El presidente tiene un plan
¿Desbarata el presidente? No. Tiene un plan, es cortoplacista, más político que económico, pero no deja de ser un plan. En el mitin que ha protagonizado este domingo en Málaga se ha hecho más evidente por dónde van las cosas. En la capital andaluza ha pedido a Rajoy que ayude a salir de la crisis, que no diga que no a todo. La petición de pacto del Rey, la nueva estrategia de comunicación de Zarzuela -con Ramón Iribarren al frente, un hombre de Dezcallar, lo que significa mayor cercanía a Moncloa-, la petición de comparecencia en el Congreso sabiendo que en el debate no iba a ganar en este momento pero sí que podía conseguir lo que ha conseguido en otras ocasiones: que Rajoy no remate y vuelva a ser cuestionado por los suyos, la comisión interministerial que es como una remodelación del Gobierno pero sin remodelarlo con todo lo que eso tiene de distracción para la opinión pública y de enredo para los que viven de las tertulias, la ronda de conversaciones con los grupos parlamentarios, el apoyo de CiU para que se hable de pactos y de acuerdos y no de otras cosas, todo tiene un mismo resultado político.
En medio del desastre recupera la iniciativa, la iniciativa sucia, la iniciativa del lío, pero, al fin y al cabo, la iniciativa. Y el PP, siempre falto de una alternativa con mayúsculas para no asustar, otra vez en la trampa. El ataque a los mercados es una pieza más. La única duda es si tiene respecto a las pensiones, la reforma laboral y el déficit público una mínima y real voluntad de corregir algo. No es descartable. Pero será insuficiente para frenar la decadencia. Después de la comisión vendrá la plataforma, a la que le sucederá la coordinadora. Y todos cada vez más pobres.