«El presidente traiciona a quien le votó. Es un dictador»

Un dictador, ¿por qué?
Los movimientos políticos que protestan contra Morsi no se oponían a él cuando optaba a la presidencia. Al contrario. Los liberales, mediante un acuerdo oficial, reconocieron al candidato de los Hermanos Musulmanes. A cambio recibieron una serie de promesas, todas incumplidas. Morsi ha mentido y, después del decreto del 22 de noviembre, es un dictador.
En su defensa, Morsi afirma que se trata de una medida temporal…
Como si el mal pudiera ser temporal. ¿Por qué tenemos que creerle?
Los Hermanos Musulmanes y los salafistas ya habían conseguido la mayoría ¿Por qué iban a precipitarse?
El apoyo recibido por los islamistas en las diversas consultas se debió en gran parte a un voto "en contra de" más que "a favor de": en contra de la clase política vinculada al régimen. Los Hermanos son conscientes de eso. De ahí la necesidad de consagrar su poder de una vez por todas.
¿Hasta dónde llegarán?
La violencia de estos días era previsible. Los islamistas han sacado a la calle a entre 300 y 400 mil persona, pagándoles. Ese dinero sirve para comprar los votos del referéndum. Y luego están sus milicias violentas.
El éxito obtenido por Morsi en la negociación entre Hamás e Israel, y las felicitaciones personales de Barack Obama a su homólogo egipcio, ¿pueden haber contribuido a alentar en El Cairo un golpe de Estado?
Sí, pero eso es sólo el último acto: ya desde el discurso de Morsi en Teherán (donde condenaba el régimen de Damasco, ndr) se intuía un acuerdo entre Washington y El Cairo. Desde hace meses, los órganos de la prensa americana hablan de los Hermanos Musulmanes como islamistas pragmáticos y moderados. Y nos habitúan a la idea de un ataque militar contra Irán.
Muchos eslóganes se dirigen contra la guía suprema (el murshid) de la Hermandad musulmana, Mohammed Badie. ¿Por qué?
Esta es la cuestión. El verdadero presidente es el murshid Badie, junto a su brazo derecho Khairat al-Shater. No Morsi. Por eso la gente dice: «Abajo el murshid». Y dicho esto, hay otro elemento: en el seno de la Fraternidad, prevalecen los halcones.
El proceso de democratización preparado tras la caída de Hosni Mubarak, ¿qué esperanzas tiene?
La gente que está en la calle es la esperanza. Ese es el verdadero cambio. La Primavera árabe no ha sido un fracaso. La gente ya no tiene miedo.
¿Cómo valora la nueva Carta constitucional?
Es contraria a los derechos humanos básicos. Con el artículo 219 lo subordina todo al Derecho islámico. Luego, es verdad que deja la aplicación práctica al legislador. Pero el Parlamento está disuelto. Sólo existe la Cámara alta, la Shura, de mayoría islamista. Y en todo caso, el poder legislativo está en manos del presidente.
Sin embargo, usted es optimista.
La revolución democrática vencerá, porque la gente está dispuesta a dar la vida. La cuestión es el precio sangriento que los egipcios tendrán que pagar por no tener una dictadura, ni islamista, ni laica, ni militar.