Entrevista a Domenico Quirico

El nuevo totalitarismo que construye el Isis

Mundo · Giuseppe di Fazio
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16 septiembre 2014
El boletín de guerra del ejército islámico del Isis reporta, casi diariamente, noticias de enemigos decapitados, una situación que el Papa Francisco ha definido como una “tercera guerra mundial por partes”. Hablamos con Domenico Quirico, enviado especial del periódico italiano La Stampa, que estuvo cinco meses secuestrado por los rebeldes yihadistas en Siria, un agudo observador de la historia contemporánea.

El boletín de guerra del ejército islámico del Isis reporta, casi diariamente, noticias de enemigos decapitados, una situación que el Papa Francisco ha definido como una “tercera guerra mundial por partes”. Hablamos con Domenico Quirico, enviado especial del periódico italiano La Stampa, que estuvo cinco meses secuestrado por los rebeldes yihadistas en Siria, un agudo observador de la historia contemporánea.

Tras las noticias de los últimos días sobre reporteros y cooperantes occidentales degollados, ¿siente que su caso es un milagro?

Esa es una palabra que yo no usaría. Sí, sobreviví a una experiencia muy peligrosa mientras que otros colegas no lo han hecho. Pensándolo bien, es verdad, lo mío es un milagro.

Quedan tres italianos secuestrados en Siria…

Igual que yo volví a casa, espero que suceda lo mismo con ellos. Hay gente preparada que está trabajando en su liberación, pero no olvidemos que también hay italianos secuestrados en muchos otros lugares. Por desgracia, esto de los secuestros corre el riesgo de convertirse en un dato permanente en la sociedad actual.

Hace un año, mientras usted era prisionero del extremismo islámico, los americanos se preparaban para bombardear al dictador Assad. ¿Qué le parece que Obama anuncie ahora un ataque contra el ejército islámico del Isis?

Es una paradoja, signo de la bancarrota de la política exterior estadounidense. Hace falta decir las cosas, aunque le pueda molestar a alguien. La presidencia de Obama en política exterior ha sido un fracaso.

Después de haber exaltado las Primaveras árabes, los occidentales fingen no ver las muchas pequeñas guerras que se desarrollan en Oriente Medio y en otras partes del mundo. ¿Cómo afecta este “olvido” a la situación actual?

Más que de olvido, yo hablaría de incomprensión. La propagación del islamismo radical no se debe a un accidente sino a una serie de errores y a la incapacidad de las elites occidentales y sus procónsules en la zona. Los éxitos del Isis se deben a estos errores occidentales.

En el ejército del Isis, formado por quienes usted ha definido como “bolcheviques islámicos”, militan también muchos jóvenes occidentales, que han respirado el aire de la libertad, de la democracia, y que se han empapado de la ideología nihilista.

Debemos reflexionar sobre el hecho de que los europeos y americanos militantes del ejército islamista no eran los marginados de nuestras sociedades, no eran gente fracasada, que para llegar a fin de mes se ha visto obligada a elegir la vida de los mercenarios. Muchos yihadistas venidos de Occidente estaban bien integrados en nuestras sociedades, pero nuestros valores no les parecen satisfactorios ni capaces de llenar su vida. El hecho, por ejemplo, de que para nosotros la religión represente una pequeña esfera dentro de la vida pública para ellos es motivo de escándalo. Sin duda, algo no ha funcionado en el proceso de integración de las diferencias en nuestra sociedad.

¿Cómo definiría la ideología del Isis?

No estamos ante una forma de fanatismo religioso sino ante la edificación de un nuevo totalitarismo. Ayer el totalitarismo utilizaba como instrumento la raza o la clase, hoy usa una versión del islamismo. El totalitarismo del Isis busca la “purificación de la sociedad”. Por ello elimina físicamente a todos aquellos que considera enemigos. Se trata de un hecho extraordinariamente peligroso.

A la luz de lo sucedido en estos meses, ¿seguiría sosteniendo aún su afirmación: “un periodista no puede narrar sin ver”?

Sin duda.

¿Estaría dispuesto a volver a irse?

Sin ninguna duda, si me lo permiten. No hay otra opción, no hay otra manera de hacer este trabajo. Estuve cinco meses con los grupos yihadistas: fue una experiencia única. Sé cosas sobre ellos, por pura constatación, que nadie más ha podido verificar. Para mí ellos son personas vivas, con las que me he tenido que medir. Para otros solo hay puros conceptos. Entre las dos cosas hay una diferencia cualitativa. Por otro lado, si hubiera elegido ser bombero y me llamaran para apagar un incendio no podría decir: no sé, puede ser peligroso. Nadie me ha obligado a dedicarme a esto, lo he elegido yo… Lo que me parece impropio es cuando la elección no es libre sino que nace de la necesidad. En los últimos años me he encontrado cada vez con más freelance que para ganarse un puesto de trabajo se ven obligados a elegir las vías más peligrosas del oficio. Eso me parece inmoral.

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