Editorial

El peligro de no tener clase media

Editorial · PaginasDigital
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23 marzo 2013
La clase media europea está en severo peligro. La crisis de los últimos años y la competencia global están destruyendo el bienestar y la relativa riqueza de la franja intermedia de la población del Viejo Continente. Perdemos una de las conquistas que tan decisivas han sido desde los años 50 del pasado siglo. El caso de España, uno de los países con más desigualdades de Europa (solo por detrás de Portugal, Bulgaria y Letonia) es especialmente significativo.

La tasa de desempleo en Europa, en niveles récord, es un factor decisivo. Pero tener un trabajo no es necesariamente haber salido de la pobreza. Hace unas semanas se hizo público el informe de Eurostat sobre los "mini salarios" (los salarios menores en dos tercios al salario bruto medio). Señalaba que este tipo de retribuciones han crecido en Europa un 17 por ciento durante los últimos cuatro años.

Hace unos días se presentaba en Madrid el Informe Foessa sobre desigualdades sociales, vinculado a Cáritas. Las conclusiones apuntan una creciente factura social. La desigualdad social no disminuyó durante los años de vino y rosas. Y ahora se ha disparado.

Lo llamativo es que mientras Europa se hace más desigual la desigualdad disminuye en otras partes del planeta, por ejemplo en América Latina, donde la diferencia entre ricos y pobres siempre había sido una fuente de escándalo, de inestabilidad política y social. El último informe del Banco Mundial sobre ///http://siteresources.worldbank.org/LACINSPANISHEXT/Resources/Informe_ClaseMedia.pdf///"La movilidad económica y el crecimiento en América Latina"/// es bastante claro. La clase media de la región ha pasado de estar integrada por 103 millones de personas en 2003 a 152 millones en 2009. Y la tendencia continúa. La llegada de inversiones masivas y la alta tasa de crecimiento pueden ir corrigiendo el gran punto débil de las sociedades americanas.

El que América Latina vaya hacia delante en cohesión social y Europa hacia atrás no significa que el Viejo Continente haya sido alcanzado. Pero desde luego hay que empezar a pensar seriamente qué nos está pasando. Y, sobre todo, hay que empezar a revisar la forma en la que generamos riqueza y la distribuimos. Hay economistas que señalan que la transferencia de clase media de Europa a América Latina se explica, en gran medida, porque en un mundo global hay trabajos y tareas que han "emigrado" al otro lado del Atlántico. Ponen como ejemplo la industria de la tecnología informática que ha cruzado el charco.

Hay, sin embargo, quien apunta que la destrucción de la clase media, especialmente en el sur de Europa, se debe al desmantelamiento del Estado del Bienestar creado en los años 70. Proponen como solución copiar lo que hace el norte: subir la presión fiscal, redistribuir mejor y aumentar los servicios de protección del Estado. No hay duda de que algo funciona mal en nuestro sistema fiscal, hay demasiado fraude y se penaliza a las familias, que al final son las que garantizan gran parte de la cohesión social. Pero es difícil imaginarse cómo más Estado del Bienestar puede ser la solución cuando no hay dinero para pagarlo.

El viejo Estado del Bienestar favorece más a los ricos que a los pobres. Los ricos tienen más capacidad de beneficiase de sus prestaciones. Y, además, genera pasividad. La solución no es desmantelarlo para entregarle todo al mercado, sino desarrollar una sociedad del Bienestar en la que entidades de la sociedad civil puedan asumir la gestión de muchos servicios. Lo harán con más eficacia y, sobre todo, se incrementará el sentido de responsabilidad.

La responsabilidad, la iniciativa y la creatividad son esenciales para generar una alternativa. La solución a la destrucción de las clases medias pasa por un mayor crecimiento, que no se va a producir si los europeos no recuperamos la capacidad de ser protagonistas, de nuevo, de nuestro desarrollo. Sólo así conseguiremos hacernos un lugar en el mundo. Hay que volver a empezar, desde el principio. Sin olvidar todo lo que sabemos.

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