El ministro bien asesorado

La asignatura de Educación para la Ciudadanía no es ni mucho menos el principal problema de nuestro sistema de enseñanza. Aunque se había convertido en un símbolo y cambiarla supone una loable falta de complejos. Siempre se dijo de ella que era una asignatura necesaria y legítima, y que lo que no era aceptable era un contenido de naturaleza adoctrinadora como el que incluyen los decretos de desarrollo. Además, el movimiento social que se opuso a la materia siempre subrayó que Educación para la Ciudadanía había despertado la conciencia de los padres sobre la responsabilidad en la educación de sus hijos. La labor crítica y la implicación en los contenidos de lo que nuestros niños y jóvenes estudian no puede cesar después de que la materia estrella de la época de Zapatero vaya a desaparecer de los currícula.
El ministro ha explicado algunos detalles de su intención de implantar un bachillerato de tres años. Si realmente quiere introducir un cambio significativo tiene que ir más allá. Nuestro sistema de enseñanza, regulado sólo por leyes socialistas, está basado en un modelo comprensivo en el que el bajo rendimiento de algunos alumnos condiciona el aprendizaje de los demás. La altísima tasa de fracaso escolar requiere mucho más que una modificación en la distribución de cursos entre el bachillerato y la ESO. Si Gallardón está dispuesto a acometer la reforma de la justicia que necesitaba nuestro país desde hace décadas, Wert está en las mismas condiciones para hacer lo propio con la educación, asunto más relevante aún.