Entrevista a Beatriz Villacañas, hija del poeta Juan Antonio Villañas

`El poeta verdadero es el que tiene la facultad de ver lo invisible en lo visible y de percibir el corazón sagrado de la carne y de las cosas`

Cultura · Pablo Luque Pinilla
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6 febrero 2011
Juan Antonio Villacañas es una de esas llamativas ausencias de demasiados manuales de literatura y antologías poéticas de la segunda mitad del siglo XX. En él se hace patente la sempiterna fractura que a menudo se produce entre la poesía oficial y la poesía real, entre el coro de los elegidos por los poderes fácticos, ya sean literarios, periodísticos o políticos, y la escolanía de los bendecidos con el don del talento, refrendado con su dedicación y su constancia.

Poeta amante de formas tradicionales, gusto clásico y lenguaje accesible, no desdeñó el verso libre, que emplea en un cuantioso número de composiciones. También fue escritor de profundo espíritu indagatorio, acometiendo la más importante labor de rescate de la lira garcilasista para la poesía actual. Así, hoy podemos hablar de la lira «Juanantoniana» como una de las más fecundas aportaciones del toledano. Por lo demás, su vocación literaria conjuga una admirable capacidad de entrega al hecho poético (es autor de más de treinta poemarios) con una actitud siempre crítica y verdadera ante la realidad que le rodea y sus vicisitudes.  Esto último no excluyó el mundo literario, retratado con crudeza en su obra Veresámanos (1982), lo que le  granjeó no pocas enemistades y recelos entre algunos de sus coetáneos, que le relegaron al aislamiento literario desde la década de los noventa. Con todo, no fueron pocos los que reconocieron el valor de su poesía. Tal es el caso del poeta Pablo Neruda, como expresa la carta que el amigo de JAV, Rubén Jimeno, dirigió al poeta haciéndole partícipe de unos comentarios del chileno: «Me dijo (Neruda) que tu libro lo había encontrado muy bueno, y me agregó las siguientes palabras textuales, "ese poeta tiene mucho talento, aunque el estilo de Los sapos me parece anticuado [Los sapos está escrito en cuartetos alejandrinos]… creo que es un hombre de valor». O de Francisco Umbral, que a propósito de Marcha destriunfal escribió en El Norte de Castilla: «Después de Marcha destriunfal Juan Antonio Villacañas ha seguido y seguirá escribiendo. Que no hay para la buena inspiración como el sosiego de una provincia. Esperamos nuevas entregas poéticas de Villacañas».

JAV falleció en 2001, pero hoy su memoria y su poesía siguen siendo objeto de lectura y estudio, en gran medida gracias a la infatigable labor que realiza la hija del poeta, la escritora, poeta, traductora  y preofesora, Beatriz Villacañas.

En la siguiente entrevista, la poeta, autora a su vez del más importante ensayo y antología de la escritura de Villacañas: La poesía de Juan Antonio Villacañas: Argumento de una biografía. Obra poética 1960-1984 (Junta de Comunidades de Castilla la Mancha, 2003), nos contesta a algunas preguntas sobre la obra y figura de su padre.

Juan Antonio Villacañas fue un autor extraordinariamente prolífico. ¿Por qué crees que prefirió publicar tanta poesía, en lugar de concentrarse en menos libros, que le permitieran un mayor control sobre lo escrito y una mayor accesibilidad a los estudiosos.

Es muy posible que la vastedad de su obra haya supuesto un reto demasiado grande para estudiosos y críticos, especialmente en estos tiempos en que se suele echar mano de ligerezas interpretativas y frases prefabricadas al enjuiciar la obra de un escritor. Hacer una labor crítica seria cuesta trabajo y requiere mucho tiempo, además de honestidad intelectual. Es más fácil ir a lo conocido y repetir  lo que otros han dicho. Pero esto no debe condicionarle nunca a un autor, que ha de escribir siempre, mucho o poco, por una imperiosa necesidad interior. Villacañas fue un poeta vocacional que escribió poesía extensa (fue sin duda prolífico) y a la vez profunda, un poeta de obra magna, tanto en un sentido como en otro.

Mucho se ha hablado de la independencia de JAV, hasta el punto de que el propio autor llegó a afirmar en una entrevista en El Día, en 1994,  a propósito del silencio al que relegan los críticos a determinados escritores: «Lo que Dijo Nietzshe, para ser exactos, es que "a quienes callan les falta casi siempre finura y gentileza de corazón"… Parece que la gente que manda no quiere la verdad de las cosas, la autenticidad. Para ellos resultan más útiles los sucedáneos, por eso escuchan siempre el gemido de la mediocridad, de los domésticos».¿Cómo le afectaba esta actitud a la hora de encarar su obra, la publicación de sus libros o la deseable proyección pública de sus poemas?

