El octubre de Benedicto

Mundo · José Luis Restán
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26 septiembre 2012
Llega un mes de octubre cargado,incluso extenuante para un hombre de 85 años que debe mantener las luces largasy la mano fuerte en el timón. Desde ahora conviene no perder comba, porqueBenedicto XVI no da puntada sin hilo. No hay palabras sobrantes ni gestosinútiles. El Papa enhebra sus mensajes para lanzar un gran reclamo, paramostrar ante el pueblo cristiano la raíz luminosa de la fe, y para testimoniaral mundo (como acaba de hacer en Líbano) el tipo de experiencia humana queforja esa misma fe amiga de la libertad y de la razón.    

Hace unos días, al recibir a ungrupo de obispos recientemente ordenados, quiso  recordar la intención del beato JuanXXIII al convocar  el ConcilioVaticano II: que la doctrina cierta e inmutable de la Iglesia, que debe serfielmente respetada, se profundice y se presente de una forma que responda alas exigencias de nuestro tiempo. No es casualidad la cita del Papa Juan, cuyashuellas seguirá el próximo 4 de octubre para llegar al Santuario de Loreto.Allí se postró hace 50 años para rogar la protección de Santa María para unevento que algunos consideraban locura y que despertaba tantas inquietudes comoesperanzas. Ahora llega a Loreto otro hombre en sazón con las llaves de Pedroal cinto, uno que conserva en la memoria los trajines llenos de apasionadaesperanza de aquellos días, cuando Joseph Ratzinger era un prometedor teólogoque aconsejaba a los obispos alemanes.  

Llegan el Año de la Fe y elSínodo sobre la Nueva Evangelización. Renovación en lacontinuidad es la palabra-clave de Benedicto XVI para interpretar el camino dela Iglesia, y dentro de éste la gran estación conciliar de cuyo radio estamoslejos de haber salido. El hilo no se ha roto, nunca se rompe, y por eso lapresencia física del Papa Ratzinger en Loreto es ya todo un mensaje para losque afirman que el Vaticano II ha roto con la Tradición. Es ciertoque ya su discurso a la Curia de diciembre de 2005 desbrozó las entretelas deesa "hermenéutica de la continuidad", pero aún podemos esperar mucho más.            

De momento ha señalado que lanueva evangelización comenzó precisamente con el Concilio. Y no es un conejosacado de la chistera.Aquel evento no nació de la necesidad de ajustar mecanismosoxidados sino de la pasión por comunicar a Cristo al hombre contemporáneo, unhombre al que los más lúcidos hombres de Iglesia veían ya romper amarras con suhistoria cristiana. De nuevo Benedicto XVI se hace eco de la mirada de JuanXXIII, que esperaba del Concilio un nuevo florecer de la Iglesia en su riquezainterior y en su extenderse maternalmente a todos los ámbitos de la actividadhumana. Renovación desde dentro, desde el origen, rompiendo las inercias yabriendo los espacios a una fe límpida que abraza todo lo humano.     

Y antes de entrar en detalles,que tiempo habrá, el Papa Benedicto ofrece un balance autorizado: "a pesar delas dificultades de los tiempos, los efectos de aquel nuevo Pentecostés se hanprolongado, tocando la vida de la Iglesia en todas sus dimensiones: desde lainstitucional a la espiritual, desde la participación de los fieles laicos, alflorecimiento de nuevos carismas y de la santidad de los fieles". Esos son losfrutos que a pesar de las tormentas ha rendido ya el evento conciliar: unaIglesia que pisa el surco de este tiempo, por embarrado que esté; unasimplificación de estructuras acorde con el Evangelio; nuevas formas de vidacristiana, nuevas culturas de la fe para mantener vivo el fuego del diálogo conun mundo en cambio acelerado; un protagonismo creciente de los fieles, sea cualsea su estado de vida, y por tanto, una Iglesia menos clerical, más volcadahacia la misión.

A los obispos franceses en Visita ad Límina, les ha dicho que "losdesafíos de una sociedad ampliamente secularizada nos invitan a buscar concoraje y optimismo una respuesta, proponiendo con audacia e inventiva lanovedad perenne del Evangelio". Y les advierte con paternidad que la soluciónde los problemas no debe limitarse a cuestiones organizativas. "Nos arriesgamosa poner el acento sobre la búsqueda de la eficacia, con una especie deburocratización de la pastoral", haciendo así que nuestras comunidades se mirena sí mismas, haciéndose incapaces de tocar el corazón de quienes se han alejadode la fe o están en búsqueda.

Pero ¿escuchamos al Papa? Durantela Plenaria del episcopado alemán le han interrogado al arzobispo Zollitschsobre las reivindicaciones de reformas de algunos  grupos de laicos y ha respondido que lescomprende, que él mismo a veces siente impaciencia. Cabe preguntarse de quéreformas hablan unos y otros. Yo tengo claro de qué nos habla Benedicto XVI. Yante ciertas inercias y sorderas si que siente uno cierta impaciencia. Atentosa este octubre de Benedicto. 

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