haya respuestas a muchas cosas, sí hay preguntas a todo, mucho más allá de un problema de libertad de expresión que tiene años de recorrido amparada sin más en la tradición liberal del derecho penal británico. No, las preguntas que se hacen los medios en Europa van más lejos que un libelo.

En una sociedad que parecía haber relegado a la religión a la esfera de lo privado, aparecen preguntas sobre la fuente del Derecho y de la convivencia en la cultura de

Occidente. Emerge el hecho religioso; es la historia de Europa. Está esculpido, y construido en las catedrales de Europa. Pocas cosas importan más y han sido más públicas en Europa que la religión, por más que la progresía (ya octogenaria) europea pertinazmente celebre su entierro desde 1968.

La religión importa en el siglo XXI. Analizar las cosas bien, también. En Alemania, la imposición de una cultura nacional de diseño produjo en el siglo XX una de las mayores barbaries de la historia de la humanidad, tras Stalin. ¿Con qué realidad religiosa (con mensajes humanos de perdón, de libertad, de justicia, de caridad) podría convivir en Europa el islam, si hemos escondido nosotros, culturalmente, no sólo nuestras más profundas preguntas, sino también nuestras respuestas? Son también respuestas lo que dan muchos cristianos, cada día, con su propia vida de mártires, en países islámicos en los que sí hay un problema con la libertad.

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