Mantuvo con firmeza la independencia de su obra frente a todo, si bien, como es lógico, sentía el silenciamiento de la crítica "oficial". Mas tenía claro que la soledad es a menudo el precio de los espíritus independientes y estuvo dispuesto a pagarlo:

No es mejor estar solo,

pero lo estoy y muy honradamente,

y a lo mejor me inmolo

como un santo corriente,

para que llore Dios divinamente.

("Con cicatrices de la antigüedad", Las tentaciones de Sanjuanantonio, 1995).

¿La actitud independiente y crítica de tu padre tenía el mismo alcance cuando de cuestiones sociales y políticas se trataba, o tendía a mantenerse discretamente al margen de estos asuntos? 

El poner en manifiesto de forma razonada las graves deficiencias de la crítica literaria en España, como él hizo en varios de sus artículos y, sobre todo, en Versómanos,  ya lleva en sí una importante carga política y social. Por otro lado, debemos resaltar el hecho de que su libro Los Sapos, de 1968, es una crítica a los abusos de poder, que tiene a un Ayuntamiento como ejemplo y motivo, algo muy arriesgado de hacer, máxime porque Villacañas se ganaba la vida como funcionario municipal. Característicamente, él nunca se arrimó a ningún grupo, ni político ni cultural, para medrar a su amparo. A su muerte, me conmovió, aunque no me extrañó, que Il Corriere della Sera  escribiera lo siguiente: "Muore Villacañas, poeta spagnolo  della libertà".

¿De dónde nace su vocación por la lira? ¿Por qué crees que fue esa «la estrofa elegida»? 

La reescritura que Juan Antonio le ha dado a esta forma tradcional ha hecho que ya se conozcan sus liras como "Liras Juanantonianas". Yo diría que el encuentro de mi padre con la lira fue una circunstancia aparentemente casual, y digo "aparentemente" porque viendo el nuevo contenido que él logró darle a esta forma tradicional, dicho encuentro parecería ser más bien algo fraguado en algún lugar de lo desconocido.   Mejor que yo lo dice él mismo:

"Yo no sé de qué modo

las liras han venido a mi cabeza

y me han cambiado todo:

Ya es otra la tristeza

y tiene otro sentido la belleza"

("Otro modo de estar", A muerto por persona, 1996)

El poeta acuñó el término Liriformas para denominar unas composiciones en las que aunaba dibujo y texto concebidos como una sola unidad creativa. ¿Consideras que para JAV era determinante impregnar otros ámbitos de la creación artística con la palabra poética, para así proyectarla así más en la sociedad? 

JAV era lo que podríamos llamar un poeta absoluto en el sentido de que la poesía y su vida eran completamente inseparables: la palabra poética era, pues, esencial para él. Sin embargo, amaba las otras artes, en particular la pintura y la música, y se deleitaba en su lenguaje sin palabras.

Rafael Morales estimaba profundamente la riqueza formal de la obra Juanntoniana, pues JAV no se limitó a expresar poéticamente, con las armas del oficio, su propia visión del mundo, sino que además quiso hacerlo del mayor número de formas posibles. ¿A qué crees que se debe este gusto suyo por la variedad? ¿Cómo le afectaba la monotonía ajena cuando enjuiciaba la obra de otros escritores?

La fuerza que impele a todo artista a crear le lleva también a   experimentar. En el caso de Villacañas, más que un gusto por la variedad en sí misma, se trata de una exploración en el medio lingüístico y formal para llegar a nuevas posibilidades expresivas. Esta autoexigencia, o si se quiere, necesidad personal, no le llevaba necesariamente a considerar monótona la obra de escritores de menores registros formales, lo determinante para él era que hubiera buena poesía o no. Toda forma es válida si se hace buena poesía y ninguna lo es si esto no se consigue.

Ahora bien, JAV no tenía tiempo para las nociones estereotipadas de lo que es "moderno" en poesía y para trivialidades tales como que el verso libre es una evolución y una liberación con respecto a las formas tradicionales, de ahí la carga en profundidad de ironía en su poema "Ayer fumaba y escribía en verso libre".

Si hay algo que sorprende en la poesía de Villacañas es su riquísima variedad temática. Parece que en él se hacía carne el célebre verso de Terencio: «Homo sum, umani nihil a me alieno puto» («Hombre soy: nada de lo humano considero ajeno así») ¿De dónde crees que nace este amor por la realidad, esa enorme capacidad de atención y apertura a cuanto sucedía a su alrededor?

Leyendo su obra y habiéndole conocido como yo le conocí, la enorme variedad temática de JAV, el amor, la muerte, la palabra, la vida, el dolor, la poesía misma, Dios, todo esto y tanto más que vive y vibra en sus versos, procede de un arraigado sentido unitario de la realidad  y a la vez de un sentido de la continuidad de esta realidad en una transcendencia.

Juan Antonio, abogaba por una crítica que supiese justificar aquello que afirmaba, y como creador, toda su poesía parece evidenciar que se trataba de un poeta radical.¿Le gustaba la poesía de otros que no tuviera nada que ver con la suya? ¿Consideras que la radicalidad en su obra era reflejo de su radicalidad personal?

La poesía y Villacañas han caminado siempre unidos: la poesía es el argumento de su biografía porque su ética vital ha ido siempre de la mano de su creación lírica. Él resumió esta relación en dos de sus últimos libros publicados: Argumento de la Poesía y Argumento de mi Biografía, que se presenta como continuación del anterior. En cuanto a tu otra pregunta,  podía sin duda reconocer los méritos de la poesía de otros que no tuviera nada que ver con la suya, pero si por gustar entendemos algo más profundo como identificación espiritual o pasión, prefería temperamentos creativos más afines. 

Tu padre fue, además de poeta, un consumado crítico, que también escribió ensayos, pero, en general, ¿tan poco le interesaron otros géneros no poéticos?

Una de sus facetas menos conocidas es la de narrador, sin embargo, JAV escribió una colección de cuentos que aparecieron en distintos medios como La Estafeta Literaria en los años setenta. Algunos de ellos: "Don Maximino", "Las amables lagartijas", "Una mancha en la pared". En principio creo que, más que considerar los géneros literarios desde una perspectiva rígida, veía la literatura como un todo. Pero no olvidemos que si para él  la literatura era un todo, la poesía era el todo.

En la poesía de JAV su palabra se dirige al corazón de lo humano y desde la carne de lo espiritual, llegando a afirmar el escritor en alguna ocasión que «la poesía se hace con los ojos … con la mirada». ¿Creía Juan Antonio en el valor profético, oracular, de la poesía y en la imagen del poeta como un iluminado?

Sobre todo creía que el poeta verdadero es el que tiene la facultad de ver lo invisible en lo visible y de percibir el corazón sagrado de la carne y de las cosas.

¿Qué pensaba Juan Antonio, entonces, del poeta como «un fingidor»?

La verdad del poeta no es incompatible con el distanciamiento artístico y el control necesarios para que el poema sea algo más que una mera descarga emocional. Pessoa sabía que el poeta puede, mientras escribe, situarse a la vez dentro y fuera de la emoción. Pero el mero fingimiento, la pose, no pasa de ser una triste nadería. Para JAV la poesía era incompatible con la impostura.

En tu ensayo La poesía de Juan Antonio Villacañas: Argumento de una biografía. Obra poética 1960-1984 (Junta de Comunidades de Castilla la Mancha, 2003), se afirma que la relación del poeta con Dios en su obra «ha sido una de las más complejas, intensas y apasionantes de la poesía española». ¿Crees que el factor lo religioso, entendido este como el lugar común de las aspiraciones trascendentes y las preguntas esenciales sobre el sentido de lo humano, era la encrucijada más específica y honda en la vida de tu padre, y por eso le interesaba en su obra?

La respuesta es rotundamente sí. Existe en Villacañas un deseo de eternidad unido a su íntima vivencia de Dios, pero esa vivencia puede ser, a la vez que intensa, conflictiva. El poeta percibe agudamente la lejanía de Dios:

"Hoy te hablo de Dios. Sé que Dios ha estudiado

esa forma de hacer

las cosas con sus manos, se crea en él o no se crea,

lejos de nuestra causa y nuestros métodos."

La duda es parte de su fe, aunque ésta, en paradoja juanantoniana, suele salir fortalecido por aquélla:

            "Dios está limitando con mi incredulidad

            constantemente.

            Y mi incredulidad es tanto Dios

            que estoy casi seguro de poder adorarle."

La formulación poética de la duda en estos versos activa por sí misma nuestros mecanismos cognoscitivos, agudizando lo que de emotivo tiene nuestra percepción. Cabría preguntarse si existe una forma de mística en la poesía de Juan Antonio Villacañas. Si el suyo probablemente no es el dolor del "muero porque no muero", no es menos cierto que si la mística es ante todo intensidad de la vivencia de Dios, por muy conflictiva que ésta pueda ser, en parte significativa de la poesía de Villacañas encontramos tal intensidad. Y una cercanía a lo divino difícilmente igualable fuera de los confines de la mística.

A lo largo de su dilatada trayectoria, la siempre intensa relación de Villacañas con Dios se va haciendo más filosófica, no tanto como especulación, sino en el sentido de que amplía el campo cognitivo con respecto a Dios a través de nuevas percepciones líricas. La misma pregunta con la que el poeta titula el siguiente poema, "¿Qué es volar?", en relación con los versos que encabeza, adquiere un nuevo significado estrechamente vinculado a Dios y a su vuelo silencioso dentro de las palabras mismas (que son Él "callando a la deriva"):

… y desde muy arriba,

Dios vuela en las palabras sin hablar,

callando a la deriva,

meciéndose al volar,

ya me duelen los ojos de mirar.                       

(Poema mixto para que yo me oiga, A Muerto por Persona, 1996).

Dios se hace pensamiento en la obra de Villacañas y su presencia dentro de ella es conocimiento en la medida en que el poeta nos lo revela (tanto en su presencia como en su ausencia) articulando líricamente su propia filosofía.

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